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La peste bubónica ya no es una amenaza para la sociedad

Se creía que bacteria era transmitida por ratas negras, pero nueva teoría habla de otro roedor.

SALUD
La muerte de un adolescente en Colorado (Estados Unidos) la semana pasada con diagnóstico de peste bubónica revivió el viejo temor sobre este mal que acabó con un tercio de la población de Europa en el siglo XIV.
La víctima, un adolescente que falleció en el condado de Larimer, presentaba síntomas que en un comienzo fueron confundidos con una gripa normal, por los mareos, la fiebre y el malestar general.
El paciente no presentaba la característica principal de esta enfermedad que son los bubones (inflamación de los ganglios linfáticos).
De acuerdo con las primeras versiones, al parecer, el joven fue picado por una pulga que es la portadora de la bacteria que causa este mal.
Frente a esto el mundo vuelve a preguntarse: ¿es la misma enfermedad que se pensó había desaparecido de Europa después del siglo XIX?
Para comprobarlo, algunos investigadores del laboratorio de la Universidad de Tubinga, en Alemania, y de McMaster, en Canadá, secuenciaron el ADN de la bacteria, Yersinia pesti, tomado de análisis de restos humanos de la época y lo compararon con los obtenidos en pacientes que han tenido la enfermedad en épocas recientes.
La conclusión fue que se trata de la misma enfermedad con variaciones casi nulas, en el bacilo, pero con respuestas diferentes en los organismos humanos.
En el mismo sentido, el centro de genética microbiana y genómica de la Universidad del Norte de Arizona, al analizar la misma bacteria comprobó que las dos pandemias más devastadoras del mundo relacionadas con la peste (la plaga de Justiniano, en el Imperio Romano, y la peste bubónica, del siglo XIV, fueron causadas por dos cepas de la misma bacteria Yersinia pesti, la misma que existe actualmente).
David Wagner, investigador principal, asegura que este es el estudio de la bacteria más antigua realizado hasta la fecha y no solo ha permitido encontrar las características de la misma, sino retroceder en el tiempo y verificar las rutas que ha seguido desde su origen.
La cepa de Justiniano, dice el estudio, tiene sus orígenes en Asia y está relacionada con dos grupos de la Yersinia que aún se encuentran en China y que en los últimos cinco años han producido brotes.
Se sabe que esta plaga mató en el siglo VI entre 30 y 50 millones de personas. Por su parte, la peste negra que apareció con fuerza entre 1347 y 1351 mató a 50 millones de europeos, y se mantuvo activa casi hasta el siglo XIX.
Con la aparición del caso de Colorado, los científicos vuelven a preguntarse qué tan probable es que se revivan nuevas pandemias a gran escala de esta peste y Wagner es enfático al decir: “no creemos que esto se vuelva a repetir. No porque el bacilo haya cambiado, porque sigue siendo tan mortal como siempre lo fue, sino porque los seres humanos sí han cambiado mucho, tanto como para defenderse de ellos”.
Los resultados publicados en una edición reciente en The Lancet describen de manera específica cómo los fragmentos del ADN de la peste fueron obtenidos en los dientes de dos víctimas de la época de Justiniano, encontrados en Baviera (Alemania) y comparados con restos humanos del siglo XIV.
Luego de estos hallazgos, también se ha dicho que posiblemente las ratas negras, que desde siempre han sido vinculadas como las portadoras de la bacteria, luego transmitida por las pulgas, podrían no ser las culpables del brote europeo.
Un nuevo estudio publicado por Proceedings of the National Academy cree que otro roedor, el gerbilino o gerbillo, proveniente de Asia, podría ser el responsable de la peste, teoría que toma fuerza con los hallazgos genéticos, porque este sería el eslabón que uniría la cepa europea con la de Justiniano.
“Si estamos en lo cierto tendremos que rescribir parte de la historia no solo de la epidemiología mundial sino de la humanidad”, dijo Nils Stenseth, de la Universidad de Oslo.
Por 400 años la epidemia de esta peste apareció y desapareció, creyéndose hasta ahora que cada brote ocurría cuando las pulgas saltaban de una rata infectada a un humano.
Sin embargo, al comparar los anillos de los árboles europeos y al hacerlos coincidir con los picos de la epidemia fue evidente que las condiciones climáticas no eran las ideales para la proliferación de ratas y la transmisión de la peste por esa vía.
Por el contrario, confirmaron que las características ambientales en el momento en que se presentaron las epidemias eran favorables y coincidían con el aumento de la población de gerbillo que transmitía la enfermedad.
Hoy los brotes de la enfermedad se registran en otras partes del mundo, de manera aislada, y de acuerdo con epidemiólogos no representa riesgo para la sociedad.
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