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Perdió la derecha, pero no el mercado aún

El partido ganador en Grecia empezó afirmando que actuaría de forma unilateral y que se abandonaría el euro, de ser necesario, pero hoy se apresta a negociar.

 Claramente, las recientes elecciones en Grecia, que ponen en stand by a toda Europa, las perdió la derecha en favor de la izquierda. Sucede que, desde el 2008, el PIB ajustado a la inflación bajó entre 25 y 30 por ciento, la deuda pública –a pesar de “la austeridad”– pasó del 109 al 175 por ciento del PIB, el desempleo real roza el 26 por ciento, la renta per cápita descendió de 23.000 a 16.000 euros, uno de cada cinco de sus 11,5 millones de habitantes se encuentra por debajo del umbral de la pobreza, y decenas de miles sobreviven gracias a la caridad y a los comedores sociales.
Los gobiernos europeos en general, y Grecia en particular, se llenaron la boca hablando de las bonanzas del mercado y la actividad privada, pero la realidad es que estatizaron las deudas de los bancos, que, durante años, operaban mediante burbujas de inversión creadas, precisamente, por la intervención estatal en los mercados –la típica “patria financiera”–, con tasas insólitamente bajas. Acto seguido, con el pretexto de que la deuda estatal era enorme, se les pidió austeridad a los ciudadanos.
Existe, sin dudas, una relación triangular –en Europa, en general– entre las élites económicas que diseñan la función del Estado, y hasta pueden evadir impuestos con recetas tipo LuxLeaks, en el corazón mismo de Europa; y el tercer pico, las élites políticas –incluida la izquierda, seamos realistas, más allá del discurso–, entrelazadas con las económicas, que sirven a sus intereses y llaman a esta relación "legalidad". Y como intermediario está la troika (UE, FMI y BCE), a la que el nuevo primer ministro griego, Tspiras, de 40 años, ha utilizado astutamente como chivo expiatorio de casi todos los males, consiguiendo así pasar de ser una minoría insignificante al partido –Syriza– más votado de Grecia.
Tsipras prometió renegociar el pago de los 320.000 millones de euros recibidos de la UE y del FMI, y el fin de la austeridad. Sus prioridades son elevar el salario mínimo de 580 a 751 euros, liberar de impuestos a los que ganen menos de 12.000 euros anuales, garantizar electricidad y alimentos a los 300.000 hogares más necesitados, prohibir los desahucios, dar atención médica “gratuita” a quienes no puedan pagarla, eliminar los impuestos sobre el combustible para los hogares, devolver el poder adquisitivo a los funcionarios y aumentar el número de beneficiarios por desempleo. Todo costaría 12.000 millones euros, lo que podría ser menos oneroso para el mercado que lo dilapidado por la derecha anteriormente.
El partido ganador empezó afirmando que actuaría de forma unilateral y que se abandonaría el euro, de ser necesario, pero hoy se apresta a negociar. En los mercados, que son los más sabios, si bien observan todo con recelo, las grandes bolsas europeas en general han arrancado el lunes siguiente a las elecciones con marcadas pérdidas, pero luego se fueron recuperando hasta marcar ganancias.
Por su parte, el euro continuó su devaluación en Tokio y llegó a tocar los 1,1155 dólares, el nivel más bajo en los últimos 11 años. Sin embargo, luego subió. Aunque la verdad es que ya venía vapuleado por la “derecha”, con una brusca caída la semana anterior después de que el Banco Central Europeo (BCE) anunciase una expansión monetaria sin precedentes. Obviamente, aumentó la rentabilidad que el mercado secundario reclama por comprar la deuda pública griega, ya que los bonos a 10 años han pasado de un interés del 8,4 por ciento el viernes anterior a las elecciones a más del 10 por ciento en estos días.
* Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California)
https://twitter.com/alextagliavini (@alextagliavini)
Alejandro A. Tagliavini*
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