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SOS por los niños en La Guajira

Según el ICBF, de esos 15.000 menores hay 900 que sufren desnutrición aguda o aguda severa.

EL TIEMPO
Las muertes recientes de niños wayús, asociadas a la desnutrición –aunque no como causa primaria– volvieron a poner el foco sobre esa comunidad ancestral, cuya crisis, que también afecta a adultos y ancianos, se atribuye a varias causas .(Lea además: 'Muchos wayús están en el límite de su subsistencia')
Así lo plantea un diagnóstico que desde octubre del 2014 adelanta el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). A los factores climáticos y económicos se suma la dispersión de la comunidad en un territorio amplio de condiciones geográficas complejas. En algunos casos no existen carreteras, más allá de trochas. Y todo hace más difícil la intervención.
“Diseñamos un proceso para conocer la situación en tres poblaciones de La Guajira: Maicao, Uribia y Manaure”, explica Margarita Barraquer, directora encargada del ICBF. (Lea el reportaje 'Lo que no comemos: el hambre en La Guajira)
Así se identificaron poco más de 1.500 rancherías, en las que habitan unas 83.000 personas (19.000 familias), 15.000 de ellas niños. “De esos 15.000 encontramos 900 con desnutrición aguda o aguda severa”, añade.
Una de las prioridades del instituto es vincular a los niños wayús menores de 5 años a sus programas de primera infancia. La entidad cuenta con centros de desarrollo infantil (CDI), pero también plantea modalidades familiares para la atención. “Son 36.000 cupos para niños wayús. Estos escenarios los operamos con la misma comunidad. Lo hacemos a través de concertación; la comunidad nos hace propuestas de los operadores, y revisamos que estos cumplan con los mínimos de calidad que exigimos”, indica Barraquer. No obstante, la concertación –señalan funcionarios del ICBF– ha sido compleja, por la división entre autoridades indígenas. EL TIEMPO conoció que incluso exigen a la entidad que les otorgue los contratos, atados a intereses particulares que tienen detrás grupos políticos tradicionales de la región.
Frente a las muertes por desnutrición en La Guajira, en el 2014 se reportaron 48 casos, según el Instituto Nacional de Salud. En el 2015, el número bajó a 38.
“El hecho de que la cifra baje no significa que frenemos el esfuerzo”, insiste Barraquer. Y añade que sienten “como grandes ausentes” a los alcaldes que deberían atender el problema.
Esta semana, de hecho, la gobernadora de La Guajira, Oneida Pinto, dijo que por una deuda de 90 millones de dólares que tiene el departamento no podrá atender la desnutrición en los niños wayús.
Ante esa ausencia, la Presidencia ha hecho un ejercicio de articulación llamado ‘Estrategia por el agua y por la vida’, en el que trabajan el Ministerio de Vivienda con el Viceministerio del Agua, el Departamento de Prosperidad Social, el ICBF, el Ministerio de Salud y la Unidad de Gestión del Riesgo.
“Nada que se haga va a poder afectar las causas que están generando la situación de esta población si no hay un compromiso contundente de autoridades municipales y de las autoridades wayús”, sentenció la funcionaria del ICBF.
Un drama de todos los días
Más de una hora a pie recorre la mujer wayú Ageidis Goriyo desde el hogar de paso en el que permanece, desde el 26 de enero, hasta la clínica Reina Catalina, de Barranquilla, donde está su hijo de mes y medio de nacido.
El bebé vino al mundo con problemas en el hígado, y la recuperación ha sido más difícil por su desnutrición, atribuida por su madre a la crítica situación económica. “Los médicos que hay en nuestras comunidades nos dicen que los niños están bien, cuando no es cierto, y solo recetan acetaminofén”, dice la mujer wayú, que vive en un asentamiento de Albania (La Guajira).
La indígena, de 27 años, incluye en el dramático panorama a sus otros tres hijos, de 8, 5 y 3 años, así como a dos sobrinos que están bajo el cuidado de su esposo, hoy desempleado por la sequía que azota al departamento.
En medio del viacrucis, Ageidis conoció a Zenaida Solano, wayú asentada en Fonseca (La Guajira).
Ella acompaña en el mismo centro asistencial a su hija de 2 años, quien debería estar pesando 18 kilos, pero que solo ha alcanzado la mitad. Tiene el bazo inflamado, problemas en el hígado y anemia. Su pronóstico es reservado. “Las ayudas del Gobierno llegan, pero para unos pocos”, señala.
Luego de la visita que esta semana realizó el gobernador de Atlántico, Eduardo Verano de la Rosa, a la UCI Pediátrica de la Clínica de la Costa, de Barranquilla, donde se encuentra otra niña guajira afectada por desnutrición, decidió llamar a la gobernadora de La Guajira, Oneida Pinto, para acelerar el encuentro previsto para el martes con los demás mandatarios departamentales y donde se propondrá reactivar el programa ‘Caribe sin hambre’, para dar una solución de peso a la inasistencia alimentaria.
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