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Detecte a tiempo los problemas de audición en su hijo

Un examen auditivo a temprana edad puede ser la diferencia entre evitar este mal y padecerlo.

ABC
A su hermana mayor le habían detectado pérdida de audición, así que los padres de Nicolás decidieron practicarle a su otro hijo exámenes auditivos de manera temprana para saber si tendría el mismo problema.
El resultado fue positivo, así que pidieron ayuda y estimularon, desde los ocho meses, al pequeño para mejorar su condición.
Además de hacerle todo el proceso de estimulación, Nicolás fue un niño que, a pesar de presentar un problema profundo, habló casi al mismo tiempo que un oyente. Hoy día es ingeniero en una multinacional de tecnología.
Una historia parecida vivió Juan Carlos, quien desde el primer año de edad, y aunque no tenía recursos, logró salir adelante tras estudiar en colegios especiales para niños sordos y de inclusión. Se graduó de la Universidad de La Sabana como comunicador social y periodista, incluso sin escribir perfectamente, habiendo recibido premios y tras su iniciativa de crear un curso de lenguaje de señas. Actualmente trabaja en un medio de comunicación y está cursando una maestría.
Estas son historias de muchas que se han cruzado por la vida de Patricia Ferreira, directora de la Fundación para el Niño Sordo Ical, quien lleva más de 35 años ocupándose del tema y hace un llamado a los padres para trabajar en la prevención y promoción de la salud de sus hijos.
Según la especialista, el primer paso es que el padre, desde que su hijo nace, se percate de que escucha bien y de que sea evaluado de manera oportuna. “Cuando los bebés nacen están en un proceso de maduración en el que todavía no podemos saber exactamente cómo va a ser su visión o su audición. Pero sí hay exámenes de tamices auditivos que se les realizan a los bebés recién nacidos para estar alerta y no esperar a hacer una audiometría a los 2 o 3 años, como se hace actualmente”, cuenta.
Según María Victoria Mogollón, audióloga de la IPS Ical, alrededor de un 10 por ciento de los niños puede tener problemas de pérdida auditiva en el primer año de vida.
Las causas pueden estar relacionadas con dificultades en el embarazo y el parto (como la hipoxia), la genética, el nacimiento prematuro, el bajo peso al nacer, la presencia de meningitis, los embarazos múltiples, los traumas craneoencefálicos, las enfermedades infectocontagiosas, etc.
La primera causa de pérdida auditiva transitoria, en primera infancia, es la otitis. Es muy común y ocasiona un impedimento mecánico; por ello esta molestia, en repetidas ocasiones, puede convertirse en un daño sensorial con efectos que podrían no tener reversa.
No esperar…
Los bebés, desde recién nacidos, pueden ser evaluados “con un equipo que se llama reactómetro. Se evalúan diferentes zonas frecuenciales y se ve la actividad refleja. Esa evaluación se hace hasta los primeros 4 o 5 meses, porque luego los reflejos naturales se inhiben y el niño empieza a tener una orientación hacia los sonidos. Entonces, se realiza de otra manera”, explica Mogollón.
A un bebé se le practican diferentes pruebas y todas se complementan: los potenciales evocados, las autoemisiones acústicas y la evaluación comportamental (reacción del niño ante los sonidos), la cual sí es subjetiva, agrega María Victoria. Entonces, lo ideal es que el niño sea revisado al nacer. Si llega a existir alguna sospecha, se analiza de nuevo a los 3 y 6 meses de edad. También es muy importante, si hay antecedentes familiares de sorderas, hacer un estudio genético y, en todos los niños, completar el esquema de vacunación.
La mayoría de los padres solo pide realizar exámenes auditivos a sus hijos cuando estos entran al jardín o al colegio, por requerimiento de la institución. Sin embargo, esto podría ser demasiado tarde. Patricia explica que el crecimiento repentino del cerebro se da desde la gestación hasta los dos primeros años de vida: “En ese periodo es muy sensible todo lo que hagamos por el bebé. No solo desde la parte de detección oportuna y tamizajes de sentidos, sino de la alimentación, la estimulación táctil, los sentidos proximales (gustativo, olfativo y táctil), etc. A estos, a veces, no se les presta atención”.
Así las cosas, cada año se va perdiendo la oportunidad de hacer una detección temprana y se va a ver afectado no solo un sentido, como la escucha, sino otros relacionados, como el habla.
La recomendación es hacer una audiometría anual, después de los 2 o 3 años, como método de control, pruebas que, junto con el tamizaje, cubren los seguros de salud. “La técnica la escoge el audiólogo, dependiendo del niño, según su desarrollo, comportamiento, pautas de crianza y nivel de desarrollo”, afirma María Victoria.
En especial, estas prácticas deben hacerse en etapas críticas, como explica Ferreira: a los 3 años, cuando los niños van a comenzar primero y tercero de primaria, al iniciar sexto grado, y obviamente, cuando van a salir del colegio. Es importante entrar a la universidad en buen estado de salud porque, de allí en adelante, no van a estar tan protegidos y la vida cambia.
Para la buena salud auditiva…
Controlar las gripas para evitar futuras infecciones.
Al ir a la piscina, colocarle protectores auditivos.
Si el niño toma tetero, inclínelo. Al estar acostado, el líquido podría pasar a otros órganos y le podría producir otitis.
Poner música, bailar, arrullar, jugar; variar con sonidos, instrumentos, etc. Controlar el uso de la tecnología; la utilización excesiva de los audífonos y el ruido están afectando también a los niños.
Señales de alerta, en casa
Para detectar pérdidas auditivas, debe haber un análisis clínico, familiar y físico del niño, y el diagnóstico solo lo puede dar el médico. Sin embargo, se puede estar alerta, si el niño presenta alguna señal:
Emitir un sonido, como arrugar un papel celofán, mover las llaves, aplaudir, hablar o tocar la puerta, y evaluar si el niño voltea o no a mirar. En general, la falta de reacción ante los sonidos puede ser una señal de alerta. Si pasa una vez, puede que el niño esté concentrado, pero si se repite dos, tres o cuatro veces, no se puede dejar pasar.
Una situación que puede no ser pérdida auditiva sensorial es la molestia en las orejas. Cuando los niños se rascan o tocan esta área de manera permanente, puede estar relacionado con la otitis.
Cuando son más grandes, entre otras causas, el problema de lenguaje puede estar relacionado con la pérdida auditiva: si no produce oralmente ningún sonido, tiene poco vocabulario, no comprende lo que se le pregunta o la comprensión es incompleta, y no sigue instrucciones.
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