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En Armero, más de 200 familias siguen buscando a sus niños perdidos

Aún hay sobrevivientes que se resisten a creer que sus hijos murieron bajo el lodo.

EL TIEMPO
Édgar Santos, maestro de construcción, sigue buscando a sus dos hijos, desaparecidos hace 30 años en Armero. Cuando la avalancha comenzó a bajar por las calles del barrio Santander, cargó sobre sus hombros a William y Henry, que entonces tenían 12 y 3 años, respectivamente, y se subió al techo de la casa, donde también llegó su esposa, Deysi, y su madre, Guillermina Barrera.
En medio de la oscuridad, las aguas subieron y la edificación de concreto fue arrastrada como si fuera de papel. Ese día murieron su mamá y su mujer. De sus hijos no volvió a saber nada y sus cuerpos jamás se encontraron.
Édgar se salvó porque las aguas lo arrastraron hasta la copa de un palo de mango. Solo al amanecer del 14 de noviembre pudo comenzar la búsqueda de sus hijos. En los días posteriores a la tragedia, fue de albergue en albergue y hasta municipios vecinos, como Venadillo, Lérida, Honda y Alvarado; incluso, hasta Guaduas (Cundinamarca). Pero nadie le daba buenas noticias. (Lea también: Entregan mapa con los límites de Armero)
Sus esperanzas se basan en que sobrevivientes que hoy tienen más de 30 años le contaron que vieron con vida a William, su hijo mayor. “La gente comenta que probablemente alguien se lo llevó. Durante la tragedia hubo muchos avivatos que robaron objetos de valor y otros que se llevaban a los niños que hallaban abandonados, tal vez para venderlos”, lamenta.
Francisco González, de Armando Armero, en una campaña de búsqueda de niños. Una de sus primeras ideas fue poner vallas con las caras de ellos. / Foto: Juan Carlos Escobar.
A Santos no se le olvida que el día de la avalancha celebró con Henry las buenas notas que obtuvo en el Colegio Oficial de Varones de Armero. “Me dijo: ‘papi, gané el año’ ”, recuerda Édgar, que perdió a 27 familiares, entre ellos siete niños.
Su hermana Gladys tampoco ha perdido la esperanza de hallar con vida a su hijo, Leonardo Palacios Santos, que a los 8 años era el mejor estudiante en la escuela del sector Pueblo Nuevo.
Por un viaje a Bogotá, ella tuvo que dejar al pequeño al cuidado de su madre, en el barrio Santander. Al día siguiente, cuando volvió a Armero, no encontró nada. El alud se había llevado la casa.
Gladys está convencida de que Leonardo está con vida. “Una amiga me dijo que vio a un joven idéntico a mi hijo, por lo que reactivé la búsqueda, pero todo ha sido inútil”, cuenta esta mujer, a la que el desastre no pudo arrebatarle a una hija que hoy tiene 32 años. (Vea aquí: Los secretos de 'Armero', la película sobre una tragedia anunciada)
Encontrar a nuestros hijos no será fácil, pues a muchos les han ocultado lo que sucedió. Le pido a Dios que lo bendiga donde quiera que esté”, afirma antes de agregar que Leonardo debe ser un profesional exitoso.
Los niños del ‘Libro blanco’
Francisco González, director de la fundación Armando Armero, escribió el Libro blanco para registrar a las familias que no han perdido la ilusión de hallar con vida a sus hijos, casos que ya suman 202. Y también escribió el Libro verde, para registrar niños que hoy son adultos y que buscan a sus parientes.
“En ese entonces, Armero podría tener una población de unos 10.000 niños, pero ha sido complicado establecer si todos murieron”, advierte González, quien asegura que seguirá investigando el tema.
Dos sobrevivientes recorren la zona de la tragedia, hoy abandonada. / Foto: Juan Carlos Escobar.
De hecho, para esta semana coordinó, en la notaría de Armero, una toma de muestras de ADN a las familias que buscan a sus hijos. “El ADN lo estudia el laboratorio del científico Emilio Yunis. Con esas pruebas buscamos unir a los padres con los niños perdidos en la tragedia”, dice González. (Lea: Travesía por Caldas y Tolima para analizar el volcán Nevado del Ruiz)
En esa búsqueda está Pedro García, que vive solo luego de perder esa noche a su esposa, María de los Ángeles Cubides, y a sus hijos: Marcela, de 4 años, y Pedro, de 2. No quiere recordar lo que sucedió ese día, pero sí habla con entusiasmo de una grabación del noticiero TV Hoy –que se emitía en esos años– que muestra el rescate de una niña con los mismos rasgos de su hija. “En la grabación se ve a Marcela siendo rescatada del barro, junto a otros pequeños”, exclama García, que la ha buscado por todo el país.
Pero no todos son padres buscando a sus hijos. En el barrio Nuevo Armero, en el municipio de Venadillo, Laura Roa llora a un primo de 13 años y se pregunta por el paradero de su prima Carolina Zárate Acosta.
Su tía Beatriz Acosta, junto con el esposo, José Jadel Zárate, murieron bajo los escombros de la casa, pero ella reaccionó y sacó con vida a Carolina, hija de la pareja. Roa buscó protección en el techo de una vivienda vecina, pero también fue arrastrada y no supo qué paso con Carolina, que tenía 8 meses.
“La tenía en mis brazos, pero la casa se derrumbó y no supe qué sucedió, porque perdí el conocimiento”, dice esta mujer, de 44 años, que lleva en su rostro las cicatrices de la tragedia.
Al día siguiente, despertó en una clínica de Ibagué y pudo darse cuenta, por la televisión, de que un helicóptero rescató a una niña con las mismas características físicas de su prima Carolina.
“El helicóptero la sacó viva del barro, era una niña mona, con aretes y una pijama amarilla adornada por la figura de un conejito, igual a la pijama que tenía puesta Carolina la noche de la tragedia”, explica Laura. “Creo que está viva, pero si la adoptaron o la vendieron a una familia, mi corazón me dice que ella está bien, y lo importante es que Carolina se encuentre bien”, señala.
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