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El último gran tesoro del Grupo de Barranquilla

Familia de Alfonso Fuenmayor donó su biblioteca a Uninorte. Consta de 3.795 libros y 704 revistas.

En el cuarto nivel del sótano de la biblioteca Karl C. Parrish, de la Universidad del Norte, reposa en estos momentos la colección de libros de Alfonso Fuenmayor Campis, archivos que testimonian los años dorados de la cultura barranquillera.
Muchos de estos libros fueron los que inspiraron personajes e historias inverosímiles del realismo mágico que aún siguen fascinando al mundo a través de la literatura universal.
Este legado permanece bajo la vigilancia de hombres y cámaras, como si fuera el tesoro de la Corona, al que solo accede personal autorizado, bajo normas de seguridad.
Alfonso Fuenmayor fue uno de los intelectuales del Grupo de Barranquilla, que existió en la década de los 40 y 50, del que hicieron parte su papá, el escritor José Félix Fuenmayor, considerado el padre literario del boom novelístico colombiano; el catalán Ramón Vinyes, Álvaro Cepeda Samudio, Germán Vargas Cantillo, Alejandro Obregón, Julio Mario Santodomingo y Gabriel García Márquez (hoy fallecidos), y otros periodistas y artistas costeños, que se reunían para discutir sobre todo de literatura, periodismo, cine y pintura.
“El Grupo de Barranquilla fue, en esencia, una cofradía de amigos creativos que se reunían con cierta frecuencia, a conversar y a beber desde ron blanco hasta leche y que influyeron en las obras del uno y del otro y nos dejaron una gran lección de amistad”, subraya en una columna, reciente de EL TIEMPO, el periodista barranquillero Heriberto Fiorillo.
“Es una biblioteca definitiva”, confirma el novelista Ramón Ilian Bacca, quien tuvo la oportunidad de estar en la casa de Fuenmayor y conocer la colección de libros. “Si quieres entender el Grupo de Barranquilla tiene que asomarte a esta biblioteca”, afirma Bacca al señalar que Fuenmayor no solamente era un hombre informado sino erudito con un conocimiento profundo de la literatura. “Esta biblioteca es el reflejo que así era”, sostiene.
Quienes lo conocieron siempre hablaron del tamaño de su biblioteca personal, que contenía libros difíciles de conseguir para la época. Es recordado como un apasionado lector y buscador de ediciones europeas de revistas que nadie más conocía.
“Tenía un conocimiento de esos libros viejos que buscaba en los ‘agáchate’ de París o Estados Unidos, que no eran fáciles conseguir acá”, cuenta Bacca, que utilizó esa biblioteca para darle forma algunos de sus personajes. “Una vez estaba escribiendo un libro sobre los años 20 en Berlín, no encontraba fotos y él me dijo las tenía. Él tenía todo, solo había que decirle cuál era el tema y él sacaba todo”.
El mismo Gabriel García Márquez estuvo largas horas leyendo y conversando con Fuenmayor sobre literatura y consiguiendo insumos para crear o alimentar a muchos de los personajes de sus novelas.
El profesor universitario y escritor Ariel Castillo cuenta que estuvo en dos ocasiones en la casa del maestro en esa ocasión recuerda haber visto libros por todas partes. “Es la biblioteca más completa que hay en Barranquilla”, asegura él, que vio ediciones de Lino Novas Calvo, uno de los autores de la narrativa cubana, que esa época no se manejaba mucho en la ciudad.
Castillo definió a Fuenmayor como uno de los escritores que tenía la formación más sistemática y compleja, apoyada en libros y una gran colección de diccionarios, e incluso algunos en inglés de instrumentos como tornillos o elementos mecánicos.
Los diccionarios fueron la gran pasión de Fuenmayor. Quienes lo conocieron cuentan que uno de sus pasatiempos era corregirlos. En su colección se encuentra una enciclopedia Británica, considerada como la publicación más erudita de todas, que recibió como pago a unas observaciones que le hizo a un diccionario de la editorial.
En buenas manos
La biblioteca que la familia de Fuenmayor donó a la Uninorte tiene 3.795 libros, 704 revistas, sobre literatura colombiana, hispanoamericana, norteamericana, y europea. Algunas de estas ediciones llegaron primero a Barranquilla que a Bogotá, gracias al auge portuario de la resplandeciente ‘Puerta de Oro de Colombia’.
Hay libros del siglo XIX y principios del XX de autores como Baudelaire, Rimbaud y Verlaine. También están las obras de William Faulkner, Ernest Hemingway, Marcel Proust, Thomas Mann, James Joyce, Jorge Luis Borges y Arturo Uslar Pietri, Jean Cocteau, así como ediciones de 1911 de la revista National Geographic.
La colección también contiene viejos papeles mecanografiados y manuscritos propios y ajenos, que permiten rescatar la memoria de uno de los intelectuales a quienes los miembros del Grupo de Barranquilla llamaban ‘Maestro’.
Era un erudito de las letras universales, ensayista y periodista de profesión, quien murió a la edad de 77 años, el 20 de septiembre de 1994.
En la casa del tradicional barrio El Prado, norte de Barranquilla, Adela Rosanía, esposa del maestro, conservó en bloque los libros hasta principios de este año, cuando falleció. Pese a la inclemencia de la humedad y el calor permanecieron en buen estado durante décadas en repisas, vitrinas, cajones, regados por pasillos, cuartos y cualquier espacio de la vivienda en donde tuvieran cabida. Hasta una vieja nevera, que no servía, albergó parte de esta colección.
El rector de la Uninorte, Jesús Ferro Bayona, cuenta que frecuentó la biblioteca entre los años de 1979-1981 para diseñar y escoger los materiales del suplemento dominical Intermedio, del desaparecido Diario del Caribe, del cual Fuenmayor fue director desde finales de los años 1970 hasta 1983.
“Como escribí en una de mis columnas periodísticas hablé muchas veces con el maestro Fuenmayor en la inmensa biblioteca de la parte trasera de su casa. Tenía la sensación de haberme metido en un territorio de palabras con sus innumerables libros, un mundo que no tenía relación directa con el afán que mostraban las gentes que pasaban por el bulevar de la 54, a poca distancia de su cruce con la siempre movida calle 72”, recordó Ferro.
Libros patrimonios
La colección la conforman temas de literatura, filosofía, artes, periodismo, historia, geografía, sociología, antropología, entre otras áreas del conocimiento, en versiones originales de inglés, francés, italiano, latín y español.
Ocupan 26 armarios del sector denominada por la biblioteca como Área Especial. Allí también están a tres referentes del desarrollo de Barranquilla y la región: Las colecciones de Karl C. Parrish, Diego de la Peña y Carlos Angulo Valdés.
Los libros de Fuenmayor están separados por etiquetas que informan sobre el estado de ‘salud’, pues aquí hay obras con más de 100 años, del siglo XIX y comienzo del siglo XX, considerados patrimonio, en versiones originales.
Para llegar aquí debe ser en grupo máximo de cuatro personas. No se permite el ingreso de maletas o bolsos. Quien consulta el material debe usar libreta o cuaderno y emplear lápiz para tomar los apuntes. Hay advertencia que pide que algunos libros solo se manipulen con guantes y sobre superficies rígidas, nunca en el aire y en presencia de funcionarios. Aquí está prohibido el uso de flash.
“La incidencia de Fuenmayor es importante, más si se tiene en cuenta que hay biblioteca de grandes escritores como la Gabo que han salido del país. Tener como custodia esta biblioteca implica que la universidad debe tener un manejo diferente de ella”, señala Andrea Strauch González, quien tiene la tarea de restaura los libros.
Los libros ya fueron desinfectados y divididos de acuerdo a su estado de conservación. También se separaron aquellos que tienen firmas y notas de Fuenmayor, otros con dedicatoria por los autores o personas que compraron el libro y se lo dedicaron.
Velia Janne, coordinadora de colecciones físicas de la universidad, ha encontrado entre los libros fotografías de momentos de esparcimiento del maestro con personajes como Gabo, separadores de libros, cartas selladas que nunca envío. Algunos mantienen, el valor que pagó (3,5 pesos).
Los libros autografiados dejan entrever las relaciones que manejaba Fuenmayor. Hay dos ediciones del libro ‘Los Cuentos de Juana’, de Álvaro Cepeda Samudio, que están firmados por él y otro por Alejandro Obregón, que fue quien hizo las ilustraciones. También la dedicatoria de Gabo en ‘La Increíble y Triste Historia de la Cándida Erendira y su abuela desalmada’: ‘Para Alfonso 20 años después: Gabo’.
El maestro Rafael Escalona también dejó su huella en el libro ‘Arenas Betancurt: un realista más allá del tiempo’: “Le recuerdo este libro, que se refiere a un hombre pequeño a quien considero uno de los artistas más grande de Colombia y el mundo, mírelo bien y no friegue, pa que no diga de mí que yo lo tengo olvidado, con cariño”, Escalona.
“Una de las cosas que se habla del Grupo de Barranquilla es que eran informales e indisciplinados. Es posible que sus actos exteriores como las parrandas en La Cueva se podía ver vitalismo y alegría de vivir, pero esta biblioteca de Fuenmayor nos muestra la profunda disciplina y conocimiento que tenían de la literatura”, puntualiza Bacca, quien no oculta su emoción cada vez que le permiten bajar a la biblioteca de la Universidad del Norte a mirar el último tesoro del Grupo de Barranquilla.
LEONARDO HERRERA DELGHAMS
Corresponsal de EL TIEMPO
Barranquilla.
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