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La ciencia avala crianza en hogares homosexuales

Estudios señalan que niños que viven con parejas del mismo sexo no muestran mayores diferencias.

CARLOS F. FERNÁNDEZ
Que las parejas del mismo sexo son poco estables y promiscuas, que distorsionan el proceso de crianza, que la conducta homosexual tiende a ser imitada por los hijos y que solo los heterosexuales están en capacidad de brindar un entorno apto y seguro a los niños: así pueden resumirse los argumentos de quienes se oponen a que los homosexuales adopten niños.
Y si bien señalan que soportan lo dicho en estudios, la evidencia científica en sentido contrario es cada vez más abultada.
Uno de los pronunciamientos más representativos es el de la Academia Americana de Pediatría, publicado en el 2013 en la revista Pediatrics.
Tras analizar alrededor de un centenar de estudios relacionados con los efectos que puede tener sobre los niños la tutoría de una pareja homosexual, investigadores concluyeron que no hay impactos negativos en el bienestar físico o emocional que se deriven de la orientación sexual de los padres.
En su metaanálisis, esta organización sostuvo, por el contrario, que el desarrollo adecuado de los menores puede resultar afectado por factores ajenos a la identidad sexual de los adultos, como los conflictos de pareja, la inestabilidad económica, el estrés emocional y la falta de afecto.
De acuerdo con la psiquiatra infantil Olga Albornoz, son estas condiciones, que se presentan en cualquier pareja, las que atentan contra la autoestima, la sensación de seguridad y el equilibrio de los niños.
Abordar estudios de esta clase también hace necesario profundizar en el concepto de familia y de los roles que cada integrante tiene dentro de ella.
Es célebre un trabajo de la antropóloga estadounidense Margaret Mead, quien comprobó que los papeles del hombre y la mujer en las culturas occidentales pueden diluirse dependiendo de las circunstancias en que estén; eso quiere decir que en una relación el rol tradicionalmente masculino puede ser ejercido por ella, y a la inversa.
A los detractores de este modelo les preocupa cómo pueden percibir eso los niños y hasta qué punto la situación puede generar confusión en ellos sobre los roles familiares.
Sin embargo, la evidencia también apunta a que desde muy pequeños los hijos comprenden la realidad social en la que se encuentran y se adaptan con facilidad.
¿Y la imitación?
Otro temor recurrente entre quienes se muestran contrarios a la adopción gay se funda en la presunción de que los niños pueden acabar imitando comportamientos homosexuales de sus padres.
Una revisión de la literatura sobre este aspecto, realizada en el 2004 por Eva Buil, Estrella García-Rubio, Montse Lapastora y Marian Rabasot, y publicada por el Anuario de Psicología Jurídica de Madrid, demostró que el porcentaje de homosexuales no es más alto entre hijos criados por homosexuales que entre criados por heterosexuales.
Al respecto, Rodrigo Córdoba, presidente de la Asociación Psiquiátrica de América Latina, recuerda que la condición sexual es innata en las personas, no se adquiere. También desmiente la afirmación según la cual el entorno homosexual es más proclive a someter a maltrato y abuso a los niños, y señala que en el concepto que Bienestar Familiar envió hace un año a la Corte –sobre los efectos que tiene en el desarrollo de un niño ser criado por una pareja homosexual– esto queda desvirtuado.
Bienestar cita estudios según los cuales entre el 65 y el 85 por ciento de los agresores de menores forman parte de uniones heterosexuales y suelen ser sus familiares. En cuanto al abuso sexual, se encontró que solo el 2,7 por ciento de los indiciados por delitos de este tipo presentan una tendencia homosexual, contra el 91,8 por ciento de agresores heterosexuales.
Más allá de toda evidencia sobre este tema, Benjamin Siegel, coautor del metaanálisis de la Academia Americana de Pediatría, pide no perder de vista lo importante: “Los niños deben crecer en familias estables y que ofrezcan seguridad permanente, y la forma de hacerlo es a través del matrimonio, sea cual sea”.
CARLOS F. FERNÁNDEZ
Asesor médico de EL TIEMPO
CARLOS F. FERNÁNDEZ
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