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60 años: mucha calidad y algunas perversiones / El otro lado

La verdadera imagen de Colombia en el exterior la hacen las series y las telenovelas.

ÓMAR RINCÓN
Nuestro mejor y más potente producto cultural de exportación son las ficciones televisivas. Al comienzo, historias regionales caribeñas y alegres con Caballo viejo y Escalona; luego el tránsito del campo a la ciudad y al mundo con Café, Pedro el escamoso y Yo soy Betty la fea, y ahora lo pop colombiano con la vuelta a lo propio de las narco novelas Sin tetas no hay paraíso, El cartel y Escobar.
Por eso la verdadera imagen de Colombia en el exterior la hacen las series y telenovelas, pero al Ministerio de Cultura solo le interesan los libros, que nadie lee, y el cine, que nadie ve.
En la nostalgia están los seriados de cuando creíamos en el valor de historias y lenguajes: La mala hora y Tiempo de morir, de García Márquez; El gallo de oro, de Juan Rulfo; Revivamos nuestra historia, de Carlos José Reyes y Jorge Alí Triana; Mi alma se la dejo al diablo, de Germán Castro; Los pecados de Inés de Hinojosa, de Próspero Morales, el Cuento del domingo y La historia de Tita, de Pepe Sánchez; Caballo viejo, Escalona y Señora Isabel (Bernardo Romero); La casa de las dos palmas y Azúcar; Amar y vivir y Los Victorinos (Carlos Duplat), OkTv, La alternativa del escorpión y La mujer del presidente (Mauricio Navas y Maurico Miranda) y Hombres (Mónica Agudelo).
En lo tierno está que teníamos buen humor, popular y crítico: Don Chinche y Romeo y Buseta (Pepe Sánchez); Dejémonos de vainas (Bernardo Romero), El siguiente programa (Moure y De Francisco), Zoociedad y Quac (Jaime Garzón), Vuelo secreto (Juan Manuel Cáceres).
Para nuestro orgullo está el talento femenino, guerreras y bellas para habitar la pantalla y la vida. Judy Henríquez, Teresa Gutiérrez, Vicky Hernández, María Eugenia Dávila, Raquel Ércole, Margarita Rosa de Francisco, Ana María Orozco y miles más.
En las noticias, las Teresitas de don Arturo Abella, Judith Sarmiento, Yolanda Ruíz, Silvia Corzo, Inés María Zabarain y Mábel Lara. En la cultura, a doña Gloria Valencia y Marta Traba. Somos la tierra donde las mujeres se han echado el país al hombro.
En lo que molesta está que hacemos muy mal periodismo televisivo. Desde que se fue Enviado especial, de Germán Castro, la televisión abandonó la crónica, el reportaje, la investigación y la denuncia.
Y ahora aunque hay más horas de información, su calidad es muy baja: sensacionalismo y carroña, los grandes temas de nación no existen.
Lo perverso es el duopolio de Caracol y RCN. Y es que el Estado está dominado por ellos. Entonces, ante la falta de más oferta, estos canales no deben esforzarse por innovar, experimentar y crear otros modos de hacer televisión.
Y el Estado falla porque las autoridades de televisión son ineptas o se dedican a hacer politiquería costosísima (bien sea en la CNTV o en la ANTV).
La esperanza estaría por lo regional (pero todos los canales están cooptados por los gobernantes de turno que buscan propaganda y no hacer televisión), los comunitarios (son muchos y se dedican a la entrevista), la web (por ahora hay algunas series y unos video-blogs pero esto debería estallar y hacer una revolución televisiva).
Del cable (Claro, Une, Movistar, Directv) no hay que esperar nada: no saben que el negocio es producir contenidos). El futuro es más de lo mismo.
Mientras el Estado no asigne nuevos canales no habrá futuro. Y si el MinTics y la ANTV siguen gastándose el dinero en gestión y no en producción… no hay futuro.
ÓMAR RINCÓN
Crítico de televisión
ÓMAR RINCÓN
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