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Cambiar puños por besos, la moda en Cartagena

Parejas del suroriente de la capital de Bolívar le han apostado al amor y no a la violencia.

Diana Marcela tiene más de tres meses que no sabe lo que es un insulto o una agresión de parte de su marido, algo que era muy usual desde el segundo de los cinco años que lleva de casada con Juan José Peña.
“Desde que se levantaba empezaba a insultarme, todo le molestaba y siempre decía que yo estaba mirando a otros hombres. Ya yo no quería que él llegara a la casa en las tardes. Tenía mucho miedo de que me pegara y me hiciera un daño”, cuenta la mujer de 27 años.
Pero hace poco un más de 90 días, el mundo de tristeza y miedo de la mujer, madre de dos hijos, empezó a cambiar de manera radical.
Fue la visita que hizo personalmente la alcaldesa menor de la localidad de la Virgen y Turística, Heidy Villarreal, a la casa de la pareja, ubicada en el sector Ricaurte, del barrio Olaya Herrera, la que dio los primeros insumos para lo que la considera como un ‘milagro’.
Este sector, que hace parte de la Zona Suroriental, la que históricamente ha sido la que más conflicto genera en La Heroica, y que mantiene en sus entrañas uno de los cordones de pobreza más palpable en Cartagena, también es la que mantiene el triste liderazgo de ser en donde más se generan conflictos entre parejas y en el interior de las familias.
“Cuando la alcaldesa llegó y nos habló tan bonito y nos dijo que las mujeres teníamos derechos y que la violencia no remediaba nada, mi esposo empezó a tomar conciencia”, señala la mujer.
Ella, con sinceridad, confesó que su marido le había golpeado un par de veces, ambas después de llegar borracho de la calle, y por eso temblaba cuando le decían que estaba tomando.
“Lo peor era lo que me decía. Ahora es que vengo a saber que eso también es violencia y que también es tan mala como cuando me pegaba”, advierte.
En total, fueron 250 mujeres de la localidad de la Virgen y Turística de Cartagena, en su gran mayoría con el mismo número de historias de golpes y malos tratos de parte de sus novios y esposos, las que dejaron de ser las víctimas de una violencia intrafamiliar, abusos, maltrato, violaciones sexuales, entre otros vejámenes de su pareja.
Ahora sus antiguos agresores prefieren, como afirman ellos, ‘levantarlas a besos y abrazos’, mientras que para las mujeres estos hombres pasaron de ser leones a mansos y comprensivos corderitos.
“Ahora tengo que quitármelo de encima, porque quiere a cada rato que lo esté besando y abrazando”, dice Minelis Iglesias Correa, quien también vivió ratos amargos por cuenta del mal carácter que tenía su esposo Edwin Berrío.
Terápia para pareja
Las razones, según lo confesaron las propias afectadas y sus maridos, obedecen entre otras al resultado final de una interesante terapia de pareja puesta en práctica por Alcaldía menor de localidad de la Virgen y Turística de Cartagena.
El cambio fue radical, como lo afirma la pareja conformada por Euclides González Vega y Gina Palomino Gutiérrez, en el barrio Boston, también en la zona Suroriental, donde ahora el placer terminó reemplazando al llanto, y los golpes y malos tratos ya son cosas del pasado.
Según la alcaldesa menor, Heidy Villarreal, las cifras de violencia intrafamiliar en la zona eran preocupantes.
En tres de cada cinco hogares se presentaban conflictos internos, según las estadísticas registradas en el programa Cartagena Cómo Vamos.
Villarreal dice que cuando llegó al cargo que ostenta hoy lo primero que hizo fue recorrer los barrios con más problemas, y se dio cuenta que una de las quejas recurrentes de las mujeres era la de violencia por parte de sus esposos.
“Me lo decían en voz baja, como para que nadie las escuchara, y una de ellas me dio la idea cuando me dijo: doctora yo le que quiero es que mi marido me levante a besos todas las noches y lo que hace es insultarme”, recuerda.
De inmediato, se inició un trabajo que incluye las terapias entre parejas, todo dentro del aprendizaje conjunto sobre buenos modales, relaciones sanas entre parejas, atención psicosocial, autoestima y políticas de género.
“Nosotros no sabíamos que existían leyes que nos protegían, que no estamos solas en este mundo, y creo que ellos tampoco”, señala Minelis Iglesias.
Y el trabajo ha sido tan productivo, que mujeres como Minelis o Gina Paola, ahora se dan el lujo de dictar cátedra sobre las herramientas y posibilidades de crecimiento juntos entre las parejas.
“Esto es lo único que permitirá avanzar positivamente a la familia y disminuir los índices de violencia en Cartagena, desde sus raíces”, dice Gina Paola.
Emprendimientos
Pero como no solo de amor vive el hombre, las terapias de pareja y la ayuda sicosocial también se acompañó con diferentes programas, como el de Mujeres Gestoras de su Propio Desarrollo, teniendo en cuenta que buena parte de los problemas intrafamiliares tienen su origen en el aspecto económico.
Este programa cobija a 250 mujeres, en grupos de 50, en cada uno de los 10 barrios o corregimientos de la localidad donde se ejecuta el proyecto.
A principio se hizo un diagnóstico de la zona, conociendo los sectores más vulnerables de la localidad. De allí se seleccionaron a todas las mujeres, las que durante tres meses, cada semana, y durante 3 días de 8 de la mañana a 12 del mediodía fueron capacitadas en arte y oficios varios, por profesores expertos en arte y estética, psicología, trabajo social, emprendimiento entre otras áreas.
Así, con el trabajo en equipo se conforman 25 unidades de negocio, totalmente legalizadas en industria y comercio y en la Dian, una por cada barrio de la zona Suroriental, en donde también se ejecuta el proyecto Mujer por una Localidad Sana.
“Lo que más me llena de satisfacción de este trabajo es cuando visito los barrios y observo a las parejas que antes se estaban matando, agarrados de la mano y abrazados como si todavía estuviesen de novios. Eso es una ganancia enorme”, finalizó.
JUAN CARLOS DÍAZ M
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