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¿Y la responsabilidad de los indígenas?

A la desnutrición se suma una jurisdicción indígena que atenta contra los derechos de los niños.

Las repudiables muertes por desnutrición de niños en La Guajira son un hecho que se repite en Colombia, y poco o nada se hace por cambiarlo. El 22 de julio del 2014, hace más de un año, el editorial de EL TIEMPO, ‘El hambre torpedea el desarrollo’, llamaba la atención sobre las cifras de desnutrición de niños y prendía las alertas sobre los altos índices que se presentan en departamentos como Vaupés y La Guajira. A la falta de decisión del Estado para frenar esa aberrante situación se le suma la existencia de una jurisdicción indígena que atenta contra los derechos de los niños: a los violadores los mandan al cepo, pueden mendigar con sus hijos, cuando esa es una conducta que está tipificada en el Código Penal, y muchos todavía confían en el poder de brujos para sanar. Claro, el Estado tiene responsabilidad, pero también es necesario aclarar cuál es la de muchos padres indígenas, porque no es fortuito que las cifras más altas de desnutrición se encuentren en los territorios donde está la mayor concentración de ellos.
Geovanny Caicedo
* * * *
Señor Director:
¿Qué país es este, que deja morir sus niños de hambre? “Pálidos. Su cabello es amarillo o rojizo, es escaso porque se les cae. La piel es reseca. Algunos presentan llagas en su cuello y peladuras en sus partes dentales (...). Las piernas son flaquiticas. Se les ven las costillas. Como los niños de Angola, en África, así... Lloran y no botan lágrimas. Algunos tienen 2 años y no caminan”. El hambre mata a los niños indígenas de La Guajira.
Álvaro Rodríguez Lugo
Por eso estamos como estamos
Señor Director:
Vi la noticia de que un juez dejó libre al hombre que mató al oso de anteojos en el parque de Chingaza. Y eso que le encontraron la escopeta de caza. El juez dijo que no representa un peligro para la sociedad. Pero para la fauna, sí, y no hay ninguna sanción. ¿Acaso no está prohibida la caza de animales en vías de extinción? Increíble lo que pasa en este país. Por eso estamos como estamos.
Pedro Samuel Hernández
No es solo en Bogotá
Señor Director:
Leyendo el editorial del 28 de enero, ‘Un espacio para todos’, no es solo Bogotá; el grave asunto del espacio público es en todo el país. No solo son invadidos los andenes por los comerciantes informales, sino también por comerciantes formales que dicen que como pagan impuestos les da derecho de hacerlo, y las autoridades no hacen nada.
En Popayán tenemos los operativos de recuperación de espacio público en los que solo se van en contra de los vendedores de frutas y otras cosas informales, pero los andenes también están invadidos por los comerciantes “legales”. Ejemplos hay muchos en toda la ciudad, y los derechos del peatón son ignorados, pues no hay autoridad.
Ricardo Alegría Zambrano
Popayan (Cauca)
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