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Veedores de Cundinamarca revelan incumplimientos de contratistas

12 veedurías denuncian, además, atrasos en vías, falta de participación y errores en planeación.

EL TIEMPO
Obras que se contratan por cuatro meses y se entregan un año después; carreteras que no cuentan con el personal necesario para ejecutarse a tiempo o coliseos que se hacen sin los requerimientos que exige la ley son algunos de los hallazgos comunes que encontraron 19 veedurías en el departamento.
En los municipios de La Calera, Gachetá, Junín, Machetá, El Colegio, Útica, Nimaima, Girardot, Cáqueza, Chipaque, Tocancipá, Zipaquirá y Nilo se vigilaron aproximadamente 20 obras entre vías terciarias y escenarios deportivos, que se construyeron con recursos del presupuesto nacional transferidos a través de Coldeportes e Invías.
El proyecto de creación de las veedurías en Cundinamarca surgió de un diagnóstico que realizó la Contraloría General de la República (CGR) a las obras urgentes que se dispusieron durante la ola invernal del 2011. El ente de control halló que aunque sí se cumplieron, presentaron graves retrasos. “La comunidad no se veía beneficiada de la inmediatez que requerían las obras, porque se entregaban un año después”, comenta Guillermo García, funcionario de participación ciudadana de la CGR.
Durante un año, las 19 veedurías recibieron formación técnica de estudiantes de último año de ingeniería civil de diferentes universidades para conocer cuáles eran los requerimientos de las obras, que costaron cerca de 20.000 millones de pesos.
Este miércoles, en compañía de la Contraloría, se hizo la rendición de cuentas, donde se expusieron los casos más críticos, pero también aquellos donde las veedurías lograron cambios en las obras.
La placahuella en Útica
“No somos ingenieros, pero sabemos que no están haciendo bien la obra”, comenta Milton Mahecha, presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda La Fría en Útica, respecto a la placahuella que el contratista entregó, pero al que todavía le hacen arreglos.
Esta vía, que busca conectar a los municipios de La Peña y Útica, se empezó a ejecutar en noviembre del 2013 y tenía que estar lista en marzo, pero solo hasta junio de este año se finalizó. Sin embargo, no se entregaron los 2.000 metros estipulados en el contrato, sino 1.600, porque el contratista decidió ampliar el ancho de la placa en algunos tramos, sin estar en los planes iniciales.
“A la obra le cambiaban de ingeniero o de interventor semanalmente, era una falta de respeto con la comunidad”, comenta Mahecha, quien también debió denunciar al contratista, porque a falta de envío del material para la obra, comenzó a utilizar la arena del río.
Las demoras en La Calera
Por más de cinco años, las escuelas de patinaje de La Calera tuvieron que practicar en las calles. Gracias al interés de más de 100 familias se logró la construcción de una placa deportiva en el sector de La Portada, en la vía que comunica al municipio con Sopó. Las obras se iniciaron el 30 de agosto del año pasado y su tiempo de ejecución eran 77 días. Al día de hoy, se han hecho cinco prórrogas y los niños no pueden practicar ni en la vía ni el nuevo escenario, que costó alrededor de 2.200 millones de pesos.
“Con la compañía de los ingenieros, encontramos que la obra no tuvo una planificación adecuada, muchas fallas en la estructura mostraron improvisación”, opina Alexandra Cárdenas, presidenta de la veeduría. Según la Alcaldía de La Calera, se espera que la obra esté lista para el 30 de diciembre de este año.
El coliseo de Girardot
Pasaron más de doce años para que el coliseo del barrio Centenario, en el casco urbano de Girardot, pudiera tener una cubierta. Coldeportes y la Alcaldía aportaron 1.500 millones de pesos para este escenario en el 2013.
“La obra ha tenido un gran impacto, pero faltó socialización”, agrega Norma Lozano, quien coordinó la veeduría, y descubrió que la obra se estaba ejecutando como un polideportivo y no como un coliseo, por lo que no se entregaron equipamientos como cafeterías y obras de urbanismo para los barrios aledaños.
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