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Los escoceses votaron en el referendo por abrir una 'tercera vía'

El premier David Cameron abrió la puerta a una revolución política en todo el Reino Unido.

IDAFE MARTÍN PÉREZ
Escocia y el Reino Unido cambiaron profundamente este jueves. Tras unas jornadas de intensa emoción política, los escoceses amanecieron el viernes tras haber depositado en miles de urnas más de 3,5 millones de votos. El 55,3 por ciento decidió rechazar la independencia del Reino Unido. La distancia fue mayor que la prevista en los sondeos y reflejada en las calles en los últimos días.
Lloviznaba en Edimburgo este viernes y mientras los operarios de limpieza empezaban a retirar propaganda electoral, la prensa y algunos canales de televisión escoceses y británicos intentaban poner luz en los resultados.
Algunos datos son llamativos: los pensionistas habrían votado 'no' al 65 por ciento, y si solo hubieran votado los hombres Escocia hoy sería independiente. Ganó el 'no' en las regiones de mayor renta per cápita y entre los profesionales calificados.
El 'sí' lo hizo en los barrios obreros de las grandes ciudades, en la capital económica de Glasgow y en la ciudad de Dundee, posiblemente empujada por el expremier británico Gordon Brown, laborista y escocés. En la jornada votó el 84,59 por ciento del censo, una tasa inédita desde que en 1918 se introdujo el sufragio universal.
Las reacciones fueron inmediatas. El premier escocés, Alex Salmond, anunció su dimisión tras agradecer a los escoceses su participación y le recordó a Londres que ahora debe cumplir la promesa de campaña de entregar más poder político a Escocia si votaba contra la independencia.
Fuentes del SNP, el partido de Salmond, aseguraban la noche del jueves que el premier tenía decidida la dimisión con independencia del resultado y que, previsiblemente, asumirá el poder su segunda, Nicola Sturgeon.
Salmond se va después de convertir en dos décadas a un partido minoritario en una fuerza de Gobierno con mayoría absoluta en las últimas elecciones regionales. Toda la clase política británica alabó ayer su labor de estos años.
Desde Londres, el premier David Cameron prometió cumplir y ante las críticas de una parte de su partido, defendió la celebración del referendo aunque no le gustara “porque soy un demócrata y creo que no hay que esconderse ante los problemas”. En Madrid, con la tensión nacionalista catalana al máximo, esas palabras debieron sonar a cuerno quemado porque desde Barcelona se mira a Edimburgo como un ejemplo a seguir.
Escocia parece haber escogido la 'tercera vía', la opción que no estaba en las papeletas porque Cameron se negó a incluirla, la concesión de más autonomía sin cortar totalmente con el Reino Unido. Las reacciones del viernes reconocían esa impresión y Cameron anunciaba una profunda reforma de las estructuras del Estado para entregar la mayor cantidad de competencias a Escocia pero también para dar más autonomía a Gales, Irlanda del Norte y posiblemente a la propia Inglaterra.
Una federalización de un país hasta ahora muy centralizado que podría incluso generar el crecimiento de una entidad política en Inglaterra paralela al poder de Londres. Un cambio radical y arriesgado que pone en peligro la carrera política de Cameron porque puede sublevar a gran parte de su partido. Mientras, los escoceses se centrarán ahora en curar las heridas que pueda haber dejado la campaña política.
Europa seguirá teniendo por ahora las mismas fronteras internas y los escolares no tendrán que aprender otro país con otra capital. Las instituciones europeas, que antes de la campaña no quisieron ni hablar del asunto porque no tenían una respuesta a una hipotética independencia, respiraron ayer aliviadas. Varios comunicados de prensa felicitaron a los escoceses por una decisión que según la Comisión Europea “refuerza al Reino Unido y a Europa”.
Las instituciones europeas temían que negociar su ingreso en el club con una Escocia independiente fomentara aún más separatismos como el catalán, el vasco o el flamenco. La Unión Europea tiende a la integración y no quiere ni más fronteras ni más países.
La seguridad que da la pertenencia al bloque podría a la vez hacer que sus pueblos sin Estado, como los escoceses, los catalanes o los flamencos, busquen una independencia que en otras condiciones históricas o geográficas ni intentarían.
El exeurodiputado liberal británico Graham Watson, uno de las pocas voces europeístas en el Reino Unido, explicaba el viernes que “la UE crea un marco en el que el derecho a la autodeterminación de los pueblos puede conseguirse sin guerras o interrupciones comerciales”.
Desde el Castillo de Balmoral, al norte de Escocia, la reina Isabel de Inglaterra publicó un comunicado anunciando el respeto de todos los británicos a la decisión de Escocia.
Ganadores y perdedores
La decisión de los escoceses dejará marcado para siempre a un Reino Unido que debe cambiar. Pero sobre todo será un hito en la carrera política del premier David Cameron, el hombre que se la jugó ofreciendo únicamente las salidas radicales (status quo o independencia) cerrando la puerta al término medio, la concesión de más autonomía que acabó imponiéndose a pesar del 'no'.
Cameron sale de este referéndum con un problema interno en su partido y con una agenda política muy difícil de gestionar. Debe conceder esos poderes a los escoceses y justo después, ya en 2015, enfrentarse a las urnas.
Si gana debe decidir si cumple su promesa de celebrar en 2017 un referéndum para que los británicos decidan si siguen o no en la Unión Europea. Él repite que no quiere sacar a su país de la UE, pero la presión del UKIP, el partido nacionalista y xenófobo que le está creciendo por la derecha, lo deja en una posición muy difícil.
Ganan los laboristas. Además de que si Escocia se hubiera independizado hubieran perdido uno de sus tradicionales feudos electorales, el referéndum deja dañado a Cameron y podrían aspirar a gobernar dentro de un año. La campaña, además, les sirvió para recuperar a Gordon Brown, una figura siempre a la sombra del ex premier Tony Blair, pero muy respetada en Escocia.
Y hay un gran ganador. Con únicamente el 8% de la población del Reino Unido, Escocia se convierte tras este referéndum en parte fallido en un actor político indispensable en el futuro del Reino Unido.
Los escoceses tendrán más autogobierno para gestionar en casa las políticas que temían que Londres privatizara, como el sistema sanitario y posiblemente más ingresos fiscales. Escocia también se despertó este viernes democráticamente más fuerte. Y todo eso sin perder su magia y sus mitos, como el del ángel de piedra que anoche seguía tocando la gaita en una columna de la Capilla del Cardo, en la Catedral de Saint Giles de Edimburgo.
IDAFE MARTÍN PÉREZ
Para EL TIEMPO
Escocia
IDAFE MARTÍN PÉREZ
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