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Al oído de Peñalosa

Seguridad, movilidad y calidad urbana. Más atención a la primera infancia y educación de calidad.

GUILLERMO PERRY
Dicen que para hablarle al oído a Peñalosa hay que empinarse mucho y que aun así oye poco. Pero decidí correr el riesgo, porque en esta campaña vimos un Peñalosa menos arrogante y más abierto a ideas de otros. Eso, además del buen recuerdo que dejó como alcalde y el deterioro de la ciudad bajo las tres alcaldías recientes, definió su victoria.
La campaña acertó con el lema ‘Recuperemos Bogotá’. Pero hay que recuperarla para TODOS. Petro intentó polarizar la ciudad entre pobres y ricos, y al final se dio cuenta de que la mayoría de los bogotanos son de clase media y tienen aspiraciones que van más allá de barrer calles como empleados de Aguas de Bogotá. Peñalosa debe reconocer que, si bien las alcaldías anteriores dejan un desastre en temas de seguridad, movilidad y calidad de vida urbana, hicieron también algunas cosas buenas en política social. Y que la izquierda representa al 20 por ciento de los ciudadanos.
Por eso mi primera recomendación es que construya sobre los avances logrados en política social. Y que concentre su trabajo en lo que falta, en particular en asegurar la atención integral a la primera infancia (la mayor promesa incumplida de Petro) y mejorar la calidad de la educación básica. Con ello podríamos construir una capital con igualdad de oportunidades, y los graduandos de escuelas públicas aprovecharían mejor la excelente oferta universitaria, pública y privada, que tiene Bogotá.
Las alcaldías de Peñalosa y Mockus fueron pioneras en innovaciones que mejoraron el manejo de las escuelas públicas. Ahora Peñalosa podría poner en marcha un programa ambicioso de mejora de la calidad de la docencia, como el recomendado en el estudio de la Fundación Compartir, ya que el Gobierno Nacional no está haciendo lo suficiente en este tema.
Peñalosa puede, además, reactivar la construcción de vivienda, en particular la VIS y VIP, que Petro frenó, no obstante su supuesto interés por los pobres.
Asimismo, puede invertir la tendencia al deterioro de la seguridad, la movilidad y la calidad de la vida urbana. En seguridad tiene un programa audaz: secretaría de seguridad y focalización en ‘puntos calientes’ –una estrategia que ha funcionado bien en Nueva York y en Medellín–. Y ha dicho que va a ejecutarlo de la mano de la Policía, a diferencia de Petro.
Peñalosa es un experto en movilidad y urbanismo, lo cual es muy bueno, pero tiene un riesgo: que no oiga a otros o que demore excesivamente algunas decisiones. Debe y puede poner a funcionar bien el Sistema Integrado Transporte y TransMilenio, que los alcaldes anteriores descuidaron por ser iniciativas de Peñalosa. Debe y puede construir varias troncales, entre ellas la ALO, que paró Petro, para aliviar la absurda congestión de camiones y buses interurbanos por las calles de Bogotá. Obviamente, protegiendo los humedales. Peñalosa tiene razón en muchas de sus críticas al actual diseño del metro, pues sería mucho mejor transportar más gente a menor costo y cobrando valorización. Pero debe proceder con rapidez a estudiar las alternativas que no quiso mirar la alcaldía Petro, decidir e iniciar pronto la construcción de la primera línea.
Finalmente, Peñalosa (quien dotó a la ciudad de parques y bibliotecas públicas) puede traer un renacimiento de lo público. Porque la izquierda capitalina habló mucho de ‘lo público’, pero lo entregó o subordinó a intereses particulares. Así, el espacio público quedó a merced de los vendedores informales (y las mafias que los aprovechan), de los constructores y de quien quisiera apoderarse de las calles y andenes. Y la concepción trasnochada de Petro y del Polo de ‘lo público’ resultó simplemente en una expansión sin precedentes de la burocracia distrital, sin beneficio para los ciudadanos.
GUILLERMO PERRY
GUILLERMO PERRY
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