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El texto bíblico oculto en un rollo carbonizado

Científicos descubrieron ocho versículos del Levítico, en pergamino calcinado hace 1.500 años.

JERUSALÉN
Tiene apenas unos siete centímetros de largo, está quemado desde hace 1.500 años, no se puede siquiera tocar porque se desintegraría. Es uno de los mayores tesoros arqueológicos de la Humanidad hallados hace décadas en Israel.
El recién descifrado –solo en parte, por ahora– es uno de varios rollos hallados hace 45 años en la localidad de Ein Gedi, a orillas del mar Muerto, dentro del arca sagrada de la sinagoga del lugar. Por su ubicación, especial de por sí, se creía que podía tratarse de textos bíblicos, pero no había ninguna certeza, sobre todo porque el material era totalmente ilegible. Recién ahora, tanto tiempo después –hace pocas semanas–, se sabe: en el pergamino carbonizado aparecen los ocho primeros versículos del primer capítulo de Levítico (tercer libro del Antiguo Testamento). Y puede que con el tiempo vuelva a la vida, allí, todo el Pentateuco. (Lea también: Descubren esqueleto humano más antiguo de América)
Gracias a una tecnología poco común fue posible abrir el rollo del Levítico de una manera virtual para poder acceder al contenido, en hebreo. / Jana Beris.
Es por ello que no sorprende ver a los expertos dedicados al esfuerzo por descifrarlo, no solo satisfechos profesionalmente sino abiertamente emocionados. Para ellos fue clave la combinación de una tecnología de escaneo tridimensional israelí, que suele usarse en la investigación del cerebro en nanotecnología, con otra desarrollada en Estados Unidos, que permite abrir virtualmente las capas pegadas del rollo, para leer las frases ocultas desde hace quince siglos.
Imagen de los rollos del mar Muerto, descubiertos hace más de 50 años en las cuevas de Qumrán. Están escritos en hebreo, arameo y griego. / Archivo particular.
Testimonio escrito de la Biblia
Es, sin duda, un hallazgo de valor incalculable: es el pergamino más importante –dicen los especialistas– desde los rollos del mar Muerto descubiertos hace más de 50 años en las cuevas de Qumrán. Entre aquellos textos bíblicos, que datan de hace dos milenios, y el llamado Código de Alepo, del siglo X, no se había encontrado ningún otro testimonio escrito de la Biblia. Y el ‘nuevo’ rollo llega justo del punto intermedio, el siglo VI. “Cuando se logró y entendimos lo que teníamos aquí, no pudimos menos que lanzar exclamaciones de asombro”, aseguró Pnina Schorr, curadora y directora del proyecto de los rollos del mar Muerto en la Autoridad de Antigüedades de Israel. “Durante años intentamos una y otra vez, y fue imposible –cuenta Schorr–. Ahora, gracias a tecnologías de avanzada, pudimos volver al pasado gracias a este rollo y entender muchas cosas”.
Schorr conocía a David Merkel –de Tecnologías Merkel, de Israel–, que había ayudado en más de una oportunidad en los trabajos del sofisticado laboratorio de la Autoridad de Antigüedades de Israel, donde han trabajado inclusive con tecnologías que se utilizan en la Nasa. “Le ofrecí a Pnina intentar con un microtomógrafo; ella aceptó y el resultado fue maravilloso”, explica Merkel, quien participó en el proyecto de manera voluntaria. “Es igual que el tomógrafo de un hospital, pero se usa para investigación premédica de objetos más pequeños, en detalles más afinados”, sostiene. “Aquí tomamos cientos de imágenes bidimensionales, hicimos un proceso de reconstrucción con base en un modelo tridimensional y eso nos permitió ‘volar’ a través del rollo. Pero el problema es que en un principio no podíamos ver nada”, añade. (Lea también: Biólogos descubren una nueva especie de gusano marino en la Antártida)
Justo en este episodio entró en juego el profesor Brent Sales, director del Departamento de Ciencias de la Computación en la Universidad de Kentucky (EE. UU.), quien desarrolló una tecnología poco común que permitió ‘abrir’ el rollo de modo virtual, sin siquiera tocarlo, haciendo posible, con sumo cuidado, la lectura de lo que resultaron ser los ocho primeros versículos de Levítico, justo el libro intermedio de la Torá, el Pentateuco.
“Siento un poco de celos de todos ustedes, porque yo nunca vi el rollo directamente, sino solamente su escaneo en digital”, dijo Sales, en tono de broma, en declaraciones que entregó a través de Skype a la prensa reunida en una oficina de la Autoridad de Antigüedades de Israel.
Ante una pregunta de EL TIEMPO, comentó que él y ocho de sus estudiantes han estado dedicando tres meses a este proyecto. A ello precedieron varios más durante los cuales se realizó el escaneo y se hicieron otras partes del trabajo. “El primer mes, sabíamos que había cuatro o cinco renglones legibles, pero luego pudimos avanzar y develar muchos más”, comenta Sales, quien también recuerda: “Dado que yo lamentablemente no sé leer hebreo, no podía ayudar con ese proceso, pero al mandarle a Pnina las capas ordenadas y, luego, al saber que ella logró leer esos versículos, celebramos todos”.
Sales admite que nunca imaginó, al estudiar Ciencias de la Computación, que una tecnología de imaginología, que él mismo desarrolló, serviría para descifrar algo tan antiguo y de tal trascendencia. “Yo tenía 6 años cuando este rollo fue hallado. Ahora, es mi proyecto más importante, aunque no habría sido posible sin el excelente trabajo de escaneo que hicieron en Jerusalén”, resalta.
En el arca sagrada
Sefi Porat, que en 1970 encabezó las excavaciones en Ein Gedi en nombre de la Autoridad de Antigüedades, recuerda cuán inesperado fue el hallazgo en aquel momento. “Excavamos el margen de un piso de mosaico que no era común en esa localidad, situada lejos del centro. Tratamos de verlo todo, porque supusimos que allí funcionaba un edificio importante, la sinagoga de la aldea. Y luego de cuatro días de trabajo, cuando encontramos una menorá (candelabro) de bronce de siete brazos, entendimos que era, en efecto, una sinagoga. Días más tarde, cuando limpiamos todos los restos en el arca sagrada, hallamos los rollos quemados”.
La sinagoga de Ein Gedi era del siglo VII y el rollo de un siglo antes, por lo cual Porat deduce que “era una adquisición bastante nueva de esa comunidad”.
Se trataba, indudablemente, como en casi todos lados en la tierra de Israel de aquel entonces, de una comunidad judía que cumplía estrictamente las enseñanzas del Viejo Testamento. Y aquí aparece una singular simbología, al menos si se toma en cuenta la relación directa entre el contenido de los versículos bíblicos y el momento en el que se descifraron. Y es que pocos días después de ello, el pueblo judío en Israel y el exterior conmemoró el Tishá Be Av (‘el día de duelo’), plegaria y ayuno que se señala el noveno del mes hebreo de Av, cuyo punto central es el recuerdo de la destrucción del primero y el segundo Templo Sagrado de Jerusalén.
“Justamente, en los ocho versículos que pudimos leer se habla sobre las ofrendas de animales en el Templo”, revela Schorr. Y Porat agrega: “En el arca sagrada hallamos varios huesos de animales, todos ellos ovejas o cabras, sacrificados cuando tenían un año de edad, exactamente como se puede ver en este capítulo del Levítico”. Otra forma de sentir que la antigüedad cobraba vida a través del texto descifrado entre las cenizas.
David Merkel resume una dimensión singular de todo este emprendimiento: “Ahora tenemos un vínculo directo con el pasado, pero también con el futuro, ya que el mismo instrumento que permitió escanear el rollo, es usado en la universidad de Bar Ilan en el laboratorio que aplica nanotecnología para detectar enfermedades cerebrales”.
Con esto de fondo, no sorprende el comentario del profesor Sales: “Este es el hallazgo más significativo de todos aquellos a los que llegamos con nuestra tecnología avanzada”. Precisamente, al aprovechar la libertad que tiene en la Universidad de decidir a qué dedicar parte de los fondos que recibe para su trabajo, no tuvo dudas de que “en este caso era más que justificado tomar el proyecto y dedicar esos fondos para ello, lo cual hicimos con un marcado entusiasmo”.
Merkel y Sales aportaron sus respectivas tecnologías, aparatos y tiempo de manera voluntaria, sintiendo que ellos deberían ser los agradecidos por tomar parte en algo así. Sefi Porat, el arqueólogo que halló el rollo hace cuatro décadas y media, se siente una persona afortunada. “He hecho mucho, y esto es como completar un círculo”, dice.
Hasta en el Laboratorio de la Autoridad de Antigüedades, donde todo debe ser muy preciso y meticuloso, y donde nadie habla en voz alta, puede sentirse la fuerza de las emociones. “Por un lado, ya estoy acostumbrada a lidiar con estas cosas”, señala a EL TIEMPO Elena Glibman, que trabaja en el laboratorio hace 24 años. “Pero, por otro, me siento estremecida todo el tiempo por la emoción de entender qué tengo en mis manos”. Nos habla mientras sostiene una pequeña caja con el rollo quemado en su interior. Al mirarlo, parece imposible que algo pueda lograr leerse de sus capas carbonizadas.
Elena lleva guantes especiales. Jamás toca un objeto antiguo con sus manos. Explica que la temperatura y la luz –y la oscuridad– son determinantes para preservar para todos estos milenarios objetos. “Los sacamos solo cuando hay que mostrarlos a la prensa. El desafío es preservar debidamente el material orgánico, ya que los rollos están escritos en cueros y papiros”, advierte.
Elena se radicó en Israel en 1991, tras emigrar de Moscú, donde trabajaba en el Departamento de Manuscritos del Instituto de Restauración. “Aquí también tenemos un trozo de Deuteronomio que incluye los Diez Mandamientos, único en el mundo, que tiene 2.000 años... Y siempre que lo muestro, siento algo especial”, comenta. Mira la caja que tiene en sus manos y agrega: “Y con esto, la primera parte de la Biblia hallada desde los rollos del mar Muerto, me pasa lo mismo”.
Preguntamos si su condición judía tiene algo que ver en ello. “Esto es importante no solo para el judaísmo, pues está ligado a las raíces de toda la Humanidad”, concluye.
JANA BERIS
Para EL TIEMPO
JERUSALÉN
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