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'Matoneo entre vecinos es mayor que en los colegios': general Palomino

El director de la Policía dice que ese tipo de problemas se podría frenar con multas. Entrevista.

El general Rodolfo Palomino, director de la Policía, dice que los colombianos deben aprender a celebrar sin perder el control en el consumo de licor. Asegura que mientras eso se logra, la ley seca es una manera efectiva de evitar muertes.
Además, revela detalles del proyecto del nuevo Código de Policía, que el Gobierno llevará al Congreso. Con multas se controlará el matoneo entre vecinos, el uso de armas blancas y las riñas. Palomino anticipa que uno de los capítulos principales será el del control de venta y consumo de licor cerca de centros educativos.
El Gobierno prepara un nuevo Código de Policía, que será llevado al Congreso. ¿Qué propuestas incluyó su institución en materia de convivencia?
Tenemos un código que está cumpliendo 34 años y que se ha quedado obsoleto frente a las conductas de una sociedad que se transforma y evoluciona. ¿Qué hemos evidenciado? El tema de las riñas, escenarios de desorden por el consumo de licor, el uso de las armas blancas y lo que llamamos contravenciones deben ser atendidos de manera oportuna, con mayor efectividad, entiéndase con severidad, porque hoy no están dados los mecanismos para garantizar que las medidas correctivas se puedan aplicar.
¿Qué planteará el Código en cuanto al consumo de licor cuando hay eventos deportivos?
Hemos visto que administraciones locales aplican medidas restrictivas del consumo de licor en algunos partidos de fútbol en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla sobre una zona geográfica determinada, y pensamos que eso es válido. En el caso de Bogotá, por ejemplo, hay otras localidades, como Usaquén y Suba, que tienen buen comportamiento y que no tendrían que verse afectadas por las restricciones. Razón tienen de pronto algunos dueños de restaurantes que no están dentro de ese escenario de celebración deportiva y sin embargo se ven privados de que sus clientes disfruten de una copa de vino en un almuerzo o comida, cuando ese consumo va a ser inocuo en el comportamiento de esas personas.
¿Hay otros escenarios que preocupan sobre el consumo de trago?
El código va a ser muy riguroso en el control de consumo cerca de establecimientos educativos o frente a ellos. Eso va a ser motivo de análisis y discusión; cuál es la distancia mínima de un establecimiento educativo para que se pueda expender y consumir licor. En muchas oportunidades estamos viendo que se está vendiendo y consumiendo trago frente a un colegio o universidad, y puede que eso sea muy cómodo para algunos y muy lucrativo también, pero en materia de convivencia no resulta ser tan adecuado.
¿Qué distancia se contempla en la discusión del Código?
Algunos hablan de 100 o 300 metros, una cuadra o una manzana a la redonda. Lo ideal sería, y más cuando se trata de establecimientos educativos con asistencia de adolescentes y jóvenes, que estén lo más distantes que se pueda. Si bien es cierto que las rentas departamentales en muchas oportunidades se nutren del impuesto al licor, no es menos cierto que el mejor aporte que le podemos hacer a la juventud de hoy y de mañana es garantizarle que pueda crecer lejos del consumo del alcohol y drogas.
¿Qué tipo de sanciones se van a establecer?
El proyecto de código contempla imponer multas de diferentes tipos. Se han estipulado cuatro, que van a estar tasadas por salarios mínimos legales diarios vigentes y que van a irse ajustado con la inflación. Esas multas las impondrá un inspector de policía, y lo que va a hacer la Policía es generar órdenes para que el infractor comparezca. El inspector valora el informe que el policía hace de la perturbación detectada y determinará qué tipo de infracción ha ocurrido. Esto va a operar para el ruido, para las riñas, la invasión de espacio público y el porte de armas blancas, que en este momento no está penalizado.
¿Qué se propone frente al porte de cuchillos y navajas?
Un machete o un cuchillo pueden ser un instrumento de trabajo, por ejemplo, en una plaza de mercado o una finca. Pero es claro que por fuera de esos escenarios laborales se constituyen en un elemento amenazante. Buena parte de las lesiones personales se producen con armas blancas, y por eso está proyectado que se impongan multas. Una multa que también fluctúa, porque se le va a permitir al funcionario que las debe imponer que analice la afectación que la persona podía o pretendía hacer con el elemento que portaba.
En el anterior proyecto de código se proponían multas de hasta 8 millones de pesos. ¿Cuáles son el mínimo y el tope de esas sanciones económicas?
En temas de convivencia va a haber multas que estarían partiendo de los 60.000 y 70.000 pesos hasta los 600.000 pesos para personas que afecten la integridad y la tranquilidad con agresiones y amenazas. Con eso vamos a generar algo tan importante como la prevención del matoneo. Es que el matoneo no solo se da en los colegios, sino en los vecindarios.
Esa agresión o intimidación, una vez conocida, se puede estar zanjando, evitando y corrigiendo ante una comisaría o una inspección de policía con multas o con trabajo social.
Las citaciones actualmente se hacen, pero poco se cumplen. ¿Cómo cambiar eso?
La norma está proyectada para que estas órdenes de comparecer queden en registro, cuyo cumplimiento se va a estar confrontando. Si la persona no comparece, ya de por sí está cometiendo otra infracción y esto llevaría a que eventualmente esa persona sea conducida ante el inspector que establecerá la sanción. Y si no se cumple la sanción, eso igualmente hará parte de un registro, que tendrá consecuencias a la hora de realizar algún tipo de diligencia, como sacar paz y salvos o la licencia de conducción.
La aplicación de la ley seca ha generado inconformidad no solo entre comerciantes, sino entre los ciudadanos. ¿Está de acuerdo con que se siga aplicando?
Lo hemos estado analizando. Lo importante es que avancemos en la capacidad de autorregulación. Porque, de un lado, no es fácil la tarea que se nos asigna de ir de establecimiento en establecimiento a constatar si efectivamente están las mismas botellas que estaban esta mañana, si hay unas recién destapadas, si esa botella de ‘pony’ contiene una malta o lo que contiene es cerveza, como lo hemos encontrado, y si eso que aparenta ser un jugo es un jugo o es un vodka diluido.
Es una cosa dispendiosa e incómoda, pero lo hacemos entendiendo que es una medida de protección. De otro lado, tampoco podemos ser tan ingenuos de ir a pensar que si se aplica la ley seca no hay personas que, como ocurrió cuando empezó la ‘ley zanahoria’, se vayan a emborrachar a Chía. Se mataban por el camino, borrachos, entre ese municipio y Bogotá.
Teniendo en cuenta los antecedentes, ¿se inclina por mantener la ley seca?
El escenario ideal es que sin que haya ley seca la gente se comporte bien, pero en tanto logramos eso, bienvenida la restricción. Nosotros vamos a estar controlando el consumo de licor en vía pública, haciendo un gran control a quienes conducen para que no vayamos a tener a nadie en estado de alicoramiento frente al volante. Pero evitar que lo hagan en casa, eso es otra cosa.
Entonces, la represión no es una medida efectiva...
Indiscutiblemente, la ley seca ha sido bondadosa y hay unos resultados objetivos: estamos viendo una reducción no solo en la mortalidad, sino en las heridas que dejan las riñas. Ahora, nos preocupa mucho que, cuando hablamos del licor asociado no solo al fútbol sino a las celebraciones en general, como los días de la Madre, del Amor y la Amistad, del Padre, fin de año, se termina muchas veces en tragedia. Recuerdo que un primero de enero, hasta las 7 de la mañana, habíamos atendido 2.300 riñas en Bogotá. ¿Quiénes pelean a esa hora? Los integrantes de la familia, los mejores amigos y los vecinos, gente conocida. El llamado es a que seamos responsables y no comprometamos la felicidad con el consumo del licor.
PAULINA ANGARITA MENESES
Subeditora de Justicia
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