Solo un tercio de los grandes ríos del planeta permanecen libres, sin represas o canales. El Samaná es una de esas fuentes hídricas cuyo cauce no ha sido obstaculizado por obras de infraestructura para construir represas y generar energía. Sus aguas corren aceleradas entre piedras y grandes rocas, cuevas, pasajes estrechos y cascada.
El río Samaná, con una cuenca de 2.656,9 kilómetros cuadrados, es la única fuente hídrica de Antioquia donde aún no hay grandes muros de contención que se interpongan en su cauce natural.
Pero, Celsia, empresa de servicios públicos generadora de energía, pretende construir allí, en 1.075 hectáreas, la central hidroeléctrica Porvenir II que aprovecharía la fuerza de la corriente para generar 352 megavatios.
Lo monumental de lo que parece ser el diseño de esta obra de infraestructura asombra a Gloria Amparo Martínez, una campesina de la zona.
Sentada sobre una roca, a las riberas del río, dice que teme por su futuro. Todo lo que sabe hacer es sembrar, pescar y buscar oro. Con eso ha sobrevivido más de 20 años. El río les ha dado todo.
Su esposo, a diferencia de Gloria, llora y guarda silencio. Él no sabe qué es más difícil: si pensar en desplazarse del sector o continuar viviendo allí sin el sonido de los rápidos, de los encuentros sorpresivos con los animales silvestres y el oro que sacan del cauce.
Ellos no serían los únicos afectados. Los 150 habitantes de las hectáreas inundadas, según Arnulfo Berrío, concejal de San Luis, serían los primeros afectados por la obra.
![]() El río es para todos los campesinos del sector su fuente de subsistencia. Allí, pescan y hacen minería. Foto: Archivo particular |
Históricamente, señala el concejal, las personas de esa zona han sido víctimas de la violencia y el desplazamiento por parte de grupos guerrilleros y paramilitares. “La historia se repite, ahora todos ellos tendrán que dejar sus tierras para siempre, pues después de que hagan la represa...no hay vuelta atrás”, dice.
Estos procesos sociales y económicos de las comunidades, que vienen ligados al conflicto armado que ha sufrido esta zona de Antioquia, han sido estudiados y vividos por la personera de San Carlos, Marlín Rodríguez.
Para ella el proyecto infringe la Ley 1448 de 2011 y vulnera la Constitución Política de Colombia, que protege a las víctimas de la violencia. Entre el 2001 y el 2006 fueron desplazados los campesinos del corregimiento El Prodigio, en el municipio de San Luis; los del Tambores, en el municipio de Puerto Nare; además de comunidades del corregimiento de Samaná Norte y Puerto Garza, que pertenecen a San Carlos.
Desde hace dos años las víctimas han ido regresando con el respaldo del Estado. Por eso, dice Marlín, “la obra dañará el proceso emprendido”.
Tanto para ella, como para Arnulfo, ese desarrollo del que habla Celsia no lo verán ni campesinos, ni agricultores. La energía creada por encima del medio ambiente y del bienestar de la comunidad, opina el líder político, solo servirá para beneficiar a un conglomerado económico.
“Con la represa va a llegar mucha gente. Los conflictos sociales se van a intensificar en los municipios a donde estará el megaproyecto. Cuando se acabe la obra no quedará empleo sino para unas cuantas personas, que trabajarán como vigilantes y trabajadores rasos”, señala Berrío.
Riqueza ambiental
El río es para todos los campesinos del sector su fuente de subsistencia, pero también es un paraíso de biodiversidad. Según un estudio del departamento de biología de la Universidad de Antioquia, los bosques estudiados en la zona poseen una diversidad de especies muy alta.
“Evidencia de esta riqueza es el hallazgo de nuevas especies para la ciencia y la flora de Colombia. La flora de San Luis, por ejemplo, presenta un alto grado de endemismo. Es decir, que la distribución geográfica de sus especies es muy restringida”, dice el informe de la investigación.
![]() Los bosques estudiados en esta zona poseen una riqueza florística; es decir, que tienen una diversidad de especies muy alta. Foto: Archivo particular. |
Esto, en gran parte, debido a las características de la cuenca hídrica en la que hay más de 10 quebradas de gran extensión y casi 70 riachuelos, arroyos y afluentes, sin contar con las aguas subterráneas que no han sido exploradas en el territorio.
Toda esta riqueza natural podría desaparecer a causa de la construcción del embalse.
Para Jules Dominé, hidrólogo y deportista del kayak, el río es una vena que proporciona vida por donde se extiende. Por eso, dice, de convertir esta vena en un embalse, se perdería la riqueza de su alrededor.
Empleo y progreso para la región
Para el presidente de Celsia, Ricardo Sierra, los temores de los campesinos frente a la construcción de una presa en el río Samaná, son injustificados.
Las personas de la zona inundada y del área de influencia recibirán, según él, una indemnización por las tierras o por los daños que se les ocasione económica y socialmente.
“Tendremos en cuenta la Ley de Víctimas. Si un predio es objeto de esa naturaleza, el reclamante conservará su derecho a la restitución con un predio similar o una suma de dinero equivalente”, dice un documento entregado por la empresa.
![]() Evidencia de esta riqueza natural es el hallazgo de nuevas especies para la ciencia y la flora de Colombia. La flora de San Luis, por ejemplo, presenta un alto grado de endemismo. Foto: Archivo particular |
Además, Sierra explicó que Porvenir II es un proyecto que fue declarado por el Gobierno Nacional de Utilidad Pública e Interés Social, por lo que su realización es indispensable para el crecimiento del país, “aún más en las actuales condiciones derivadas del fenómeno de El Niño”.
Por otra parte, dijo Sierra, después de un proceso de seis años lograron la licencia ambiental. Para esto contaron con consultores como el laboratorio de genética de la Universidad Nacional y la fundación Humedales.
Para él, lo más importante es que personas de la zona trabajarían en la construcción del embalse. Después de hecho esto, la compañía dispondrá de empleos para 100 personas, además de proyectos agropecuarios y educativos.
Otro de los objetivos, dijo Sierra, es convertir el territorio en un gran parque turístico y ecológico donde los visitantes puedan pescar, hacer picnic, practicar deportes náuticos y hospedarse en las fincas de los campesinos de la región.
PAOLA MORALES ESCOBAR
Redactora de EL TIEMPO
inemor@eltiempo.com