El encargado de saludar al público sobre la tarima del mítico Radio City Music Hall fue el comediante Jimmy Fallon: “Hola (en español), konichiwa, ciao... o, como diría Adele, ¿What’s up? (¿qué hay?)”. Así, la principal estrella de la audiencia televisiva en Nueva York presentó a la cantante, que lo esperaba tras bambalinas, como se hacía en los mejores espectáculos de Ray Charles, Frank Sinatra o Elvis Presley.
El martes pasado, la británica Adele se presentaba por primera vez en Nueva York. Tres discos, y la noche tenía sabor a debut. Ella, ataviada con su vestido largo como siempre, no podía ocultar sus ganas de saltar al finalizar las canciones. Cuando cerró con ‘Rolling in the Deep’, ligaba algunas estrofas con gritos de emoción. Ya no parecía de 25, como se titula su nuevo álbum (hoy tiene 27 años), sino de 15.
“Quería hacer este show desde hacía cuatro años”, reconoció, acelerada. Este debut se dio en el mítico teatro que enmarca una de las esquinas del Rockefeller Center, y a tan solo unas calles de NBC, en donde Fallon produce su programa diario. Pero el ‘barrio’ le perteneció a Adele esa noche, las filas de sus fanáticos daban la vuelta a la manzana. Entre el público que fue a verla, en las más de 6.000 sillas del teatro, aparecieron personajes como las comediantes Amy Poehler y Tina Fey, pero también, sorpresivamente, el candidato presidencial Donald Trump.
La británica demostró que es la dama de la canción actual, como lo fueron en su momento Ella Fitzgerald o Aretha Franklin. Con una salvedad: cuando no canta, habla como los muchachos de su edad. “Sentía que tan pronto estuviera frente a ustedes, me cagaría en mis pantalones”, soltó sin ningún reparo. El público le celebró el apunte.
También preguntó: “¿Cuántos hombres que están aquí vinieron arrastrados por sus esposas?”, y no fueron pocos los que se sintieron aludidos y gritaron emocionados.
Hay algo nuevo en Adele. La melancolía y profunda tristeza que rodearon el proceso de composición de sus anteriores discos, ‘19’ y ‘21’, quedaron atrás y dieron paso a una mujer que se dice afortunada, madre de familia, más segura de sí misma y orgullosa de su matrimonio (su pareja es Simon Konecki y tienen un niño de tres años llamado Angelo), que ya no tiene pudor y que se atreve a salir con la cara lavada en la carátula de la revista ‘Rolling Stone’. Su nombre es sinónimo de fortaleza, y este disco es el primero en cuya portada mira a los ojos.
Eso no significa que ‘25’, lanzado oficialmente el viernes, abandone la temática de la melancolía profunda. Ni que hayan fluido con facilidad las letras. De hecho, Adele dijo que durante el proceso sufrió el famoso ‘bloqueo de escritor’.
Canciones como ‘When we were young’, ‘Water under the bridge’, ‘Send my love (to your new lover)’, ‘Love in the dark’ e, incluso, un corte con sabor a bolero como ‘Million Years Ago’ dan cuenta de historias muy sentidas. Todo esto lo abre con ‘Hello’, el lamento de una mujer que decide volver a llamar a su ex para revelarle todo lo que ha sentido por él desde su ruptura.
Esta canción, el primer sencillo que la discográfica liberó semanas antes del lanzamiento del álbum, ya suena en radio y en otros medios constantemente. Promete entrar al listado de las canciones inolvidables del siglo (ha encadenado tres semanas como número uno en las listas británicas, según informó la industria fonográfica de Reino Unido. Ha sido además la canción que más rápido se ha vendido en lo que va de año, por lo que ha recibido el estatus de platino) junto a las tan rotadas –hasta la saciedad– ‘Crazy’ (Gnarls Barkley), ‘Get Lucky’ (Daft Punk), ‘Somebody That I Used To Know’ (Gotye), o su propia ‘Rolling in the Deep’. Un video aficionado que se ha hecho viral en redes sociales muestra a un hombre que llora desconsolado en su carro porque al sintonizar todas las frecuencias solo escucha ‘Hello’.
Todo esto no siempre ha sido así para Adele, ella ha tenido que recorrer un camino diferente al de las figuras del pop actual. Su disco ‘21’ fue un fenómeno en ventas antes de que ‘Rolling in the Deep’ empezara rotación en la radio. La gente se acercó a conocer su talento a través del runrún que corría en la prensa y en redes sociales. Eso pasó en Colombia, donde Adele generó con ese álbum uno de los picos de ventas de música anglo más altos en la década, en una época en que menos gente compra discos. Fue después que la radio la retomó.
Antes de que todo comenzara con ‘19’, hace siete años, Adele representaba la clase de artistas a los que los representantes les resulta casi imposible promover: un gran talento refugiado en una persona que no encajaba en los parámetros de estrella pop, tanto en lo físico como por su estilo old fashioned (anticuado), y cuyo peso recaía enteramente en su gran voz y sus canciones. Para nadie es un secreto que, en la industria musical, mucho depende del concepto y de la imagen que se empaquetan con el artista.
Y no es gratuito que apenas ahora debutara en Nueva York: es el costo de su formato, que no viaja tan fácilmente. Va desde la banda convencional hasta una orquesta con 30 músicos en escena. Su sonido y su propuesta no es para festivales, es una voz para teatros. Y, por todo eso, sus giras de promoción son reducidas.
‘25’ también significa el trabajo de Adele junto a productores que tienen estilos muy bien definidos en la industria del pop actual, uno para cada canción. Pasaron Danger Mouse (en River Lea), Paul Epworth (I Miss You), Greg Kurstin (Hello), entre otros, y con colaboraciones en composición de Bruno Mars y Ryan Tedder.
La artista reconoce que ya entendió que sus próximos discos ya no llevarán el nombre de los años en los que los escribió; los ejecutivos de la discográfica le hicieron caer en cuenta de que no sería muy viable comercialmente llegar a publicar ‘35’, ‘43’...
La noche en el Radio City Music Hall la mostró en su faceta completa como artista, a veces ella sola con la guitarra –y contando que temía dañar sus uñas arregladas–, otras en el formato completo, mientras su imagen se proyectaba sobre todo el tablado del gran teatro. También hubo momentos para un homenaje a París que aplaudió el público estadounidense, hoy arrinconado por los noticieros que los alarman todo el día con el terrorismo. Al final, la gente salió del teatro feliz; algunos decían que habían acabado de ver a la mejor cantante del mundo en la actualidad.
CARLOS SOLANO
Cultura y Entretenimiento
Nueva York. (*)
* Por invitación de Sony Music