¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Archivo

Con desarme de Farc acabará el miedo al Ejército y Policía en Argelia

Este municipio del Cauca ha traducido el miedo en el rechazo a la Fuerza Pública.

LISA FERNANDA GARCÍA
A metros reconocen al forastero y lo escudriñan de la cabeza a los pies. Los habitantes de Argelia parecen soberbios, pero en realidad son tímidos. Como si se hubieran puesto de acuerdo, hablan con monosílabas y responden las preguntas a cuentagotas.
Dicen haberse acostumbrado a convivir con la guerra y, aunque no la quieren, prefieren resistirla que salir de su terruño sin rumbo alguno. Cuando se les habla de paz cruzan miradas entre ellos y se les ve apáticos, pero solo están curtidos por la violencia de la que han sido presas durante décadas.
En los 655 kilómetros cuadrados de Argelia, municipio enclavado en las montañas del suroccidente del Cauca, hay unos 28.000 habitantes.
Esta población ha sido una de las más golpeadas por la violencia de las Farc y de otros grupos armados, incluidos los narcotraficantes. En los últimos tres años ha sufrido cerca de 70 ataques de las Farc.
Según los argelinos, los problemas llegaron hacia el 2007, cuando la Fuerza Pública se estableció allí. Sostienen que tenerla cerca se convirtió para ellos en un peligro. Ven al Ejército y la Policía como generadores de conflicto, porque se disputan el control del territorio con las Farc.
“Siempre supimos que había guerrilla y así vivíamos tranquilos. Pero desde que llegaron la Policía y el Ejército a este territorio, la población se ha convertido en blanco de ataques. Hemos quedado en medio de las balas y a nadie le importa eso”, dice uno de los habitantes.
Cansados de la militarización, el pasado 23 de junio una turba de habitantes del corregimiento de El Mango expulsó del territorio a cerca de 60 uniformados que permanecían acantonados allí. Los civiles prendieron fuego a las instalaciones de una improvisada sede policial y derribaron con una retroexcavadora las paredes de la misma.
Para las autoridades nacionales el hecho significó un acto de desobediencia civil, y para la tropa, una humillación, una fuerte bofetada que aún no asimila.
Para los argelinos, en cambio, la situación no fue más que su forma de demostrar la inconformidad con la presencia de cuarteles en medio de sus casas, y exigieron que se les respetara el derecho a vivir tranquilos.
Ahora, una veintena de policías están relegados en una esquina del casco urbano de Argelia, y otros cuantos vigilan al municipio desde lo alto de las montañas, en la vereda Campo Alegre, hasta donde llega un helicóptero con comida, pues los habitantes han decidido ignorar a la Fuerza Pública, hasta el punto de no venderle ni un vaso de agua. (Ver también: Lo que esperan de la paz en las zonas de guerra)
Ni para bien ni para mal, nadie se mete con los uniformados. Es como si fueran invisibles ante los ojos de los argelinos. Aun así, el comandante del Escuadrón Móvil de Carabineros de la Policía del Cauca, el mayor Pedro Astaiza, asegura que la relación entre las partes ha ido mejorando en las últimas semanas.
El cambio parece no ser suficiente, pues hace unos días, motivado por la confianza que le da ver que algunos ya les contestan el saludo a él y a los demás policías, y que otros habitantes de Argelia les venden recargas a celular, el mayor se atrevió a pedirles a los comerciantes que le vendieran productos para organizar la cena de Navidad, pero no lo logró.
‘Nos van a querer’
“Si no hay presencia de Fuerza Pública son los bandidos los que mandan. Aquí la gente respeta a los que matan, y nosotros no matamos. Yo les digo que cuando se vaya la guerrilla nos van a querer y a necesitar porque los narcotraficantes, como pasó en Caucasia, en el bajo Cauca Antioqueño, o en el sur de Bolívar, van a empezar a matar y a ajustar cuentas.
Al respecto, una mujer que dice llamarse Alicia y que se encuentra de compras en una de las tiendas del barrio La Unión, en la cabecera municipal, señala: “No es que odiemos a los policías, simplemente donde hay uno de ellos, hay un riesgo de que nos caiga encima un cilindro de metralla”.
Como ella, muchos argelinos, aunque saben que las Farc están en tregua, prefieren seguir indiferentes con la Fuerza Pública.
“Aquí la orden fue que no se le vendiera ni se le hablara a la Policía. Hace un tiempo vimos cómo mataron a quienes lo hicieron, entonces, así digan que estamos cerca de la paz, es mejor no arriesgarnos, porque quedaríamos marcados”, afirma en voz baja un comerciante de abonos e insecticidas de El Mango.
“Los que seguimos acá estamos llenos de coraje. Mire, aquí mismo, hace unos años, estalló una bomba, y aquí a la vueltica dos cilindros. Todo se volvió una nada”, dice Ursulina Narváez, una campesina de la vereda El Bujío. Su casa, que sobresale entre la maleza, tiene las paredes agujereadas y todos los vidrios rotos. “Después del tercer ataque que sufrimos decidimos no volver a cambiar los vidrios”, añade.
‘Firma en Cuba no arregla problemas aquí’
Para Ursulina, de unos 50 años, la paz está aún lejos. Quiere que se dé, pero dice que hay que ser realistas y entender que con una firma en Cuba no se acaban los problemas de la población. “Desde chiquita estoy escuchando que hay un proceso de paz y hace rato están con el cuento de la erradicación, pero, en vez de mejorar, las cosas empeoran”.
Martha Ruiz es otra habitante de El Mango. Su casa, también agujerada, está junto a una de las bases que la Policía tiene instaladas en la montaña. Dice que sueña con que se acaben las armas, porque eso garantizaría que nadie muriera a manos de otro. Sin embargo, a esta mujer, que lleva 30 años viviendo de los cultivos de la hoja de coca, le preocupa que si se firma la paz se quede sin sustento. “Si se pela la mata, ¿de qué vamos a vivir?, dice.
Willinton Burbano es el inspector de Policía de Argelia. Su sueño es “que el país deje de ver a su municipio como el más cocalero del Cauca” y, en cambio, se resalten las cosas buenas que tiene. Pero confiesa que ve difícil el futuro.
“La situación aquí será igual o peor con la paz. La guerrilla se irá a vivir otra vida, pero lo que viene va a seguir siendo difícil para los argelinos hasta que no se resuelvan nuestras necesidades”, dice.
Entre temores y sueños la comunidad argelina continúa el camino. Algunos más optimistas que otros, pero todos con una ilusión. Mientras los niños y jóvenes añoran irse de allí pronto, a los viejos ya solo les queda la esperanza de que los dejen morir en paz.
‘Dejaremos la coca solo cuando nos garanticen vida digna’
“Mientras el Gobierno está sentado con la guerrilla negociando, aquí estamos en guerra, peleando por nuestra comida”, dice un campesino de la vereda La Primavera de Argelia, haciendo referencia al pasado 19 de noviembre, cuando el Ejército llegó al corregimiento de Sinaí para erradicar manualmente cultivos de coca y le tocó salir luego de un enfrentamiento con los lugareños, que dejó una persona muerta y 14 heridas. (Ver también: Puerto Asís está listo para sustituir la coca)
En Argelia, aseguran las autoridades, un 80 por ciento de la población vive de cultivos de coca. Por donde se mire aparece esa mata verde, por la cual ha corrido tanta sangre en todo el departamento del Cauca.
Fue despensa agrícola
No siempre fue así. Hace unos 20 años, Argelia era considerada una despensa agrícola en la que se cultivaba caña, cacao, aguacate y café. Sin embargo, el abandono del Estado y la baja constante en los precios de sus productos hizo que los habitantes buscaran formas de obtener ingresos económicos más altos y con mayor facilidad. Fue entonces cuando se empezó a dar el tránsito de aquellos cultivos lícitos a un monocultivo ilícito.
“La coca me ha dado lo que el Estado no ha sido capaz. Pero yo no me estoy haciendo rica con este cultivo, apenas me alcanza para lo básico”, dice una campesina.
Los cultivadores de coca aseguran que van a defender sus cultivos con la vida, si es preciso. No están dispuestos a erradicar hasta que el Estado les ofrezca garantías de tener condiciones dignas de vida.
En la actualidad, los índices de pobreza en Argelia son preocupantes.
La mayoría de las zonas del municipio aún no tienen suministro de agua; no hay colegios ni profesores suficientes; la población solo cuenta con un hospital, en el que la atención es de primer nivel, y las vías están en pésimo estado.
“Al Gobierno le queda muy fácil enviar 600 erradicadores, pero se le hace imposible enviar 60 profesores a este municipio”, asegura Ursulina Narváez, una campesina que durante 10 años mantuvo a su familia gracias a los cultivos de hoja de coca.
Otros temores
Ursulina Narváez
Campesina de El Mango
“Al Gobierno le queda muy fácil enviar 600 erradicadores, pero se le hace imposible enviar 60 profesores a este municipio. La paz no se negocia solo con la guerrilla, el Gobierno también tiene que hablar con nosotros”.
Martha Aurelia Ruiz
Cultivadora de hoja de coca
“Si se pela la mata, ¿de qué vamos a vivir? A la Policía le llega la remesa, pero a nosotros no. No queremos más ataques; si se van los policías no sufren ellos ni nosotros”.
Mayor Pedro Astaiza
Comandante Emcar-Cauca
“Cuando se vaya la guerrilla nos van a querer y a necesitar porque los narcotraficantes, como pasó en Caucasia, en el bajo Cauca Antioqueño, o en el sur de Bolívar, van a empezar a matar y a ajustar cuentas”.
Éver Molano
Secretario de gobierno de Argelia
“Si aquí se hablara de un proyecto que de verdad garantizara calidad de vida, estoy seguro de que la población misma erradicaría. En Colombia hablamos de posconflicto, pero eso se dará dentro de unos 20 años; hablemos mejor de posacuerdo a ver qué pasa”.
LISA FERNANDA GARCÍA
Enviada Especial de EL TIEMPO
En Twitter: @LisaGarcíaM
Argelia (Cauca).
LISA FERNANDA GARCÍA
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO