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El papel de Maduro

Venezuela está mal. Allí escasea casi todo, comenzando por la democracia.

Luis Noé Ochoa
¿Qué diría el más ilustre caraqueño de todos los tiempos, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Ponte Palacios y Blanco, más conocido por aquí como Simón Bolívar, el Libertador, sobre la situación de Venezuela, su amada patria? ¿O qué diría el gran mariscal Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá, otro prócer tan admirado, al ver el caos de su país?
El hecho es que el hermano pueblo pasa tragos amargos. Me van a tratar de cachorro del imperio, pero, así alguna vez hayamos sentido atracción por la propuesta social del fallecido ‘hermano bolivariano’, hoy asistimos al fracaso del socialismo del siglo XXI.
Lo que pasa es que Nicolás Maduro, para ser Chávez, siempre ha estado verde, me dijo un pajarito. Chávez era inteligente, con un carisma arrollador, con un discurso hábil, y tenía humor. Y, la verdad sea dicha, tenía pueblo. Maduro es frío “como beso de suegra”, como dicen allá. De Chávez solo tiene el puesto. Y eso que dicen que allí mandan dos. A falta de un presidente, Dios da do, dijo un costeño.
Ya se veía injusta e increíble la prisión, como el peor criminal de la historia, de Leopoldo López. Y ahora, un año después, observamos atónitos las imágenes de la detención del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma. Fue un acto violento, sin enseñarle una orden judicial.
Al parecer, al régimen no le gustó que Leopoldo López diera una entrevista telefónica, y menos un documento en que Ledezma plantea un programa llamado ‘Acuerdo nacional para la transición’. Propone restablecer la vigencia de las instituciones democráticas y los derechos humanos, y reconstruir la paz; corregir las fallas de los servicios públicos, garantizar las necesidades en salud, restablecer el abastecimiento de alimentos, detener las expropiaciones, detener la inflación del 65 por ciento. Pero lo detuvieron fue a él.
Venezuela está mal. Allí escasea casi todo. Comenzando por la democracia. Parece que el presidente Maduro es enemigo del papel. No le gusta el papel periódico, no le gusta el papel cartón de las caricaturas. Ni siquiera el papel higiénico, pues, como tampoco hay mucho que comer, se cree que no se necesita el toilet. Pero entrar al baño se ha vuelto todo un rollo. ¿De golpe lo van a vender en cuadritos? ¿Terminará el socialismo del siglo XXI autorizando apenas una deposición por día? ¿El que tenga diarrea será declarado pitiyanqui?
Y eso que la enfermedad venezolana de moda por estos días es la colitis. Aquí nos quejamos por una filita de diez personas para ponernos la cruz de ceniza, mientras allá hacen eternas filas hasta para comprar harina, que a veces no se consigue ni ‘de arepa’.
Un analista político, Cristian Burgazzi, decía que no hay ni de lo que allá se produce. El régimen se las da de café con leche, pero no hay ni café ni leche. Como no hay pañales, piden que se usen de tela, pero tampoco hay jabón. O sea la... embarrada.
Da tristeza lo que pasa en Venezuela, pueblo hermano, trabajador y pujante; tierra de reinas, de béisbol, de petróleo, así esté barato.
Tal vez lo único es que todos, pensando con grandeza en el pueblo que sufre, en el futuro del país, una nación de todos, interpreten a Bolívar: “Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”. Hay que ayudarles, Dios proveerá. Pero ¿quién convoca? José Manuel Vivanco dice que la indicada es Dilma Rousseff. Y Santos y Fidel y Raúl Castro y la OEA, digo yo. Y nosotros. ¿Pitiyanqui yo?
Luis Noé Ochoa
luioch@eltiempo.com.co
Luis Noé Ochoa
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