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'Desarrollo y cambio climático se pueden abordar a la vez'

Christiana Figueres, máxima representante de la ONU para temas ambientales, advierte que el acuerdo para frenar el aumento de la contaminación debe ser universal.

El cambio climático ya no es una teoría o una posibilidad, es evidente, y sus efectos se han comenzado a sentir en todo el planeta. A pocos días de la conferencia contra el calentamiento global (COP21) que se celebrará en París (Francia), los países han demostrado compromiso, pero aún queda lograr el objetivo principal: que para fines de este siglo la temperatura global no aumente más de 2 °C respecto de los niveles preindustriales (antes de 1880).
Christiana Figueres, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, tiene sobre sus hombros la misión de encontrar una ruta que lleve al mundo hacia un acuerdo global contra el cambio climático.
Figueres es optimista. “Durante los últimos años ha habido una clara tendencia a aprobar leyes climáticas tanto en países desarrollados como en desarrollo –aseguró a El Mercurio–. Más de un centenar de naciones tienen objetivos de reducción de emisiones para el 2020, fijados en leyes o políticas”.
La diplomática destaca que “más allá de las acciones de los Estados, hay otros actores que están actuando cada vez más contra el cambio climático, lo que no ocurría en el 2009”.
¿En qué se diferenciará el protocolo que se alcance en París del Protocolo de Kioto?
La diferencia más importante entre el Protocolo de Kioto (1997) y el acuerdo de París es que este último será universal. Esto significa que todos los países harán una contribución.
Pero no todos harán la misma contribución. Será como una amplia autopista con carriles diferentes, lo que permitirá que cada uno elija la vía adecuada.
Habrá espacio para la diversidad de los países y de sus distintas circunstancias nacionales. Pero todos van a contribuir e irán en la misma dirección: permanecer por debajo de los 2 °C y crear un mundo neutral en emisiones de carbono.
Otra diferencia es que el acuerdo de París se ve como facilitador y posibilitador, no punitivo. Además, invitará a la cooperación con el objetivo de maximizar los esfuerzos de todos.
La ONU señaló que la población mundial llegará a 11.200 millones en el 2100. ¿Cómo afectará esto el cambio climático?
Ha habido claramente un fuerte vínculo entre el crecimiento de la población y el cambio climático. El gran reto es disociar el crecimiento económico y el de la población del aumento de la contaminación y la degradación medioambiental. Hay varias señales de que este asunto ya está en proceso.
Esto es también importante en lo que se refiere a la construcción de niveles más altos de resiliencia. Habrá, cada vez más, una fuerte conexión entre el crecimiento de la población y los impactos del cambio climático, tales como el aumento del nivel del mar o de las inundaciones. En otras palabras, el tamaño de la población se convertirá en un factor significativo en la magnificación de dichos impactos debido a que habrá muchas más personas vulnerables.
Al final, afrontar el cambio climático y promover el desarrollo sostenible van de la mano y son inevitables para salvaguardar el bienestar de una población mundial en aumento. Ambos requieren la misma transformación de nuestro modelo de desarrollo.
Una acción climática valiente es generadora de oportunidades en la transición a un nuevo modelo de crecimiento sostenible y climáticamente seguro.
¿Deberían los países hacer un esfuerzo mayor en sus compromisos?
Antes de la conferencia de París, cada nación hace una contribución de acuerdo con sus circunstancias nacionales. Estas están recogidas en lo que denominamos Contribuciones Nacionales Previstas y Determinadas (INDC, por su sigla en inglés). Hemos recibido 149 de ellas que representan a 176 países y que en total cubren el 95,4 por ciento de las emisiones de CO2 mundiales. El nivel de compromiso de los países es impresionante.
No obstante, es probable que la suma total de esas INDC no sea suficiente para alcanzar el objetivo de mantenernos por debajo del límite de los 2 °C. Es por este motivo por el que en París hay que aunar los esfuerzos, pero además marcar el camino. Las INDC actuales son un primer paso. Hará falta que los países vayan aumentando sus ambiciones en el tiempo, por ejemplo, cada cinco años.
¿Cuál es el primer paso que deberían dar los países que se quieren comprometer realmente con la lucha contra el cambio climático?
La presentación de sus INDC es una señal. Además, los países desarrollados necesitan incrementar su nivel de apoyo financiero a las naciones en vías de desarrollo.
¿Cuál es el mayor reto para los países en desarrollo?
Se está normalizando la idea de que con redes de energías renovables y eficientes, y sociedades y economías que se adaptan al cambio climático, también se aumentan el desarrollo, los beneficios empresariales y el bienestar común. La Agencia Internacional de Energía ha informado que en el 2014, las emisiones globales de carbono procedentes de los combustibles fósiles fueron estables, a pesar de que la economía mundial creció un 3,3 por ciento. Un año no garantiza una tendencia, pero indica que se puede desconectar el crecimiento de las emisiones.
En cierto sentido, a los países en desarrollo se les pide el esfuerzo más grande, que es continuar desarrollándose, pero con una huella de carbono mínima. Además, las naciones desarrolladas se enfrentan a la responsabilidad de sacar a millones de personas de la pobreza, mientras que se adaptan a unos impactos del cambio climático que golpean más duro a los pobres.
Ambos retos son inmensos, pero estoy convencida de que se pueden superar con buenas políticas nacionales de cambio climático, con apoyo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y con el acuerdo de París.
¿Cómo conciliar desarrollo, compromiso y conciencia sobre el cambio climático?
Si no se actúa frente al cambio climático, es muy probable que la temperatura media mundial sobrepase los 4 °C. Esto acabaría con los beneficios del desarrollo y amenazaría de manera seria la estabilidad económica. En otras palabras, si no logramos una transición del modelo de crecimiento económico hacia una trayectoria baja en emisiones, entonces absolutamente todo el crecimiento económico acabará siendo en vano.
En este sentido, elegir entre desarrollo, crecimiento y beneficios, de un lado, y acción climática, no crecimiento y pobreza, del otro, es un argumento falso. Vivimos en un periodo de oportunidades fantásticas. Están emergiendo nuevos modelos de crecimiento sostenible que tienen que ser la norma. El desarrollo y el cambio climático se pueden abordar a la vez, lo que generaría beneficios para las personas y el planeta.
FRANCISCA MATURANA TORRES
El Mercurio (Chile)
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