‘Un juego inteligente, para gente como tú’ es el lema de su creador, Jorge Eliécer Córdoba Maquilón, director del departamento de Ingeniería Civil de la Universidad Nacional sede Medellín. Para el docente de la facultad de Minas, Biodrez puede resultar de vital importancia para la academia. Su público va desde los primeros años de edad hasta estudiantes de posgrado.
“Biodrez es un juego de ciencia y retos, en el que la emoción y los problemas siempre están presentes y donde se hace necesario aplicar habilidades cognitivas, tanto matemáticas como de idiomas, para poder solucionarlos y, por ende, ganar”, indicó Córdoba.
El juego se presenta como un ejercicio que imita las técnicas para realizar una investigación. Es decir, plantea un problema e involucra métodos para su resolución; de esta manera, los jugadores interiorizan un proceso que en otros aspectos académicos puede ser difícil de comprender.
Con 33 fichas por jugador (redondas y cuadradas) en un tablero de 11 por 11 centímetros, cada participante (cuatro personas) tiene un turno para mover una ficha que, haciendo honor al nombre del juego, se mueve en zigzag. La idea es que se reten entre sí para resolver distintas operaciones matemáticas; quien no lo resuelva perderá la partida.
“Las personas tienen dos formas de ganar: la primera es cuando el jugador plantea un reto; si el oponente no responde en el tiempo estimado, inmediatamente pierde. Los jugadores pueden construir una operación que pregunte, por ejemplo, cuál es la raíz cuadrada de 25 y el otro jugador debe, con sus fichas, solucionarla. La otra forma de ganar es si alguno de los dos se queda sin fichas”, dijo Córdoba.
El profesor es el creador del Biodrez, en el que intervienen cuatro personas, y algunas jugadas o condiciones del juego son similares a las situaciones de la vida real.
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