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Bogotá Humana

Esta izquierda que regentó durante 12 años a Bogotá la terminó destrozando con un bufón.

Mauricio Pombo
Una farsa de ya casi cuatro años. Una mentira de roscones y gaseosa. De subsidios y socialhablamierdismo. De arrogancia y corrupción. Eso es lo que nos deja el señor Petro de Alcocer. Asistencialismo puro y de la más pura desfachatez. El legado de la Bogotá Humana es vacuo y prescindible, y me disculpo, porque ideológicamente me considero de izquierda, pero esta izquierda que regentó durante 12 años a Bogotá la terminó destrozando con un bufón, un ladrón y finalmente con un timador autócrata y populista que cambió la tracción animal por la humana. ¿En ello consiste el calificativo de humana? ¿En que en lugar de un caballo ahora sean las mujeres de los cartoneros las que jalan o empujan las zorras?
Ya lo dije alguna vez, pero lo repito en este contexto: ‘Mucho animal’, dice uno cuando quiere criticar a alguien por hacer las cosas mal. Siendo todo lo contrario, los animales casi nunca se equivocan en lo suyo. A la vez, es incomprensible por qué llamamos humano aquello que es lo menos humano que existe entre los humanos. Me explico: consideramos humano todo comportamiento que tenga que ver con la compasión, la solidaridad y la tolerancia. ¡Por favor! ¡Qué lejos de lo humano dichas actitudes; es más, existen y se valoran precisamente por lo inusuales. Es suficiente pensar en lo siguiente: a qué nos referimos cuando designamos algo como inhumano. Lo humano ha sido desde siempre antagónico de aquello que pretendemos denominar como tal. Lo humano es depredar, matar, eliminar, evadir, robar y, obvio, también amar a algunos pocos, y proteger ídem. Sin embargo, insistimos en llamar humano (benevolencia, caridad, generosidad, solidaridad) aquello de lo cual hemos carecido reiterativamente a lo largo de nuestra historia.
La paradoja: nada más inhumano que lo que hacemos, minuto a minuto, hora tras hora, día a día y siglo tras siglo, los humanos. Me impresiona ver la capacidad de convocatoria que tienen por lo general los llamados a la solidaridad con las causas animales y, a la vez, el poco eco que reciben los millones de desplazados en Colombia o cualquier parte del mundo. El desplazado en el semáforo, una incomodidad. Los animales tienen un comportamiento menos ‘animal’ con sus congéneres que el nuestro frente a nosotros mismos.
¡No más improvisación en Bogotá!
Mauricio Pombo
Mauricio Pombo
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