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'El rugby es mi pasión y un estilo de vida'

Con solo 22 años Laura Isabel González hace parte de la Selección Colombia de Rugby.

PAOLA MORALES ESCOBAR
A las cinco de la mañana Laura Isabel González se despierta, va a clases a la universidad, después a fisioterapia y al medio día hace dos horas de gimnasio con pesas. Pero por la noche se viene lo mejor, unas cuantas horas más de entrenamiento de rugby, el deporte que dice le enseñó el valor del respeto y la amistad.
Para esta deportista de alto rendimiento del municipio de Copacabana, este deporte, que nació en Inglaterra y llegó a Medellín a mediados de los noventa, es una pasión que como práctica permanente le ha implicado algunos sacrificios.
 “Todo me queda a un hora y media de la casa, así que gasto mucho tiempo en llegar de un lado a otro. Por eso escojo pocas materias y trato de dar lo mejor de mí en todo lo que hago”, dice Laura Isabel, estudiante de tecnología agropecuaria en el Politécnico Jaime Isaza Cadavid.
Cuando comenzó la universidad, cuenta la deportista, sus padres se mostraron preocupados por las largas jornadas de entrenamiento, viajes y campeonatos en otras ciudades. Ellos creían que le quitaba tiempo para dedicarle al estudio.
Ahora han comprendido que la adrenalina que genera y la disciplina que se necesita para practicar cualquier deporte le han permitido concentración mental para realizar otras labores, entre ellas la intelectual.
Ese ha sido solo uno de los obstáculos. Cuenta que hace seis años, cuando fue por primera vez a un partido de rugby y quedó impresionada por sus valores y cualidades, sus padres le dijeron que ese era un deporte masculino y peligroso.
“Me gustó porque tiene unos valores bonitos: la amistad, el respeto. Además, nunca se excluye a nadie. Tal es la idea de acatamiento de la norma, que solo el capitán le habla al árbitro y lo hace de forma respetuosa”, dice Laura Isabel, de 22 años.
Un antiguo dicho británico sostiene que “el fútbol es un juego de caballeros jugado por villanos y el rugby es un juego de villanos jugado por caballeros”. En este deporte es característico el respeto por las reglas que deben practicar tanto los jugadores como el público y las decisiones del árbitro rara vez son discutidas por los jugadores.
Otra de las características que le impresionaron de este deporte es la unión como equipo y como grupo. Todos funcionan como una sola persona, como una única fuerza; por lo tanto, es necesario que exista la amistad.
Somos una familia con la que compartimos todo, lo mejor y lo peor. Por eso mi círculo social son ellos, por ejemplo como no podemos trasnochar o tomar licor, los fines de semana salimos a comer o de vez en cuando nos tomamos una cerveza”, dice.
Ese gusto, dedicación y disciplina le han permitido hacer parte de la Selección Antioquia y de la Selección Colombia de Rugby. Ganó medalla de plata en los Suramericanos de 2012 y oro en los Bolivarianos de 2013, en los Centroamericanos de 2014, en los Juegos Panamericanos del 2015.
Además, después de 92 años que el rugby no hace parte de los Juegos Olímpicos, logró, junto a su equipo, un cupo para Colombia en su versión número 31, que se realizará en el 2016.
“Dejarles el legado de que el rugby pasó a Olímpicos, es dejarles una tarea muy grande. Si en los próximas olimpiadas nosotras no podemos estar, ellas tienen primero el cupo y, segundo, el incentivo de ir”, dice la deportistas.
Por todo esto, Laura Isabel fue una de las ganadoras en el concurso Mujeres Jóvenes Talento 2015 de la Gobernación, en la categoría de Deportes.
La experiencia en este campo le ha permitido hoy en día ser entrenadora de rugby en el Copacabana Rugby Club, donde 180 niños, niñas y jóvenes, al igual que Laura Isabel, se han dejado atrapar por este deporte.
Pros y contras
Desde los 5 años de edad, sus padres le inculcaron el amor por el deporte y por ello practicó patinaje, natación y tenis de mesa, antes de conocer el rugby, la disciplina que aún practica.
De la competencia le atrae poder descargar toda la energía que lleva contenida durante el día en la cancha, la furia del momento y con coraje ir detrás del adversario. Pero al final, cuando termina el partido, la rivalidad con el equipo contrincante desaparece.
Hay un tercer tiempo, que es cuando se termina el encuentro. En ese momento compartimos un rato, limamos asperezas y hablamos con el rival. Es muy común que nos tomemos una cerveza, aunque a nosotras no nos dejan”, explica Laura Isabel.
Pero también piensa en su futuro como deportista de alto rendimiento y es consciente de que en el país el Gobierno no ha creado incentivos o becas para que jóvenes como ella puedan continuar sus entrenamientos, sin necesidades económicas.
Por eso su objetivo es terminar la universidad y seguir estudiando, a la par del deporte. No quisiera verse obligada a escoger entre alguno de los dos, porque el rugby se ha convertido no solo en su pasión, sino que se ha vuelto parte de su estilo de vida.
Feminicidio y apropiación de las mujeres
Marta Restrepo López, de la Red Feminista.
La apropiación de las mujeres por parte de los varones tiene múltiples caras, todas ellas demostrables, vividas cotidianamente, unas más reflexionadas, otras todavía invisibles, todas justificadas.
La negación a las mujeres de ser ellas las únicas que tomen las decisiones sobre su sexualidad y reproducción; el trabajo doméstico como extensión natural de ser madre, hermana, esposa, en fin de estar vinculada con otros en una familia; el matrimonio y la monogamia obligatoria, la obligación sexual con la pareja (deber conyugal), la feminización de la pobreza, la explotación laboral, el acoso callejero - piropos corteses según la cultura de dominio-; son entre muchas otras las caras de la apropiación de las mujeres por parte de los varones.
Las mujeres asesinadas por uno o varios hombres que la consideran su propiedad revela el extremo de este continuum de violencia contra las mujeres, que se esconde en las cifras oficiales bajo el caris de la igualdad de género. Entonces es lo mismo un homicidio que un feminicidio, y además si las mujeres son asesinadas siempre habrá justificaciones, ya sea en su condición natural de vulnerable o en la transgresión a la naturalidad de su bondad.
Cuando una mujer se socializa en un contexto de confrontación armada, de disputa del poder y el territorio, resulta demasiado difícil que no termine teniendo un lugar en las relaciones de fuerza de los actores enfrentados. En medio de la confrontación de amigos y familiares con quienes ha construido vínculos tradicionales de amor sufriente o heroico, ellas representan a las aliadas/esposas/madres/hermanas/novias, a quienes la ideología patriarcal les ha legado la reproducción y el cuidado de la vida de otros, a costa de sí mismas y del aplazamiento de sus necesidades.
Las mujeres en territorios urbanos de alta conflictividad quedan confinadas cultural y socialmente al circuito de varones que se disputan el control de la población y las actividades ilicitas. Su sexualidad, afectividad y erotismo quedan capturados en los códigos del enfrentamiento. Su cuerpo un escenario más donde se prueba el poder de dominio y la radicalización de la violencia.
Si para una comunidad “sus mujeres” en tanto procreadoras potenciales, representan un “valor máximo”, quien ejerce violencia contra ellas, es por tanto un transgresor radical no solo de las normas legales, también de los tradicionales valores colectivos. Quien se apropia del territorio/mujer, expropia a todas las mujeres, prueba su virilidad y se hace temible para el grupo social.
Mercados locales y globales se han construido en la apropiación de las mujeres en empresas transnacionales de prostitución forzada y pornografía, que están en disputa constante, violenta y corrupta. Apropiación directa de la fuerza de trabajo.
Mediante la naturalización ideológica de que las mujeres son complementariedad, reproducción, servicio, docilidad, virtud, recurso, nutrición, complacencia…un largo etcétera, se justifica el asesinato de mujeres que ya desde antes se consideraban objetos… apropiados… naturalmente sometidos a su propietario…
La sociedad entera debería preguntarse qué posibilidades de autonomía y poderío tiene una niña socializada en un ambiente de machismo y misoginia. Qué representa hoy para las mujeres los valores sociales conservadores y al amor romántico/dependiente. Qué implicaciones tiene para la mayoría de las mujeres niñas y jóvenes nacer y crecer en territorios empobrecidos y copados de violencia. Estas, entre otras, son las preguntas que una sociedad que se dice democrática e igualitaria debe hacerse cada vez que una mujer es asesinada.
PAOLA MORALES ESCOBAR
inemor@eltiempo.com - @PaoLetras
Redactora de EL TIEMPO
MEDELLIN
PAOLA MORALES ESCOBAR
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