De casi cuatro metros de largo y un poco más de un metro de alto, los cóndores no solo simbolizan a Colombia, sino también a los Andes. Y aunque en el país hay cerca de 200 de estas aves, uno de los problemas es su baja tasa de reproducción: solo ponen alrededor de un huevo cada dos años, y la cacería furtiva los amenaza.
En un trabajo conjunto entre el Ministerio de Ambiente, la Asociación Colombiana de Parques Zoológicos, Acuarios y Afines (Acopazoa) y el Parque Jaime Duque, se gestionó un proyecto en el que Chile donó tres parejas de cóndores para que se reproduzcan en Colombia, y liberar sus crías.
Estos cóndores chilenos llegaron a un centro de rehabilitación en el centro de ese país hace más de tres años. Después de su recuperación y de estudios, se evaluó si podían volver a su hábitat; sin embargo, no estaban en capacidad de volver.
Así fue como, gracias al proyecto de conservación de la especie en Colombia, Chile tomó la decisión de donar estos individuos, pues cumplían con algunas características necesarias del proyecto: ser jóvenes (tienen aproximadamente 7 años, época en la que alcanzan su madurez sexual), vivir en cautiverio y tener un buen estado de salud.
Los cóndores chilenos llegaron a Colombia en cuarentena, y había que revisar su estado de salud.
“Una vez se tengan los animales para liberar, se hacen los estudios de reproducción y de bienestar. Si el estado del hábitat cumple con las necesidades, se procede a liberarlos”, dijo Antonio Gómez, del Minambiente.
La idea es formar parejas de reproducción que se mantendrán estables durante toda la vida, son monógamos (poseen una pareja durante todo su ciclo reproductivo). Una pareja se quedará en el Jaime Duque, otra irá al zoológico de Medellín y la última viajará a la Naviera Nacional de Barú.
“Tenemos una responsabilidad gigante porque es un programa nacional, la expectativa es que se puedan reproducir y poner sus crías en la vida silvestre para que haya una nueva evolución de la especie”, dijo Leonardo Arias, director científico del bioparque Wakatá.
Estos lugares debieron modificar parte de sus instalaciones a fin de cumplir los estándares para que las aves, por ejemplo, tuvieran un nido, un área de majeo y una cueva.
El éxito de la conservación de la especie depende del cuidado del ecosistema y de la responsabilidad del hombre, pues es un trabajo que no solo compete a parques, zoológicos y ministerios, sino a la conciencia de la población.
DANIELA REYES
Especial para EL TIEMPO