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La bahía sagrada que se volvió parque nacional

Los indígenas wayús confían en que área marina protegida les ayude a recuperar recursos naturales.

JAVIER SILVA HERRERA
La langosta ya no es tan grande como hace años, dice Luis Epinayú. Tampoco los pargos y los bagres blancos, que ya no se ven con tanta frecuencia. “Ya tampoco hay muchas tortugas carey ni cocodrilos”, dice, para referirse a esa tortuga marina en extinción y al caimán aguja, algunos de los reptiles típicos de esta región. “La tristeza ahora es común en la bahía sagrada de Portete”, agrega Epinayú.
Este hombre, autoridad wayú del clan Ian, en la alta Guajira, dice estar acongojado por ver el deterioro ambiental de su tierra, pero al menos esperanzando. Por eso, con la actitud de los patriarcas, celebró que el presidente Juan Manuel Santos haya visitado su hogar para declararlo el parque nacional número 59 del país. El sitio es ahora un área marina y costera protegida, blindada contra la minería y la pesca industrial. Poco a poco podría comenzar a recuperar su biodiversidad estropeada, para que además purobi, la hermosa sirena del mar cuya presencia representa prosperidad en la tradición indígena, quiera seguir viviendo en las aguas de este mar verdoso, que hace contraste con el desierto. (Lea también: Bahía Portete (Guajira) ya es Parque Nacional Natural).
La creación de esta zona protegida, llamada oficialmente Bahía Portete-Kaurrele y que además busca conservar las tradiciones culturales de la comunidad wayú, fue avalada, aparte del clan de Epinayú, por otros cinco de estos grupos –tres de ellos llamados Media Luna, Youlepa y Kamuschiwou–, al cabo de un proceso que comenzó en el 2007, impulsado por la oficina de Parques Nacionales del Ministerio de Ambiente, The Nature Conservancy, el Fondo Mundial para la Naturaleza, Conservación Internacional y el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (Invemar). Asegurará 14.079 hectáreas (90 por ciento marinas y 10 por ciento terrestres), que además resguardarán la mayor porción de pastos marinos del país (que se extienden por 1.300 hectáreas), que sirven como una sala cuna de peces y otros organismos marinos. También existen bosques de manglar y formaciones coralinas, que son las más desarrolladas para La Guajira. Incluso, fondos lodosos de enorme valor, porque allí se desarrollan moluscos y crustáceos.
Los jóvenes wayús bailaron para el presidente Santos y su comitiva. Foto : Mauricio Dueñas / EFE
“La petición para proteger a bahía Portete era científicamente una prioridad”, explicó Paula Sierra, coordinadora de investigación e información para la Gestión Marina y Costera del Invemar.
“Es que allí, en una sola bahía, se reúnen todos los ecosistemas marinos (arrecifes, pastos, manglares) de un valor incalculable”, explicó. En sus playas también desovan tortugas caguama y verde, en nidos que ellas mismas construyen. Recursos biológicos que son vulnerables a la tala y a la cacería ilegal, atentados frecuentes en esta zona. Y al tránsito marítimo y ferroviario.
A un costado de la bahía, por fuera de lo que es parque, pero muy cerca de su polígono, está Puerto Bolívar, desde donde Cerrejón saca al exterior el carbón que extrae o pocos kilómetros de la zona protegida. Los wayús dicen sentirse excluidos del progreso que representa esta multinacional, que siempre ha mostrado su interés por hacer una minería sostenible.
Parte de la zona protegida resguarda porciones del desierto guajiro. Foto : Mauricio Dueñas / EFE
“De la malla hacia adentro de esta empresa hay solo opulencia, pero de la malla hacia afuera, donde están las comunidades, no hay ni agua ni electricidad. Contaminan el aire, el mar, con su carbón y sus aguas de lastre”, dice Carmen Cuadrado Pince, otra líder wayú.
Precisamente, Epinayú dice que parte de su anhelo es que esta declaratoria les ayude a dirimir esa polémica que denuncia Cuadrado Pince, llegar a acuerdos y vivir en armonía. “Eso es vital. Es la vida de mis nietos y de sus hijos la que está en juego”.
JAVIER SILVA HERRERA
Redactor de EL TIEMPO
JAVIER SILVA HERRERA
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