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'Una guerra inútil, costosa y sin gloria'

Pretender justificar este conflicto armado es otro imposible de nunca alcanzar.

Cuánta razón tuvo el fallecido general Luis Alfonso Mejía Valenzuela, excomandante general de las Fuerzas Militares, consumado historiador, escritor y licenciado en Ciencias de la Educación de la Universidad Pedagógica Nacional, cuando tituló una de sus obras: Una guerra inútil, costosa y sin gloria (1998). Hoy es una verdad de a puño, pues afrontamos un conflicto armado de más de cinco décadas sin razón ni justificación alguna, planteado por actores violentos que abandonaron la civilidad y la democracia, pretendiendo alcanzar el poder político mediante las armas. ¡Qué absurdo, cuánto daño y dolor le han causado al país!
El autor mencionado sostiene que “sería irrazonable concluir que nuestro mal carece de remedio”; manifiesta, de manera directa, que “tampoco se puede eludir la responsabilidad del Estado en la búsqueda de soluciones apropiadas”, y resalta la necesidad de enfrentar el peligro con seriedad y reconocer las fallas en su tratamiento. También destaca el papel cumplido por la Fuerza Pública en todo el territorio nacional, y afirma que, sin su presencia, “la ley sería letra muerta” y la delincuencia habría desbordado la capacidad del Estado.
Otras ideas planteadas y desarrolladas por el mismo autor a finales de los 90, y a modo de corolario, en su obra: “Tan complejo y largo conflicto no puede resolverse por la fuerza en un lapso previsible y razonable”; y hace una mención de los subversivos para que “puedan defender sus derechos en los foros de la democracia, en lugar de que tengan que hacerlo en el teatro de la guerra”. Y concluye que se “requiere un Estado de derecho que, basado en el reconocimiento sincero de una gran deuda social acumulada, busque la reconciliación con los descontentos sin sacrificar la autoridad ni la ley”.
Aprecio que retrotraer las reflexiones de estos distinguidos soldados de la milicia enaltece el pensamiento político militar actual y constituye un testimonio de valor incalculable. En ‘De frente’, seguiremos contextualizando esas deliberaciones hechas por insignes militares que ahora toman renovada vigencia frente a una guerra estéril, y que, además, la intolerancia la quiere volver sin fin. Conocido el informe de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, es importante mencionar, entonces, ¿de dónde venimos? Y ¿cuál ha sido el papel de las Fuerzas Armadas, en todo su devenir patriótico?
La historia de las Fuerzas Armadas está escrita en letra de molde y oro desde la gesta emancipadora y el acompañamiento responsable a la Nación en la construcción de su vida republicana. Es la verdadera historia que deben conocer las futuras generaciones, una historia llena de honor, gloria e hidalguía, que ya reposa en el imaginario colectivo y en el corazón del pueblo colombiano. Sin duda, por la nobleza de su misión, el desprendimiento, los sacrificios y el compromiso loable de nuestros soldados, marinos y policías de la patria. Es claro que solo hay una Independencia, la que forjaron nuestros héroes y fue sellada en el Puente de Boyacá. La historia continuará su marcha, pero sin desconocer un pasado y presente victoriosos, de por sí arraigados en el alma nacional.
Pretender justificar este conflicto armado es otro imposible de nunca alcanzar. La violencia, como método de lucha, nunca ha tenido legitimidad dable; las vías democráticas están proveídas para que las diferencias se definan en su seno, y la superación de sus posibles falencias no justifica el uso de la fuerza.
Nota: mi general Mejía, comparto su sabia reflexión. Esta ha sido una guerra inútil, costosa y sin gloria entre compatriotas, y no puede ser una pandemia de nunca acabar. Así es.
Eduardo Herrera Berbel
* Mayor general (r) del Ejército Nacional de Colombia
eduardoh@cable.net.co
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