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Bogotá en un café

"Bogotá de los cafés" parece una hermosa postal abstracta que se asocia un sentimiento nostálgico.

El programa Bogotá en un Café se ha dado a la tarea de volver concreta esa idea y de recordarnos que buena parte de aquella ciudad sigue viva.
Al recorrer el centro de Bogotá una tarde cualquiera es posible identificar, en medio del tráfico y el flujo masivo de transeúntes provenientes de todas partes, testimonios de la ciudad que fue antes del 9 de abril del 48 y evidencias de lo que ha cambiado desde entonces. En ese panorama, los cafés ocupan un lugar central, en el cual convergen algunas de las más características prácticas sociales y culturales, personajes icónicos y desarrollos arquitectónicos y urbanos del centro de la capital. Los cafés anteriores al Bogotazo, donde se escribía poesía y se fundaban revistas literarias, donde se hacía periodismo y se confabulaba contra el gobierno de turno, donde se negociaba y por supuesto se vivía la bohemia, hacen parte de nuestro imaginario colectivo. De esos cafés del tiempo pasado que marcaron una época, hoy solamente quedan unos cuantos. Paralelamente, a medida que los giros de la historia, las crisis o simples decisiones personales han llevado al cierre de algunos establecimientos, otros han ido surgiendo durante las últimas décadas.
Algunos de ellos han tomado como referencia a los cafés tradicionales y su estilo recrea la ciudad de los años cuarenta con la memoria de Jorge Eliécer Gaitán. Otros se han distanciado de ese modelo tradicional y apuntan a otro público, otra estética y otra forma de consumir la bebida, promoviendo el uso de cafés de origen y los métodos manuales de extracción. A su manera, todos fortalecen la cultura del consumo de la bebida y enriquecen
el universo de los cafés del centro bogotano.
Para los habituales caminantes del centro y asiduos visitantes de los cafés esos espacios son imprescindibles para reuniones de trabajos, para conversaciones con amigos o para pasar un buen rato. Esta es precisamente la relación que muchos bogotanos han tenido, y aún tienen, con esos espacios determinantes para la capital. Bogotá estaba en mora de hacer algo por sus cafés. Otras ciudades ya habían adelantado programas en ese sentido. La principal referencia era el programa para la protección y promoción de los Cafés, Bares, Billares y Confiterías Notables de la ciudad de Buenos Aires, iniciado en 1998 y fortalecido por Nani Arias cuando tuvo a su cargo el área de patrimonio del Gobierno de la ciudad.
En abril de 2012 María Eugenia Martínez fue nombrada directora del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural y acogió la idea de incluir en el marco del Plan de Revitalización del Centro Tradicional un programa dedicado a los cafés como lugares de encuentro y elementos dinamizadores de la vida urbana. Así nació en octubre de 2013 el programa Bogotá en un Café. Muy pronto se unieron al programa las arquitectas Laura Pinzón y Julieth Rodríguez, la gestora de patrimonio cultural Nubia Lasso, el historiador Alfredo Barón y algunos estudiantes que hacían sus pasantías en el IDPC. El proceso comenzó de manera consecuente con el tema, recorriendo las calles para levantar un registro primero, lo que llevó al reencuentro con cafés ampliamente conocidos como El Pasaje, El San Moritz y La Romana, pastelerías tradicionales como La Florida, La Belalcázar y La Fontana; también nos condujo al hallazgo de viejos lugares no tan famosos como El Mercantil, e incluyó cafés de más reciente aparición como Ibáñez, Arte y Pasión, Rec y La Chata, al igual que sucursales de las cadenas Oma y Juan Valdez, que han regenerado viejos  inmuebles patrimoniales para sus locales.
Además de convocar a los propietarios y hacer levantamientos fotográficos, el programa ha llevado a cabo recorridos turísticos, conversatorios, conciertos y presentaciones de ópera, cine y teatro, convirtiendo los cafés en escenarios alternativos y formando nuevos públicos. Esta enérgica etapa inicial permitió que Bogotá en un Café fuera reconocido con rapidez. Desde aquellas primeras visitas, la base de datos se ha ampliado considerablemente. La lista actual registra alrededor de 500 cafés en el centro de Bogotá entre 1866 y 2015. Esto confirma que antes de mediados del siglo pasado “Bogotá toda era un café”, como lo dijera Juan Gustavo Cobo en un artículo de reciente aparición. Hoy se podría afirmar lo mismo gracias a la existencia de más de 30 cafés abiertos en los últimos cinco años.
Así las cosas, después de revisar más de 180 fuentes documentales y de encontrar más de 300 imágenes, es posible confirmar que los cafés del centro de Bogotá no solamente han sido espacios asociados a los grupos literarios sino también lugares donde tenían cabida diferentes grupos sociales. O dicho de otro modo: la forma en que los cafés se relacionan con la estructura de la ciudad histórica y con el espacio público de su entorno los hace “parte fundamental del amoblamiento urbano”, para citar aquí unas certeras palabras de Joaquín Sabaté. A medida que la investigación avanzaba se fueron publicando algunos artículos en la gaceta Hojas de Café, que a la fecha completa doce números. Esta publicación fue un primer y valioso paso en el propósito de lograr que Bogotá, al igual que Buenos Aires, Montevideo, París y Barcelona, tuviera su propio libro sobre los cafés.
El antecedente argentino, liderado por Nani Arias, fue un referente fundamental; sin embargo, a diferencia de lo que allá se hizo, en este caso se pretendió que la publicación fuera una extensión del programa entendiendo los cafés como lugares de encuentro incluyentes que acogen prácticas culturales actuales, a la vez que son testimonio y reflejo de la cultura y tradición bogotana. Precisamente así se ha concebido El impúdico brebaje, un libro que se acerca a la palabra “café” desde la dimensión múltiple que abarca una bebida esencial para la identidad colombiana, un establecimiento arquitectónico y comercial en el que esa identidad se despliega y el pretexto para unas relaciones culturales y sociales que han marcado la historia de la capital.
Tras dos años de trabajo, Bogotá en un Café ha tomado forma ofreciendo la mirada más completa con que se ha contado hasta ahora sobre estos espacios. El objetivo siguiente es ampliar ese horizonte investigando en otras localidades diferentes al centro histórico. Se espera así que el programa se extienda a otros barrios para que en un futuro cercano se conforme la red de cafés capitalinos, lo que sin duda sería un valioso aporte para la construcción de toda la ciudad.
EQUIPO DE BOGOTÁ EN UN CAFÉ
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