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Imposible volver a equivocarnos

Bogotá necesita un alcalde bien preparado con probada experiencia, pues no se puede seguir ensayando

No hay votos para tantos, pero 9 candidatos quieren ser alcaldes de Bogotá, la ciudad más importante del país, pero la más de malas, pues a lo largo de los últimos 12 años, en vez de avanzar, perdió gran parte de lo bueno que tenía, al tiempo que los problemas se fueron acumulando. Necesidades básicas de la población más vulnerable no se han resuelto y no se ve qué grandes obras les debe la ciudad a los tres últimos alcaldes. Por el contrario, es preocupante el deterioro del centro histórico, y caso muy visible es el parque de la Independencia. Rebautizado parque Bicentenario, quedó reducido a la mitad y lleva 6 años en ruinas porque fracasó el proyecto de remodelación que la alcaldía de Samuel Moreno le contrató al genial arquitecto Giancarlo Mazzanti. Tan ostensible desastre a Petro no lo inmutó.
Gastó en cambio millones de pesos en peatonalizar la carrera 7.ª, medida inconsulta, innecesaria y perjudicial.
La decadencia de Bogotá comienza durante el gobierno de un notable sindicalista, quien no tenía por qué saber de administración pública, de desarrollo o de gerencia. Lo sucedió un congresista que deslumbró a los votantes con la propuesta de hacer el metro. Metro que sigue en veremos, mientras su promotor lleva 6 años en la cárcel acusado de corrupción, pues para enriquecerse montó un ‘carrusel’ de fraudulentos contratos. La ciudad quedó destrozada y con un detrimento patrimonial de casi dos billones de pesos.
Esta ciudad, hecha un desastre, cayó en manos de un político populista, quien, además de cometer errores y arbitrariedades, ha dedicado sus pasos a aceitar su futuro político. Para lo cual le sirvió la inútil sanción del Procurador: pues el Alcalde sigue en su puesto, pero convertido en víctima, condición que le sirve para alborotar a sus huestes. Y amenazados estamos con que en septiembre habrá manifestaciones publicas de apoyo, incluidos instigadores discursos desde el balcón de la alcaldía.
En esta Bogotá Humana, las calles están destrozadas. La inseguridad y el caos vehicular aumentan y el descontento es general. Y son tantos los problemas, que no cualquiera puede resolverlos. Se necesita un alcalde bien preparado, con probada experiencia, pues no se puede seguir ensayando. Por eso, el candidato indicado para sacar del hoyo a Bogotá es Enrique Peñalosa, porque ya demostró que sabe administrar, dirigir y construir. Porque dejó obras por toda la ciudad e hizo importantes mejoras en zonas marginales. Tanto sabe que ha recorrido el mundo asesorando alcaldes en todos los continentes, mientras aquí prefirieron elegir a Samuel Moreno y luego a Gustavo Petro, los peores alcaldes que ha habido en Bogotá.
Imposible volver a equivocarnos. Aunque hay contendores con respetables hojas de vida, la mejor, sin duda, es la de Enrique Peñalosa.
Solidaridad
Es tal vez una de las palabras más expresivas del idioma castellano. El diccionario la define como “adhesión incondicional a la causa, o a las empresa de otros”. También, como “el sentimiento que impele a los hombres a prestarse una ayuda mutua”. Se puede decir, también, que la solidaridad es como una voz que alienta y que reconforta. Es una fuerza que transmite valor a quienes soportan preocupaciones y sufrimiento. Cuando las personas se ven enfrentadas a situaciones incomprensibles y difíciles de manejar, es como un tónico que fortifica. Es una actitud que anima a quienes tienden a flaquear frente a esas situaciones que los seres humanos hemos tenido que soportar.
La solidaridad comunica esa fortaleza tan necesaria para poder afrontar las dificultades y así poder seguir hacia delante. La solidaridad cómo ayuda, cómo sirve, cómo se agradece.
Lucy Nieto de Samper
lucynieto@gmail.com
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