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Cuando los votos pueden más que las balas

Cuando los votos pueden más que las balas

En América Latina los golpes y las dictaduras van quedando para la historia.

24 de noviembre 2015 , 06:37 p. m.

En Myanmar (antes Birmania), el partido oficial, respaldado por el ejército, que hasta hace poco ejerció una brutal dictadura, fue derrotado por la oposición encabezada por la premio nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, presa por años. Su partido, la Liga Nacional para la Democracia, ya había ganado en ocasiones anteriores pero los militares burlaron su triunfo.

Ahora, los votos fueron contados como se debe, y le dieron a la Liga 387 escaños del Parlamento, contra apenas 42 para el oficialismo. Un poeta, Tin Thit, también preso por años, le ganó el escaño al poderoso general, U Wai Lwin, antiguo ministro de Defensa. El poeta triunfante dijo algo que no será novedoso, pero es verdadero: “Los votos pueden más que las balas”.

En América Latina las balas, o sea golpes y dictaduras, van quedando para la historia, como acaba de demostrarse en las elecciones presidenciales de Argentina. La democracia se dilucida en los recintos electorales, y no en los cuarteles. Estuve hace poco en Buenos Aires, y un fraude electoral parecía a todos un asunto de otro planeta.

Ahora sigue Venezuela, con las elecciones legislativas del 6 de diciembre. En medio de la profunda crisis social y económica, las encuestas auguran la victoria de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), que desplazaría del dominio del Poder Legislativo al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).

En medio graves cargos contra del sistema, la historia electoral bajo el chavismo resulta impecable. Venezuela es el país de América Latina donde más elecciones se han dado en los años recientes, a pesar del control oficial sobre el tribunal electoral.

Los reparos están en cómo el Gobierno ha asumido sus derrotas, despojando de sus poderes a los funcionarios electos, gobernadores y alcaldes, mediante maniobras legales o medidas de hecho, o metiéndolos simplemente a la cárcel. Ahora, de ganar la oposición, el presidente Maduro perdería el control del andamiaje legislativo, del que depende buena parte del poder absoluto que ejerce.

Solo para empezar, de acuerdo con la Constitución bolivariana, la Asamblea Nacional puede delegar en él la autoridad de dictar leyes y decretos por periodos prolongados, en una larga lista de materias. En unas nuevas circunstancias en que la oposición controlara los dos tercios de la mayoría parlamentaria, como parece que podría ser, esta transferencia absoluta de poderes al presidente, que deja prácticamente en receso a la Asamblea Nacional, ya no podría darse.

Un conflicto institucional está a la vista, y acomodar una situación semejante corresponde a los mismos mecanismos de la democracia. Debería imponerse un diálogo de convivencia, para que el país no siga descarrilándose.

Pero las declaraciones del presidente Maduro no barruntan lo mejor. Aunque ha dejado claro que respetará los resultados electorales, también ha dicho que de perder estas elecciones, “no entregaríamos la revolución y la revolución pasaría a una nueva etapa”; y que gobernaría “con el pueblo… y en unión cívico-militar… quien tenga oídos que entienda, el que tenga ojos que vea clara la historia, la revolución no va a ser entregada jamás…”.

Surgen entonces preguntas inquietantes: ¿Qué significa no entregar la revolución, si la mayoría legítima de los votantes pone a la Asamblea Nacional en manos de las fuerzas opositoras? ¿Una nueva etapa de la revolución significa más radicalización y pérdida de más libertades ciudadanas, más autoritarismo? ¿Qué significa gobernar con el pueblo, si es que el pueblo ya ha votado en contra del partido oficial? Y peor de todo, ¿qué significa gobernar en unión cívico-militar? ¿Qué pito tocan los generales y los coroneles a la hora en que los votos dilucidan el asunto del poder? Eso me recuerda al poeta birmano Tin Thit cuando dice, con tanta razón, que: “Los votos pueden más que las balas”.

El presidente Maduro también ha dicho que si su partido gana las elecciones legislativas, llamará a un diálogo nacional. Es lo que debería hacer también si las pierde. Y lo que debería hacer la oposición si gana. El diálogo es un instrumento de la democracia y de un poder irreductible.


Sergio Ramírez
@sergioramirezm

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