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El 'apartheid' del Cauca

En el país no ha habido una reforma agraria seria y profunda que regule la propiedad de la tierra.

Fabio Martínez
Hace unos días la senadora del Centro Democrático Paloma Valencia propuso que ante el conflicto social que vive el Cauca se realice un referendo para que el “departamento se divida en dos. Un departamento de indígenas y otro para los mestizos”. Enseguida, la protesta en las redes sociales no se hizo esperar. La frase de la senadora patoja contiene un tufillo segregacionista y racial, pues, si bien es cierto, la Constitución del 91 acepta el derecho a la autonomía de las minorías étnicas, esto no implica que continuemos profundizando una política de segregación, que traería consecuencias funestas.
Los indios nasa, así como los embera, los wayú y los afro, también son colombianos y hacen parte de un país multiétnico y cultural, como lo expresa la Carta Magna.
¿Desde dónde habla la senadora Paloma? ¿Desde su condición de mestiza? ¿Desde su posición de blanca caucásica de sangre azul?
En Colombia ha sido una mala costumbre renegar de nuestro ADN indígena; hasta mis tías, que son mestizas, de ojos rasgados, siempre se han creído blancas, descendientes de los reyes de España y de sangre albiazul.
Las declaraciones desafortunadas de Paloma me recuerdan las palabras de su colega del Centro Democrático María Fernanda Cabal, que hace un año, ante la muerte de García Márquez, mandó al nobel a descansar al infierno junto a Fidel Castro, sin comprender que el infierno no existe, sino que está aquí, entre nosotros.
El conflicto del Cauca es un problema de la tenencia de la tierra. Los indios heredaron ese territorio de sus antepasados; pero desde la independencia las élites vallunas y caucanas se apropiaron de ellas, segregándolos, despojándolos de sus tierras y profundizando el latifundio, que es el origen de esta guerra.
La Ley de Tierras de 1936, promulgada por el expresidente López Pumarejo, en la práctica fue saboteada a sangre y fuego por los distintos gobiernos que le sucedieron y por los terratenientes de turno.
Hasta ahora, en el país no ha habido una reforma agraria seria y profunda que regule la propiedad de la tierra, que acabe con el abuso de los terratenientes extranjeros y criollos, que siempre quieren tierra “hasta que la vista alcance”. Y todo esto, a costa del despojo violento contra el campesino pobre, el indio y el negro.
Por esto, el primer punto de La Habana fue el desarrollo integral agrario. Porque es por la tierra por lo que la gente se mata. Por esto, la existencia de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras.
Si en el Cauca no hay una negociación pacífica y concertada entre el Gobierno, los hacendados y los indios, el país no tendrá la paz que todos deseamos.
Fabio Martínez
Fabio Martínez
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