El campo Los Fundadores del Country Club de Bogotá, cuna del golf colombiano, jugará como lo ha anhelado la afición por muchos años, completamente seco, y todo para verlo convertido en una fiera, donde los jugadores tendrán que sacar toda su magia y repertorio si no quieren sufrir severas consecuencias que los saquen de toda aspiración en el campeonato.
Esta cancha, siempre lo hemos dicho, es corta, con 7.237 yardas (6.617,5 m) a la altura de Bogotá, este par 71 es fácil presa para la categoría de jugadores que nos visitan en este Club Colombia Championship presentado por Claro, pero el fenómeno del Niño que infortunadamente hace estragos en todo el territorio nacional también ha llegado a los campos de golf, y en el campo que nos ocupa sí que es determinante a la hora de anotar los golpes en la tarjeta de juego.
Empecemos por decir que si los par tres, 5, 7, 12 y 15 fueron escollo grande en años anteriores ganándoles a los jugadores con una cancha con greens mojados, ahora sí que van a ser el terror cuando los greens no reciban ni billetes de 50.000. Será sensacional ver a estas figuras del golf tratando de ponerle al límite el efecto de retroceso a la bola.
Los par cuatro, sin modificación –con excepción del 16–; estos hoyos también se defienden solos con sus greens, y ante greens duros ahora no podrán tirar dardos a la bandera, como lo hacen cuando los encuentran blandos. Estos prados de emboque del Country Club de Bogotá son altos en su mayoría y, cuando se fallan, el regreso es toda una odisea; serán sin duda un examen severo.
El hoyo 16, que tiene 406 yardas (380,4 m) de su tee normal, el sábado se correrá hacia adelante del sitio de salida, para jugarlo de 350 yardas (320 m), para retar a los jugadores a jugar el driver tratando de llegar al green de un golpe, un riesgo que tendrán que analizar porque, de fallarlo, se podría convertir en un calvario. Además, el patrocinador Club Colombia, al tratar de emular lo que sucede en el torneo de Scottsdale –que, a propósito, se juega también esta semana–, cuyo hoyo 16 se ha convertido en un estadio, se ha vuelto una locura, pues aquí se sembrará por cada jugador una tribuna, y quien ponga la bola en green de un golpe repartirá cerveza a todos los aficionados allí presentes; buen nombre para el hoyo sería Green Bear.
Los par 5 de los hoyos 8 y 10 seguirán siendo los del olivo, al dar todas las posibilidades de bajarles el par porque el otro par 5, el 18, es un hoyo espectacular para cerrar una vuelta de golf de cualquier campo del mundo. Un pata de perro a la derecha de 570 yardas (521,2 m), con unos vetustos y frondosos árboles a la derecha que ponen a pensar al jugador si se arriesga a jugar por encima de ellos, cortar camino y convertirlo en hoyo de águila o birdie si los supera; si no, puede ser el acabose. En definitiva, un hoyo de riesgo recompensa.
Al final que, los greens también jugarán un papel preponderante; parecen planos, pero no lo son, engañan, y a la velocidad que van a estar, los bierdies no van a estar a flor de piel. La cosa va a ser bien complicada.
Solo resta cruzar los dedos para que no vaya a llover. Se pretende ver estos sensacionales jugadores con el campo bien seco en el Country de Bogotá.
GERMÁN CALLE
Para EL TIEMPO