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La revolución agota a la gigante PDVSA

En otros tiempos autosuficiente y eficaz, la estatal petrolera por primera vez importará petróleo.

Si un número exhibe con orgullo la ‘revolución bolivariana’, es que en estos 15 años de gestión Venezuela logró certificar las mayores reservas de petróleo del mundo, 298.350 millones de barriles depositados en un cinturón de riqueza prácticamente inagotable. Una cifra que coloca a la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) en el ‘Olimpo’ petrolero, pero que esconde paradojas como que el país estudia importar petróleo por primera vez en su historia.
Se trata de la compra de crudos ligeros para “diluir” su petróleo, esencialmente pesado y de mediana calidad, para mantener su modesto nivel de ventas. Una compra impensable en otros tiempos, cuando los pozos de crudos ligeros –que el país también tiene, pero menos– estaban en excelente forma y de ellos se tomaba lo necesario para el mejoramiento del más pesado.
Pero la PDVSA de hoy no es la misma que hace 15 años, cuando el presidente Hugo Chávez asumió las riendas del país. Si bien sus gestiones internacionales entre 1999 y el 2001 ayudaron a consolidar un precio “justo” del petróleo para los países productores (unos 100 dólares el barril, precio que tiene desde hace unos años), el uso que ha dado la ‘revolución’ a la petrolera redujo mucho su operatividad.
Un informe reciente del exjefe de economistas de PDVSA Ramón Espinasa (hoy líder en Petróleo y Gas, de la División de Energía del Banco Interamericano de Desarrollo) resume las causas del declive.
Un primer aspecto, el despido de casi la mitad de los empleados de la industria por su supuesta participación en la huelga petrolera del 2002. “De 39.700 empleados fueron despedidos 18.700, y de 19.400 profesionales fueron despedidos 13.100. La antigüedad promedio de los despedidos era de 15 años y con ellos se perdieron 280.000 años de experiencia. PDVSA nunca se ha recuperado de esta pérdida”, dice.
El segundo fue el cambio en la forma de hacer negocios de PDVSA, que pasó de ser autonómica y vigilada por el Banco Central, concentrada en invertir para aumentar su producción, a ser un órgano intervenido por el Ejecutivo y dedicado a sostener todo tipo de políticas públicas –desde la venta de crudo a precios preferenciales para los aliados, con 300.000 barriles de petróleo diarios que se entregan a China como parte de pago de créditos, hasta financiar misiones de salud o distribución de alimentos–.
Esta combinación de factores desaceleró la eficiencia de la empresa y su capacidad de inversión. La PDVSA de 1999 producía oficialmente 3,3 millones de barriles diarios, mientras que la del 2013 cerró con un balance de 2,78 millones de barriles diarios, una caída de 24 por ciento, contradictoria con la promesa revolucionaria de expandir la producción a 6 millones de barriles para el 2019.
El informe de Espinasa destaca que los costos de operación de la empresa se han multiplicado por seis, pues producir un barril en 1998 costaba 4 dólares, mientras que el año pasado –en una PDVSA que ahora soporta a 140.000 trabajadores– costó 24 dólares. En el 2013 la ganancia neta por exportaciones fue de 43.600 millones de dólares, pero el economista calcula que “con el patrón de exportación y condiciones comerciales de 1998, esa ganancia hubiera sido de 109.500 millones”, lo que representa, desde el 2008, una caída del ingreso neto petrolero en más del 50 por ciento.
La capacidad refinadora de PDVSA también se ha estancado, los mismos 2,8 millones de barriles diarios que hace 15 años.
Por eso, y para cubrir la demanda interna, se ha visto obligada a comprar gasolina a precios internacionales para venderlo a precio irrisorio en el mercado interno (unos 3,3 millones de litros compró el año pasado, según la Agencia Internacional de Energía), además de derivados del petróleo que antes producía. Entre el tremendo subsidio a la gasolina y comprar estos productos, la empresa pierde hasta 20.000 millones de dólares al año.
Nuevos nombres, mismo destino
Aunque se estima como positivo el nombramiento de dos personas diferentes para manejar el tema petrolero, Asdrúbal Chávez, como nuevo ministro de Energía, con más de 20 años en la industria, primo del fallecido presidente Hugo Chávez; y Eulogio del Pino, al frente de PDVSA, también con más de 20 años de experiencia, “nadie se espera que haya cargos significativos en la dirección de la política petrolera, porque los aspectos básicos de la estrategia eran diseñados por el presidente Chávez y ahora por el presidente Maduro”, según escribió en su blog ‘Petrofinanzas’ el periodista experto en petróleos José Suárez Núñez.
VALENTINA LARES MARTIZ
Corresponsal de EL TIEMPO
Caracas.
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