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Venezuela, contra la pared por acercamiento Cuba-EE. UU.

Se firmó legislación para sancionar a funcionarios venezolanos por violaciones a derechos humanos.

MICHAEL SHIFTER
La audaz movida de Barack Obama para normalizar las relaciones con Cuba tendrá consecuencias sustanciales. Durante mi estadía la semana pasada en La Habana, conocí a muchos cubanos que recibieron la noticia con alegría. La vida para los cubanos promedio sin duda mejorará, aunque qué tanto y (a partir de) cuándo todavía es incierto.
Gracias a Obama, las consecuencias positivas para las relaciones entre EE. UU. y América Latina ya se están sintiendo. Felizmente, en este hemisferio, los remanentes de la Guerra Fría se están desvaneciendo, pero el cambio de la política de EE.UU. hacia Cuba, del aislamiento al compromiso, no producirá armonía total entre Washington y Latinoamérica. (Lea también: Respaldo mayoritario al diálogo entre Barack Obama y Raúl Castro).
Eliminará, sin embargo, el principal y quizá único factor que unifica a la región en contra de Washington, su condena de la política de EE.UU. frente a la isla (aunque para acabar totalmente con el embargo será necesario una acción del Congreso, Obama cuenta con autoridad suficiente para realizar cambios importantes).
Ya no será posible utilizar la aproximación de EE. UU. hacia Cuba como un llanto unificador o para distraer la atención de los problemas nacionales. Obama ha cumplido con la mayoría de reclamos que por años han insistido en América Latina y que quedaron plasmados en la Cumbre de las Américas que se realizó en Cartagena en el año 2012. (Ver también: Barack Obama y Raúl Castro ponen fin a 50 años de tensiones).
En la Cumbre de Panamá de abril de 2015, Obama y Raúl Castro sostendrán una reunión histórica que servirá de símbolo para ese acercamiento. Ese encuentro se llevará toda la atención. Y hará que criticar a Obama sea muy difícil para otros líderes latinoamericanos que, por distintos motivos, tienen tensas relaciones con Washington.
Quedaron desconcertados y tendrán que modificar su guion tradicional.
El anuncio simultáneo del miércoles pasado entre Castro y Obama pone especialmente a Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, en una situación incómoda. La movida implica que Maduro pierde su principal argumento.
Venezuela está cayendo en espiral. Su capacidad para continuar subsidiando petróleo a Cuba –algo que ha hecho desde que Chávez llegó a la presidencia– está en duda. La crisis de Venezuela y sus desalentadores perspectivas pudo haber sido uno de los factores en la decisión de Castro de llegar a un acuerdo con EE. UU. para expandir el comercio y la cooperación.
Castro dejó claro en su discurso de este sábado que sigue comprometido con Venezuela y los otros países del Alba. Pero, a la vez, avanza hacia la normalización de las relaciones con Washington. Enfrenta una difícil tarea de equilibrio que pondrá a prueba a su habilidad política.
Para sumarle a los problemas de Maduro, el día después de que Obama hiciera su anuncio sobre Cuba, este firmó una legislación cuyo objetivo es sancionar a funcionarios venezolanos por violaciones a los derechos humanos.
Fue simbólico pero refleja una posición de mano dura contra el gobierno de Maduro.
Normalizar relaciones entre La Habana y Washington no afectará –y por cierto podría ayudar– los prospectos de un eventual acuerdo de paz entre el gobierno de Colombia y las Farc.
Para las Farc, el ejemplo de este acercamiento Cuba-EE. UU. debe ser poderoso. Hasta EE. UU. y Cuba están haciendo la paz. El gobierno colombiano debe sentirse alentado por el hecho de que Obama está dispuesto a desafiar la oposición republicana tanto con Cuba como en otros frentes.
Aunque las sospechas y resentimientos de América Latina hacia EE .UU. no desaparecerán de un día para otro, con el tema crucial de Cuba camino a resolverse, Washington tendrá más credibilidad en la región.
Eso facilitará el progreso en otras áreas, desde seguridad hasta democracia y comercio. Con su decisión, Obama ha ayudado a restablecer una importante medida de confianza que Washington había perdido en años recientes con América Latina.
MICHAEL SHIFTER
Presidente del Diálogo Interamericano
MICHAEL SHIFTER
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