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Los niños no deben salir de casa sin desayunar

Falta de concentración, debilidad y bajo rendimiento escolar son algunos de los efectos.

¿Ha enviado a su hijo al jardín o al colegio sin desayunar? Las respuestas de algunos padres son afirmativas. Diana, por ejemplo, cuenta que si se acaba el tiempo, le lleva algo que se pueda comer en el carro. Andy dice que, tan temprano, la comida no le pasa a su hijo y que él tampoco tiene ganas de masticar; entonces toma leche y le empaca una buena lonchera. O algunos hacen como María, que omite esa primera comida porque el niño la toma en el colegio.
Para otros, en cambio, es cuestión de organizarse. Por ejemplo, Mónica comenta que aunque a su hijo le cuesta comer, porque no tiene hambre cuando se levanta, ella va rotando los alimentos.
Los especialistas afirman que es un grave error que el niño salga de casa sin consumir ningún alimento, no solo a corto sino también a mediano y largo plazos. El desayuno aporta el 25 por ciento de las calorías diarias y es el generador de energía para cumplir con las actividades del día.
“La jornada se inicia muy temprano, y eso impide que los niños reciban adecuadamente el desayuno. Tienen que ser núcleos familiares muy juiciosos para que tengan tiempo destinado para la alimentación del niño y le enseñen la importancia del hábito”, señala la nutricionista Clara Rojas.
Para Jaime Céspedes, director del Hospital pediátrico de la Fundación Cardioinfantil, es una consulta relativamente frecuente; las razones: “Papá y mamá trabajan; los horarios que tienen los colegios empiezan muy temprano; existen hábitos de sueño inapropiados y, eventualmente, porque no se acostumbra a desayunar en familia, que es lo ideal”.
Efectos negativos
Como lo dice el nombre, el desayuno rompe el ayuno de la noche. “Hay órganos que viven de la energía rápida que suministra la alimentación. Tenemos una reserva de calorías en el hígado que nos provee de energía para las necesidades diarias, pero eso se va agotando con el tiempo. Si hay ayuno, no hay la energía adecuada para el buen funcionamiento del organismo”, dice Rojas.
Si los niños no reciben calorías de forma periódica, “pueden tener una disminución en el azúcar de la sangre, y, al ocurrir esto, pueden tener sueño, dolor de cabeza, sentirse con poca energía y disposición, y generar problemas para fijar la atención. En casos especiales, hay niños que, por su predisposición, además del ayuno largo, podrían generar otro tipo de molestias gastrointestinales, a largo plazo”, explica la pediatra Clemencia Mayorga, vicepresidenta de la Sociedad Colombiana de Pediatría, regional Bogotá.
El doctor Céspedes señala que los aportes de los macro y micronutrientes, como el hierro, son esenciales, pues de estos depende el buen funcionamiento de áreas del cerebro, lo que está relacionado, por ejemplo, con el desarrollo del coeficiente intelectual.
En este sentido, el ayuno puede causar problemas de aprendizaje, debilidad, baja en el rendimiento y deserción escolar.
Según un estudio presentado en España, para el que se encuestaron profesores de primaria, de niños de 6 a 12 años, la carencia de un desayuno saludable afecta el comportamiento, el desempeño físico e intelectual, la sociabilización y el estado de ánimo. En otra investigación, autores españoles aseguraron que las calificaciones podrían aumentar conforme avanza la calidad del desayuno.
Ahora, los expertos también aseguran que el ayuno podría causar obesidad, a largo plazo. “Se pueden crear estados de insulina alta y alterar el metabolismo; se pueden generar, posteriormente, problemas de obesidad y enfermedades como diabetes y dificultades cardiovasculares”, dice el pediatra Jaime Céspedes.
Adiós a las excusas
En ocasiones, los padres no les brindan desayuno a sus hijos porque dicen que la institución lo hace, porque pueden marearse en la ruta, porque les envían una lonchera abundante para su primer descanso o porque es muy temprano para comer.
En el primer caso, el médico señala que, aunque el tiempo para desayunar, después de levantarse, es relativo y depende de las rutinas familiares, lo ideal es hacerlo siempre en la mañana, en familia, y dedicarle alrededor de 15 a 25 minutos. “Esto compite con los horarios de levantarse y bañarse, pero no hay nada más nutritivo para el cerebro que la familia se reúna y arranque el día de una manera positiva”.
En cuanto al mareo, se puede generar porque el niño no está acostumbrado a comer, pero se puede intentar con una comida apetitosa, saludable y rápida, pero nutritiva. La nutricionista Clara Rojas dice que a veces son trucos de los niños, que se justifican para no recibir alimento, pero que vale la pena acudir al especialista para identificar si hay o no un verdadero problemas. Y buscar alimentos más suaves, para la mañana, como queso o fruta.
En cuanto al horario, la doctora Mayorga opina que a cualquier hora se puede desayunar; lo que hay que tener en cuenta es cuánto durmió el niño: “Si está durmiendo lo suficiente para que se levante descansado. No importa si el desayuno es temprano o no, pero sí que haya ese tiempo para que el pequeño coma con calma”.
Ahora, los expertos coinciden en que enviar una lonchera para que el pequeño coma en el primer descanso no es la mejor opción, pues no estaría en las mejores condiciones para realizar las primeras actividades del día y porque aún existen colegios que no ofrecen opciones muy nutritivas.
Así pues, no hay que sacar más excusas; de la buena organización y la necesidad de explicarle al niño (no importa su edad) sobre la rutina del desayuno depende que aprenda su importancia, porque, como ya se vio, las consecuencias de un ayuno prolongado se ven a corto, mediano y largo plazo, lo que incide no solo en el buen rendimiento del pequeño en el colegio, sino en problemas como la obesidad.
Algunas ideas para el desayuno
Los padres pueden brindar desayunos ligeros, pero nutritivos y balanceados, y acordes con el gusto de sus hijos. Estos son algunas menús para preparar en la mañana:
1. Jugo de naranja fresco y natural, sánduche de queso, por ejemplo.
2. Avena o vaso de leche, tostadas o tajadas de pan integral y tortilla de huevo.
3. Cereal integral con leche o yogur y trozos de la fruta de preferencia (puede ser manzana o pera), o una fruta que prefiera el chico.
Lo que se debe evitar...
-Alimentos procesados, cereales azucarados, los embutidos, las grasas y las comidas rápidas.
-La nutricionista Clara Rojas dice que muchas veces los padres reemplazan las comidas por alimentos altamente calóricos y pocos nutritivos, como ‘brownies’, donas, empanadas, ‘pizza’, gaseosas, jugos artificiales, que generan sobrepeso u obesidad a largo plazo.
KAREN JOHANA SÁNCHEZ
Redactora ABC del Bebé
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