El Grammy Latino entregado dos noches atrás a la agrupación bogotana Diamante Eléctrico en la categoría de Mejor Álbum Rock es un logro muy importante para la historia de la música rock hecha en Colombia. Un galardón que debe mirarse desde varias ópticas en pro de que el género tenga la valoración local que merece.
Cierto es que Aterciopelados, Juanes y Carlos Vives, quienes en cualquier momento podrían considerarse rock, lo han logrado, pero aquí se trata de un premio que por primera vez se entrega a una banda colombiana rotulada dentro de lo que convencionalmente conocemos como rock.
No es que crea que los Grammy son la gran panacea de esta industria ni el reflejo inequívoco de lo que acontece en la misma. Pero independiente de todo el lobby y gestión que se mueve entre sus tripas, han sido, son y serán importantes como institución que reconoce logros, trayectorias, talento y creatividad. Conozco varias bandas que merecerían pronto ese sitial. No necesito nombrarlas, ellos y quienes están en este medio saben quiénes son.
Pero la estatuilla recibida por los Diamante Eléctrico nos pone de nuevo ante la contradicción insostenible de hacer rock en nuestro país. A mis estudiantes del programa de Música de la Universidad Incca que quieren hacer rock, y muy a mi pesar, les doy una palmadita en el hombro y les digo “chino, no sabe en lo que se metió”, pero igual los exhorto a que solo con incansable pasión, honestidad y trabajo, tarde o temprano verán los frutos. Eso es lo de la premiada banda.
El veterano Andrew Loog Oldham, otrora mánager y productor de los Rolling Stones y quien llevaba muchos años viviendo en Bogotá, decía en 1988 que esta ciudad se le parecía a Londres en 1963 o 1964, plagada de una maravillosa cantidad de propuestas musicales (rock), un hervidero que tarde o temprano iba a estallar. Salvo muchos casos puntuales y de una historia que ya antes resumí en dos partes en esta columna, aún sigo esperando ese gran estallido.
Inconmensurable logro de Diamante Eléctrico mientras Bogotá sigue escasa de sitios donde tocar, los medios dan un apoyo disfrazado de apoyo, y el Distrito aún considera que Rock al Parque, y sus programas de estímulos, son los adecuados para una escena a la que aún toca meterle mucha leña para que la olla hierva y se desborde de verdad.
DANIEL CASAS
Periodista musical