El optimismo se reflejaba entre decenas de cubanos que, este primero de julio, hacían cola frente a la oficina de la representación diplomática estadounidense en La Habana. Por el boca a boca se enteraron de que Raúl Castro y Barak Obama habían fijado el 20 de julio como fecha para sellar 54 años de enemistad y volver a ser amigos.
Aguantando una cola de horas bajo un sol de justicia, todos esperan obtener un visado, bien de visita o definitivo, para viajar a EE. UU. El cambio de política podría afectarles.
“¡Perfecto! A ver si nos facilitan los contactos familiares y quitan la visa”, comenta una joven que dijo llamarse Sharay y estar desde la 5 a. m. Espera su turno para tramitar el permiso y poder reunirse con su esposo.
“Como me nieguen el visado, me lanzo al mar antes de que quiten esos privilegios, y si ahora vamos a ser amigos seguro que eso viene pronto”, indica un joven un poco más atrás. Según datos de los guardacostas, las salidas ilegales aumentaron desde que Castro y Obama anunciaron el 17 de diciembre el proceso de acercamiento.
“Es una noticia buenísima pero vamos a ver qué nos toca, no creo que sea mucho. Yo, como Santo Tomás: ver para creer” expresó una artista plástica a EL TIEMPO.
MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO Corresponsal de EL TIEMPO La Habana