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Marta Vieira, la reina del balón en el deporte rey

Ha sido escogida cinco veces como la mejor jugadora del planeta. Está nominada al Balón de Oro.

En el estadio La Cocha, de Latacunga (Ecuador) había mucho nerviosismo. El seleccionado colombiano femenino de fútbol estaba en la tribuna, sus integrantes hacían fuerza para que el último partido de la Copa América del 2010 entre Brasil y Chile terminara pronto, pues había dos intereses muy grandes.
Estaban de por medio la primera clasificación en la historia de un equipo de damas del país a los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y el cupo al Mundial de Alemania 2011, algo que se tenía que cristalizar si Brasil derrotaba a su similar de Chile.
El juez central hizo sonar su pito y el juego acabó. Las brasileñas celebraron el título, tras el 3-1 a favor, y a las colombianas les faltaron piernas para descender al campo de juego y celebrar con ellas la ida al Mundial y a la Olimpiada.
Varias de las jugadoras nacionales fueron hasta donde estaba Marta, la gran figura del balompié femenino, una mujer que con las piernas se ha dado un lugar en el fútbol del planeta, pero la reacción de ella no fue la mejor: rechazó a las colombianas, quienes solo querían disfrutar de este alegre momento con su ídolo, pero no fue así, fue duro el golpe, pues la tenían en un pedestal.
“No quiso que habláramos con ella. Nos rechazó y eso nos dolió. Claro, nosotras seguimos la celebración, pero no fue un buen momento. Marta era el referente en ese momento, la mejor jugadora del mundo, pero eso nos decepcionó”, le dijo a EL TIEMPO Yineth Varón, quien hizo parte de ese histórico seleccionado colombiano y quien, como sus compañeras, sufrió en carne propia la potencia goleadora de la brasileña, que en dos juegos hizo trizas la defensa nacional.
En el partido de la fase de grupos, Marta marcó uno de los dos tantos con los cuales le ganó Brasil a Colombia, 2-1. Y en el cuadrangular final, la brasileña sacó todo su repertorio y no tuvo compasión de las colombianas, pues dos de sus goles ayudaron para la goleada 5-0, una derrota que era ‘normal’, pero no por la cantidad de goles.
“Por eso no podemos desconocer lo que fue, lo que es Marta para el fútbol. No tengo dudas: fue la mejor. Hoy, pues no es la de antes, pues ha perdido algo de agilidad, pero sigue siendo de las mejores del planeta. Ella gritaba cuando la agarraban y le hacían faltas. Era muy tranquila, calmada, pero cuando le cometían faltas no reaccionaba bien”, aseguró Varón.
Marta, con la camiseta de la selección de Brasil, luce el emblemático número 10. El club Centro Sportivo Alagoano fue su primer equipo. Foto: AFP
Una vida difícil
La historia de Marta Vieira da Silva es muy dura, como la de la mayoría de los brasileños que no nacieron en la opulencia y que se tuvieron que esforzar al máximo para salir adelante.
Marta nació el 19 de febrero de 1986 en Dois Riachos, municipio del estado de Alagoas (Brasil). Se crió con cuatro hermanos, en una familia humilde.
De los mayores se ‘volaba’ rápidamente, como lo hace en la cancha con sus rivales, para irse a jugar fútbol. Ellos la perseguían, porque no les cabía en la cabeza que su hermana jugara al fútbol, que se la pasara dándole patadas a un balón, en una sociedad machista, en la que este deporte ‘solo era para hombres’.
Sus padres se separaron cuando ella no había cumplido el año de vida y a su mamá le tocó trabajar para levantar la familia. Fue tan precaria la situación, que Marta solo fue a la escuela cuando tenía 9 años, pero ya sabía leer y escribir.
“Me tocó aprender por mi cuenta, tratando de leer los periódicos y una revista de aventuras que se llamaba la Pandilla de Mónica, por eso no me dio tan duro ir a la escuela”, dijo en alguna ocasión.
A los 14 años su desempeño en el campo de fútbol era sensacional. Su gambeta era indescifrable, sus movimientos nadie los podía intuir, su potente disparo era un arma mortal para las arqueras y el club Centro Sportivo Alagoano, gracias a su talento, se cansó de ganar torneos locales.
Por eso recibió la oferta de entrenar con el Vasco da Gama de Río de Janeiro. No lo dudó dos veces, se montó en un bus y en él ‘vivió’ tres días hasta llegar a Río, una ciudad que solo conocía por las imágenes de la televisión.
Se impactó con el Cristo Corcovado, con las playas de Ipanema, con las de Copacabana y con el Pan de Azúcar, pero más con las instalaciones del Vasco da Gama, su nueva casa.
“Las niñas que jugaban ahí estaban mejor preparadas que yo, pero me puse a trabajar”, recordó.
Y sí, Marta entrenaba y poco a poco se llenó de confianza y se convirtió en la mejor jugadora del club. Tanto, que cuatro años más tarde firmó un contrato para irse al exterior, más exactamente al Umea sueco, de donde saltó a la Selección de Brasil, su gran anhelo. Luego, pasó al fútbol de los Estados Unidos, a militar en Los Ángeles Sol, El F.C. Gold Pride y el Western de Nueva York, regresó a Suecia y desde el 2012 hace parte del Rosengard.
La Fifa nuevamente la nominó para el Balón de Oro este año. Marta ganó el premio a la mejor jugadora del mundo del 2006 al 2010, y en este último año recibió el Balón de Oro: algo que ninguna mujer ha hecho. “No he visto a ninguna que haga los pases milimétricos que hace. Siempre quiere ser el centro de atracción, pide la pelota, tiene personalidad. En el campo, nadie habla con ella, pues es la gran rival por vencer”, precisó otra colombiana que la enfrentó en esa Copa América del 2010, Carolina Pineda.
Triunfos olímpicos
Dentro de su galería de medallas y trofeos sobresalen dos: las preseas de plata que ha obtenido en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y Pekín 2008, tal vez una alegría, pero al mismo tiempo una tristeza, pues el oro nunca lo ha obtenido.
“La he enfrentado cuatro veces, pero no hemos hablado, solamente el saludo. Bueno, ella es delantera y yo mediocampista, por lo que en el campo poco nos hemos visto”, precisó el ícono del fútbol femenino de Colombia, Yoreli Rincón.
Marta es una mujer que poco se preocupa por el rival. Es de las que piensan que lo ideal es que Brasil y su equipo jueguen bien y ganen. En el campo de juego es temperamental y aunque da la impresión de ser tranquila, el mal genio se le sale.
“Cuando la agarraban y le cometían falta o cuando sus compañeras no le pasan el balón se ponía de mal carácter. No es grosera, pero sí recrimina a las demás. Es una gran jugadora, aunque, hoy por hoy, mantiene un buen nivel, no es la mejor del mundo”, dijo Rincón.
En el 2010 su imagen era tan importante y promocionada en el mundo, que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) le propuso que fuera embajadora de la Buena Voluntad, y aceptó.
Hoy, Marta tiene dos funciones: trabaja para disminuir la pobreza y por la autonomía femenina.
De su vida personal poco se conoce, muy pocas veces toca el tema, sobre todo cuando de la actualidad se trata.
“Me gustaría ser, algún día, mamá. Eso me lo planteo cuando acabe mi carrera, por eso poco toco ese tema. Me gustaría tener una Martinha para que la saga en el fútbol continúe”, afirmó.
Marta Vieira da Silva es un nombre que permanecerá al lado de Pelé, Diego Maradona, Lionel Messi, Cristiano Ronaldo, pero lo que ha hecho por el fútbol femenino es tan grande que los calificativos se quedan pequeños.
Es la única mujer que tiene las huellas de sus pies en el camino de la fama del mítico estadio Maracaná de Río, al lado de los más grandes exponentes de ese país en la historia.
A sus 28 años aún tiene sueños en el deporte, a pesar de haberlo ganado casi todo, pero tiene en mente, y no descansará hasta tenerlo, el título mundial femenino, porque a ella poco le sirve el subtítulo del mundial de China en el 2007, haber recibido la Pelota de Oro como la mejor del certamen y haber sido la máxima anotadora con siete tantos. Es una asignatura pendiente.
LISANDRO RENGIFO
REDACTOR DE EL TIEMP
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