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Cuándo usar 'de que' y cuándo usar 'que' / En defensa del idioma

Basta con formular un interrogante y hallar en este la coherencia.

Los aficionados al fútbol saben que uno de los mayores sueños consiste en que un jugador del equipo del alma anote un gol de chilena en el minuto 93 frente al ‘eterno rival’ en la final del campeonato cuando el marcador va 0-0. Casos se han dado y varios infartos también, sobre todo cuando los actores de estas confrontaciones empiezan a conceder declaraciones: “Yo creo de que el partido tendría que haber terminado 1 a 1”, “el profesor dijo de que teníamos que mantener la humildad y la calma”, “pienso de que no contamos con suerte…”, “a pesar del resultado adverso, considero de que dejamos todo en la cancha...”.
Con ese derroche de espíritu deportivo, para qué preocuparse por las minucias en la manera de hablar, aunque las expresiones tengan la misma limpieza del uniforme del defensa central que pasó casi todos los 90 minutos nadando entre el fango del área chica para contrarrestar los ataques del equipo contrario. Y para no aguar la celebración, tampoco vendría al caso tomar en cuenta los comentarios del reportero del Cono Sur que, desde los camerinos, reitera esos usos del idioma en primera persona: “Yyyy sí: sabemoj de que el partido resultó difícil, pero confiemojj, ejjjjteeee, de que en una próxima oportunidá hasjhaa máj precisión en lo disparojjj jalarco…”.
Muchos son los estudiantes de periodismo que desean convertirse en comentaristas de fútbol, y creen que las formas y las frases de cajón conforman el inicio para igualar o superar la fama de los presentadores de televisión o radio. El inconveniente es que se quedan hablando así.
Cuando se pretende adquirir el dominio sobre un campo específico del conocimiento, se recomienda seguir a quienes saben de ello. Si se desea ser un gran escritor, a leer a los grandes escritores; si se quiere ser un gran futbolista, pues a observar a Ronaldo, a Messi, etc.; si se busca saber de fútbol, pues a escuchar a las personas que dominan ese tema; si la intención es aprender a hablar, pues también se necesita escuchar y estudiar las formas adecuadas y normativas de la expresión oral.
Por tanto, para hablar y escribir correctamente, las personas más convenientes para cultivar estas destrezas no son precisamente ni siempre ciertos futbolistas y tampoco algunos comentaristas deportivos, sin descalificarlos a todos (ni más faltaba).
En los ejemplos que se han citado atrás, el error más frecuente es el uso equivocado del “que” y del “de que”. Y presiento que muchos usuarios de nuestra lengua guardan también alguna duda al respecto. El procedimiento para entender en qué casos se usan esas expresiones es muy sencillo.
Si alguien dice “me han dicho de que habrá una reunión", basta con formular un interrogante y hallar en este la coherencia: ¿Qué me han dicho? o ¿de qué me han dicho? Si la pregunta coherente es con “qué”, pues se responde con “que”. Y si es con “de qué”, pues se responde con “de que”. Para este ejemplo, la pregunta correcta es “¿qué me han dicho?”; entonces, se responde “me han dicho que habrá una reunión”. Veamos otras oraciones.
“Pienso de que va a llover”. ¿Cuál será la pregunta correcta: “qué pienso” o “de qué pienso”? La correcta es “qué pienso”. De esta manera, la respuesta correspondiente es “pienso que va a llover”.
“Me preocupo que mis estudiantes aprendan”. ¿”Qué me preocupo” o “de qué me preocupo”? Se infiere que la respuesta correcta será: “Me preocupo de que mis estudiantes aprendan”.
“Los estudiantes de este colegio están seguros que se convertirán en excelentes profesionales”. Otra vez: ¿“Qué están seguros” o “de qué están seguros”? Respuesta: “Están seguros de que se convertirán en excelentes profesionales”.
Cuando se padece el frío intenso del invierno, uno alberga la esperanza que llegue la primavera. Procedamos: “¿Qué alberga uno la esperanza?” o “de qué alberga uno la esperanza”. Pregunta correcta: “¿De qué alberga uno la esperanza?”. Respuesta correcta: “Uno alberga la esperanza de que llegue la primavera”.
En muchas conferencias se escucha, con tono afectado: “Me alegro que formules esa pregunta”. Ahora, sin tanta alegría, formulemos nosotros la pregunta correspondiente: ¿“Qué me alegro” o “de qué me alegro”? Pregunta correcta: ¿De qué me alegro? Respuesta correcta: “Me alegro de que formules esa pregunta”.
Por eso, un padre de familia se sentiría más orgulloso de su hijo, si este último dijera, luego de un categórico triunfo en un partido de futbol: “Somos conscientes de que debemos trabajar más y estamos convencidos de que el sacrificio valdrá la pena. Sabemos que el esfuerzo constante será recompensado, porque creemos que nuestra capacidad es alta”.
Junto a él, ese emocionado padre, nacido en el Altiplano Cundiboyacense y defendiendo la identidad de su lengua como muchos colombianos, pensará: “Sos inmenso, mi pequeño. ¡Bárbaro!”.
Con vuestro permiso.
JAIRO VALDERRAMA V.
Profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Sabana
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