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'Muchos wayús están en el límite de su subsistencia'

Académico wayú Weildler Guerra habla sobre la crisis atizada por las muertes de niños desnutridos.

VIDA
La corrupción no es, ni remotamente, la única causa del hambre que campea entre los indígenas wayús, en La Guajira, y que salta a la luz pública cada vez que se atribuye la muerte de niños a la desnutrición.
En eso insiste Weildler Guerra Curvelo, nacido en el seno de la comunidad wayú –es miembro del clan Uliana–, candidato a doctor en Antropología de la Universidad de los Andes, miembro de la Academia de Historia de Colombia y exdirector del Observatorio del Caribe Colombiano. (Vea el reportaje 'Lo que no comemos'', sobre el hambre en La Guajira)
¿Cuántos son los wayús?
Son el grupo indígena más numeroso de Colombia y Venezuela; en ambos países pueden superar los 600.000 miembros, de los cuales por lo menos 270.000 están en Colombia. Pese a que están separados por una frontera, para ellos el territorio es uno solo; por eso comparten lazos familiares, lengua, cultura y organización social.
¿Dónde se ubican?
La mayoría de ellos, en Uribia, Manaure y Maicao, que son municipios del norte de La Guajira; pero también hay presencia significativa en Hatonuevo, Albania, Barrancas, Fonseca y Distracción, y unos cuantos municipios del sur.
¿De qué viven?
El pastoreo de cabras y ovejas es el principal medio de subsistencia, aunque tienen ganado mayor también; en la zona costera hay grupos que viven de la extracción de sal y la pesca marina y, en general, las rancherías cultivan alimentos y recogen frutos. Otros viven de la artesanía y el trabajo asalariado.
¿Qué tan afectados están por el fenómeno del Niño?
Mucho. El hambre en La Guajira tiene carácter estacional, pues solo cuando hay invierno y lluvias la alimentación es abundante; pero lo que Colombia está conociendo ahora es que nosotros, los guajiros, tenemos tres años de estar viviéndolo, sin descanso.
Pero en La Guajira llueve muy poco en general...
Tenemos un régimen de lluvias bimodal. Llueve fuerte en abril y mayo, y otra vez en septiembre, octubre y noviembre. Pero ese sistema se ha alterado, por el cambio del clima. Las tierras productivas se han afectado por la larga sequía; la recolección de frutos, como cerezas, frutas de cactus y aceitunas, es insuficiente; la mortalidad de los rebaños es alta por la falta de pastos y agua; las huertas de las rancherías, donde se siembran melón, patilla, maíz, millo, fríjol y ahuyama –parte de su dieta básica–, no dan nada.
¿Cuáles son, además de la sequía, los principales flagelos de los wayús?
El hambre y la desnutrición tienen un carácter multicausal; en ellos concurren factores ambientales, sociales, políticos, culturales, de relaciones de mercado, que inciden en ellos.
Por ejemplo, a la larga sequía hay que sumar los problemas de Venezuela. Antes fue el gran abastecedor de alimentos para los wayús, que, si bien producen alimentos, deben adquirir otros, como café, aceite, arroz, azúcar, que se producen allá. Los wayús intercambiaban mucho en Venezuela. Cuando el sistema productivo venezolano colapsó, se hizo evidente esa dependencia. Colombia se ha desentendido de eso.
¿Y qué pasa con la pesca?
La Guajira es una península con más de 400 kilómetros de costa en el lado colombiano, pero, como los pescadores tienen que disputar el acceso al recurso con una enorme flota industrial, cada vez es más difícil, costoso y trabajoso obtener algo. Los wayús no tienen soberanía sobre su propio mar, ni siquiera tenemos zonas de reserva pesquera artesanal. Es un mar negociado desde Bogotá.
¿Qué tan necesitados están en estos momentos?
El crecimiento demográfico que han tenido, la pérdida de áreas territoriales, los procesos de urbanización, la sequía y la falta de agua y la dependencia del mercado han llevado a los wayús a la pobreza. Muchos están en el límite de su subsistencia; es una emergencia nacional.
Dicen que hay aspectos de la cultura wayú que los hace en parte responsables de la situación por la que pasan...
Esa afirmación es más fruto del prejuicio que de la realidad; aun así, considero que es urgente que haya un diálogo mayor y una gran participación y entendimiento de la cultura wayú para manejar temas como los de la medicina y la desnutrición. De otro modo no habrá soluciones.
¿Qué papel juega la corrupción?
Siempre se relaciona el hambre con la corrupción, que, en efecto, es inocultable. Pero si queremos entender el fenómeno de la desnutrición y el hambre, hay que atacar todas las causas que las generan, incluida la corrupción.
¿Cómo se perciben los wayús frente al resto del país?
Aunque prima la condición de wayú sobre la nacionalidad, percibimos que hay un proceso de colombianización que está inconcluso. Es decir, la apropiación y la pertenencia a la construcción abstracta que para ellos es Colombia aún está en construcción.
A veces la percepción de los wayús no es de abandono, como muchos creen, sino que el Estado hace presencia, aunque a veces con una cara no tan buena. Es decir que a veces se ve más presencia militar y policial que de médicos y profesores, por ejemplo. La Guajira sufrió el fenómeno del paramilitarismo hace unos diez años. Ojalá fuera una cara más amigable.
¿Cómo ha permeado la vida de los wayús el proceso de colombianización que menciona?
Colombia considera una especie de deber ser el mantener instituciones modernizantes, lo que riñe a veces con las leyes, el sistema de comercio, la concepción de familia y los nexos geográficos y culturales de los wayús.
Este pueblo, por ejemplo, ha tenido una larga historia de relación con el Caribe insular; siempre han querido comerciar con Jamaica, los cayos franceses, Curazao, Aruba y Bonaire, pero el Estado no ha comprendido eso. Sería ideal facilitarles ese comercio dentro de la legalidad. Pero como eso no pasa, se cae en el contrabando.
¿Cuál es la verdad sobre las cifras de desnutrición entre los wayús, y de las muertes por esta causa?
Las variaciones son grandes. La muerte de un solo niño, por cualquier causa, es injustificable. Incluso si tomamos las cifras más bajas, la situación es alarmante. Se requiere una confluencia de instituciones y autoridades. Eso va más allá de Bienestar Familiar.
Pese a los constantes llamados de auxilio, los problemas nunca se resuelven...
La reacción natural frente a las muertes por desnutrición siempre es de indignación. Pero si no va acompañada de una acción reflexiva, integral y sensata, acaba teniendo la dirección, la energía y la eficacia de un buscapiés. Eso no sirve para nada. Así reacciona Colombia. Y cuando actúan, pues nos mandan camiones con botellitas de agua, que contaminan y no resuelven el problema.
¿Hasta cuándo van a estar los wayús en esta situación?
No tenemos más salida que ser optimistas, pero el optimismo tiene que ir acompañado del compromiso firme de atacar el problema del hambre, la desnutrición, el acceso a la salud y el agua en La Guajira.
¿No podrían los wayús tener un papel más propositivo en la solución del problema?
Eso ha faltado, pero lo cierto es que también hay divisiones en el mundo wayú, grandes y profundas. Por ejemplo, las ayudas terminan llegando a unos sectores de la población y a otros no.
La sequía será cada vez peor, sobre todo en La Guajira. ¿Se han planteado salir de ese territorio?
Jamás. La relación con un territorio no solo es utilitaria, no se da solo en términos de propiedad familiar o aprovechamiento de alimentos. Tiene una dimensión emocional, dado que allí están los cementerios con sus muertos. Además, les provee una identidad y un destino. Parte de su personalidad como grupo e individuo dependerá de su experiencia vivida en esas zonas particulares. La relación con el territorio es clave. Los wayús tienen que dar respuestas dentro del cambio.
REDACCIÓN VIDA
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