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Dayana Cordero, el 'Diamante' del boxeo femenino

Con sus puños obtuvo el vacante cinturón interino del peso gallo, de la AMB. Perfil.

A Wilfrido Daniel Baldovino le llamaron la atención los movimientos y agilidad del niño de pelo largo que participaba en un combate de boxeo que encontró mientras caminaba una mañana del 2005 por las calles del barrio El Castillito, en el municipio de Caucasia (Antioquia).
Pero, al acercarse a la rueda que muchachitos armaron en medio del apoyo con gritos a los contendientes, quedó asombrado al notar que se trataba de la niña que él distinguía como corredora en las competencias atléticas callejeras en representación de la institución educativa Colegio Divino Niño.
—Niña: ¿te gustaría practicar boxeo? –le preguntó Baldovino–, uno de los entrenadores del pugilismo del municipio del Bajo Cauca antioqueño desde 1998, luego de enterarse del nombre.
—Sí –respondió la menor–. Eso es lo que me gusta a mí.
—¿Dónde vives? –preguntó de nuevo el director técnico, seducido por la motricidad de la infante ante un varón.
—En aquella casa blanca de madera –contestó la niña, alargando el brazo derecho y señalando a unos 200 metros en la misma calle.
De inmediato, acompañado de la niña, Baldovino se presentó ante sus padres, diciendo que su especialidad era la formación deportiva y que, por falta de practicantes, había dejado de hacerlo con mujeres. Que deseaba su autorización para entrenarla.
Rosendo, el padre, rechazó enseguida la idea:
“Eso le pone los brazos gruesos”, argumentó el progenitor, orgulloso de las medallas y trofeo que en atletismo de fondo ganaba la chica.
—Autorice, esta niña tiene condiciones para el boxeo –insistió el director técnico.
—No quiero una hija toda machorra –ripostó el padre.
No queriendo dejar escapar el talento que había descubierto, Baldovino soltó una frase: “En ella tienen a una campeona del mundo de boxeo…”
Y esa frase se convirtió en profética, la noche del viernes 16 de enero pasado, en el Centro de Convenciones El Cifco, de San Salvador, la capital de El Salvador, donde Dayana el ‘Diamante’ Cordero Hernández noqueó en cuatro asaltos a la panameña Sayda la ‘Bomba’ Mosquera y obtuvo el vacante cinturón interino del peso gallo (118 libras) de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).
Guiño a tiempo
A Rosendo la frase no le hizo cambiar de posición. Pero a Cecilia Hernández, la madre, presente en la reunión, le gustó la petición por Julieth (ese es el primer nombre, solo que se acostumbraron a llamarla por el segundo). Y mientras su esposo se mantenía en el no, ella guiñó un ojo a Baldovino.
Al día siguiente, a escondidas de Rosendo, ella misma llevó a la más pequeña de sus cinco hijos a una casa del contiguo barrio de Las Parcelas de Caracolí, donde residía Baldovino, quien en el patio, sobre la tierra, improvisaba un rústico gimnasio, con guantes y sacos remendados.
Por días, la ‘Mona’, como conocen a Cecilia en Caucasia, llevó a su hija de 9 años, sin que se enterara Rosendo. Después, la niña fue sola, comenzando a entrenar desde las seis de la tarde –estudiaba en la jornada vespertina– como única mujer del Club de Boxeo Primero Caucasia.
“Pronto se convirtió en la atracción del club: era la modelo para enseñar a los demás y en los sparrings golpeaba al futuro campeón nacional Wilson Ruiz. Salía a correr con nosotros a las cinco de la mañana, y me la llevaba a veces a comer en la casa. Era como una hija: era la mejor alumna en boxeo”, recuerda Baldovino, nacido hace 52 años en Ayapel (Córdoba) y residente hace tres en Riohacha, donde además de enseñar boxeo vende por las calles mariscos preparados, en el negocio sobre bicicleta llamado Danymar.
Cuatro meses más tarde, ya cuando el padre –un cultivador de arroz, ñame y yuca en terrenos que alquilaba– aceptó que practicara porque la propia hija lo convenció, se acordó la primera pelea. Y como no había rival, enfrentó a un niño cordobés, a quien el entrenador de Dayana le regaló cinco mil pesos para que aceptara. Fue en el coliseo de Caucasia. Ganó con facilidad, luciendo camiseta azul y pantaloneta blanca, el uniforme del Colegio Divino Niño. Se convirtió en sensación deportiva. Pesaba 28 kilogramos.
Pocas semanas después fue a Montería, donde el directivo cordobés Carlos Julio Toscano se opuso a que peleara contra un niño. A Baldovino le tocó entregarle cinco mil pesos al menor, y Toscano abandonó el escenario porque no quería avalar el maltrato a la niña.
“La acompañé pagando el valor del día en mi turno como trabajadora de oficios varios del hospital de Caucasia. Me puse entre el público y me daba risa que se defendía bien y le pegaba al niño. Lo tiró dos veces y ganó por decisión. Recuerdo que los niños de Montería le dieron como premio una camiseta tipo esqueleto de color azul que tenía estampado un sombrero vueltiao”, rememora la madre.
Dayana cree que la camiseta se la dieron en Caucasia al ganarle a un cordobés al que le decían Miguelito. De Montería recuerda su ida a los 10 años a pelear en el coliseo Miguel Happy Lora, su ídolo. “Yo era inquieta y habladora. Tenía ya puesto los guantes, cuando de pronto apareció el excampeón mundial del peso gallo y dijo, incrédulo, ‘hum’. Se puso las guantaletas a ver si yo sabía. ‘¡Uno-dos!’, exclamó, y yo tiré mis manos: jab y recto. Convencido, me sobó la cabeza. Quedé contenta de verlo, pero no le dije nada. Estaba atónita”.
Entre los 9 y los 14 años, Dayana realizó 23 peleas aficionadas, apenas tres de ellas contra niñas (siempre como visitante en Arboletes, Antioquia; Canalete y Puerto Escondido, Córdoba). De las 23 solo perdió una, en Caucasia, por decisión 2-1, ante un cordobés, que se la pasó corriendo.
A Rosendo, la propia hija le quitó la idea de que con el boxeo tendría una hija machorra. “Nunca le gustó jugar con muñecas y chocoritos en nuestra casa, que entonces era un rancho que tenía una sola habitación y piso de tierra. En la calle jugaba con varoncitos. Sostenía que las mujeres eran muy chismosas”, dice la madre, que recuerda una vez cuando la cambió de colegio porque la llamaron a reforzar un equipo de microfútbol que iba al municipio de Gómez Plata, Antioquia. También se destacaba como delantera.
Engañada y ganadora
El 27 de febrero de 2010, Dayana, entonces con 14 años, fue invitada a Montelíbano, Córdoba, a pelear. El día antes, en el pesaje, cuando escuchó que había llegado su rival, vio entrar a una mujer mayor. Pensó que se trataba de la madre de la niña. Pero le aclararon que no. “Todo se me subió y fui como mil veces al baño. Estaba asustada”, confiesa. En el momento de la pelea, se sintió fascinada porque tenía cinta sobre las vendas y unos guantes pequeños.
En el ring le dijo al entrenador que le faltaba el cabezote, pero Baldovino también se acababa de enterar de que la pelea era sin el protector de cabeza.
“Peleé tirando el 1-2 y moviéndome. Cuando terminó el tercer asalto no me senté, porque creí que ya se había acabado. Y me dijeron que faltaba uno más. Estaba muerta y como pude pasé el asalto. Gané por puntos una pelea que me llevaron para que perdiera ante María Andrea la ‘Pantera’ Miranda, una mujer de 25 años y 14 peleas, una de ella mundial. Así, sin saberlo, debuté como profesional”.
Rosendo murió el primero de agosto de 2010. “Le pregunté al que manda: ¿Qué buen Dios le quita a su padre a una hija que no había cumplido 15 años?'. También se lo dije a mamá”, dice Dayana. A Caucasia llegó por esos días Francisco el ‘Volcán’ Cordero, su primo, un boxeador radicado en Barranquilla que acababa de disputar título mundial en México. El púgil le regaló 100 dólares a la madre y esta, con el cambio a pesos, la invitó por 15 días a Barranquilla. Llegaron el 17 de septiembre a casa de Lilia, hermana de Cecilia, en el barrio Las Nieves, y se quedaron por largo tiempo.
Aquí se vinculó con Manuel García, el apoderado del ‘Volcán’, y el 10 de octubre hizo su segunda pelea profesional, en Puerto Colombia (Atlántico), la cual ganó bajo la dirección de Manuel García hijo. Hizo cuatro peleas más y pasó a la empresa Probox del Caribe, de Juan Carlos Devia, con la guía técnica de Álvaro Mercado. Su debut fue derrota ante Paulina Cardona, en Barranquilla, el 12 de agosto de 2011. Con Devia hizo dos peleas más.
Antes de perder, Devia la llevó al centro de estética de Mónica Cirilo, donde conoció al masajista quiropráctico Álex Rambal, quien luego compró su contrato y le buscó la primera de seis peleas que lleva de campeonato mundial y la puso a terminar el bachillerato.
Su entrenador era Édgar Lizarazo, con la asesoría de Orlando Pineda. Peleando en welter junior (140 libras) perdió en Argentina frente a la local María Silvina Acosta, en noviembre de ese año.
“Álex y yo (ella tenía 15 años) éramos novatos en el tema y por querer mostrarnos en otro país cometimos ese error de pelear en welter junior. Voy a decir un secreto: no di el peso y para estar en la categoría me metí unas pesas de hierro en los bolsillos (oficial marcó 137 libras y un cuarto)”, confiesa.
Después vinieron dos oportunidades mundiales más fallidas en Argentina. A mediados de 2013 se radicó en Panamá con Rambal, además de apoderado convertido en su pareja. Primero entrenaron con Celso Chávez y fallaron en otras dos ocasiones (una en Panamá contra la propia Mosquera, que terminó en empate, y la otra en Chile). Y luego con Ricardo ‘Maestrico’ Córdoba (¡Carlos Meza, nacido en Caucasia, murió tras combatir con él en el 2004!), que la orientó en la noche de su consagración en El Salvador.
Ahora, con el cinturón, Dayana (nacida a las 10 de la mañana del 18 de diciembre de 1995 y con récord de 14 victorias, 5 derrotas y 2 empates, con 10 nocauts) aplazó la idea de ingresar a la universidad a estudiar Diseño Gráfico. Y recuerda en Panamá que su padre se opuso al boxeo una vez vio el riesgo. “No quiero que te dañen tu carita”, argumentó.
La madre, Cecilia, en Caucasia, recuerda que a los 8 meses de nacida ya era independiente, queriendo alimentarse por sí sola sin importar que se lo echara encima. Y parece escuchar la respuesta de su hija cuando el padre, en broma, le decía que lavara los platos para aprender a ganarse la vida: “Yo seré campeona, me pondré el cinturón atravesado y pagaré para que me laven los platos. Y esta casa la haré de dos pisos”.
Y en Riohacha, Baldomino, el hombre que inició todo, evoca aquellas palabras proféticas: “En ella tienen a una campeona del mundo de boxeo…”.
ESTÉWIL QUESADA FERNÁNDEZ
Barranquilla
Redactor de EL TIEMPO
@EstewilQ
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