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Tras 30 años, niños de Bhopal pagan precio del mayor desastre de India

El escape tóxico de la planta de pesticidas de Union Carbide sigue generando malformaciones.

(AFP)
En Bhopal, escenario hace 30 años del peor desastre industrial de la historia de India, Sapna nació con una fisura labial congénita, pero su abuela hizo oídos sordos a quienes le recomendaron "matarla" o "llenarle la boca de tabaco" antes de unirse a la lucha por estos menores.
"Muchos me dijeron de matarla. Dijeron que no serviría para nada y que debería llenarle la boca de tabaco", explica Devi Shukla. "Pero me dije que no la dejaría morir. Ya había perdido tres hijos en esta tragedia y no quería perder otro".
El escape masivo de gas tóxico en una fábrica de pesticidas de Union Carbide en la madrugada del 3 de diciembre de 1984 en Bhopal, capital de Madhya Pradesh (centro), mató a 3.500 personas en pocos días y a unas 25.000 a largo plazo.
Pero las consecuencias de esta tragedia continúan en las inmediaciones de la fábrica, donde, a partir de 1984, muchas vecinas dieron a luz a niños con malformaciones y otros muchos murieron prematuramente. Su número es imposible de determinar.
El gobierno nunca estableció vínculos entre estos casos y la catástrofe, una decisión que habría implicado importantes beneficios para las víctimas.
Devi Shukla perdió a su marido y a tres hijos en una sola noche. Una de sus hijas, Vidya, terminó parcialmente paralizada por haber inhalado vapores tóxicos. Tras largas sesiones de fisioterapia, su estado de salud mejoró. La familia se alegró del embarazo de Vidya, pero sin pensar en las posibles complicaciones.
Su hijo mayor, Sushil, padece un retraso en el crecimiento y mide menos de 1,20 metros a sus 18 años. Su segundo hijo murió a los cinco meses y Vidya dio a luz a continuación a una hija, Sapna. "Ella nació con un labio leporino. Se ha sometido a tres series de intervenciones hasta el momento", declara Devi Shukla y aún debe operarse una vez más para reconstruir su nariz.
Sapna, una feliz adolescente de 13 años, quiere convertirse en médico. La experiencia familiar convenció a Devi Shukla de los vínculos de estos casos con la catástrofe y, así, ayudó a la creación de una clínica para los supervivientes con problemas de salud.
El Chingari Trust acoge 705 menores con problemas, especialmente, de sordera o de autismo, a quienes ofrece cuidados físicos y ortofonía, así como cursos y actividades deportivas.
Rasheda Bee, una asociada de la organización, piensa que la mayoría de las malformaciones provienen del "agua contaminada". Su determinación a ayudar a estos niños le vino tras la muerte de su hermana y de tres de sus sobrinas por dificultades respiratorias.
Rasheda se afirmó en esta lucha, tras un viaje a Japón, donde se reunió con los niños de las víctimas de los bombardeos de Hiroshima en 1945.
Rasheda participó en una serie de pruebas de leche materna en madres de Bhopal, que determinaron que nueve de las diez madres residentes en los alrededores de la fábrica "presentaban altos niveles de mercurio" frente a las cifras normales de las madres que viven en otros puntos de la capital.
El mercurio frena el desarrollo del feto. Un estudio publicado hace diez años en el Journal of American Medical Association estableció que los menores nacidos de familias expuestas al gas tóxico eran de media 3,9 centímetros más pequeños que los nacidos en otros puntos de Bhopal.
El jefe de Amnistía Internacional, que lucha por el aumento de las indemnizaciones, estima que existen pruebas de contaminación. "Nos enfrentamos a problemas de salud en varias generaciones", indica Salil Shetty a la AFP con motivo de las ceremonias en conmemoración de los 30 años de la tragedia.
Los estudios demostraron "claramente" que "el agua estaba contaminada", añade él, al precisar que la contaminación de suelos y agua comenzó antes del accidente. Devi Shukla explica que los niños aún "tienen miedo a beber agua", a pesar del cambio de las canalizaciones.
Para el médico de un instituto financiado por el Estado, que investiga la salud de los menores en Bhopal, es demasiado pronto para establecer un vínculo entra la fábrica y las enfermedades congénitas. "Esto ni se confirmó, ni se desmintió", afirma el investigador, que pidió el anonimato.
Shetty reconoce que se discute la causa exacta de algunas enfermedades, pero que la responsabilidad de hallarla es de las autoridades. "¿Por qué el gobierno indio no consigue conducir las adecuadas investigaciones? Es como si India no tuviera la capacidad. Las víctimas esperan desde hace 30 años. Es mucho tiempo". 
BHOPAL, India (AFP)
(AFP)
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