Ochentera / Crítica Mente

Al principio todo era oscuridad, hasta que llegó el Telebolito. En ese momento se inició el desarrollo del vastísimo universo de los juegos de video, que creció de manera autónoma sin que nadie pensara que podría mezclarse con el del cine. Al menos hasta hace poco… Aunque Pixeles no es la primera película que se fusiona con el mundo de los videojuegos, sí es una de las pocas que lo ha hecho con aquellos viejos precursores de la industria que conmueven por su simplicidad e ingenuidad.

La película gira alrededor de unos amigos que en su infancia eran fanáticos de los primeros juegos de video, y a quienes la vida llevó por rumbos diversos. El personaje caracterizado por Adam Sandler se dedica a instalar sistemas de video, mientras que el representado por Kevin James se convirtió de manera insospechada en presidente de Estados Unidos. Ambos tendrán que unirse con su archienemigo de infancia (Peter Dinklage) para luchar contra una invasión de personajes que van desde Pac-man hasta Donkey Kong.

A primera vista, la apuesta de Pixeles parece infalible: proponer una comedia a partir del humor y la nostalgia que producen los anacronismos. Sin embargo, esa fórmula enfrenta un problema de fondo con los espectadores: los que entienden las referencias culturales de los ochenta son demasiado viejos para disfrutar una historia tan sosa, y quienes podrían disfrutar la simplicidad de la trama son muy niños para saber de qué les están hablando. La franja intermedia del público podrá disfrutar momentos memorables, como las referencias a La isla de la fantasía y al dúo Hall and Oats, y admirar el pasmoso talento que tiene Peter Dinklage para la comedia. 

Mauricio Reina
Crítico de cine