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'VoltearepaZ'

La paz es un anhelo y por eso no deben votar por el oportunista que se colincha olímpicamente.

Rudolf Hommes
Después de haber ganado en la primera vuelta con la consigna de que, si es elegido, “decretaría el 7 de agosto la suspensión de los diálogos” de paz, Óscar Iván Zuluaga acordó con Marta Lucía Ramírez darle continuidad al proceso con las Farc en La Habana, hacer una evaluación de los tres puntos acordados, manteniendo las exigencias que Marta Lucía Ramírez había enunciado en su campaña. Decidió sumarse desvergonzadamente al proceso de paz del Gobierno después de haberlo estado atacando agresivamente desde que comenzó. Justifica esta voltereta con el argumento de que siempre ha defendido la búsqueda de una paz negociada que beneficie al pueblo colombiano, y de que ha sido el Gobierno el que “de manera inaceptable” quiere dividir el país alrededor de la búsqueda de la paz, cuando lo que se necesita es la unión de la sociedad y sus instituciones alrededor de tal propósito.
Santos, con toda razón, ha calificado de cínico a este voltearepas. Se sube mondo y lirondo al vagón de la paz sin haber hecho esfuerzo para merecerlo y dice que está seguro de que sus “electores en primera vuelta entienden las circunstancias de los resultados del domingo y la necesidad de avanzar en acuerdos con sectores políticos que permitan darle la mayor solidez a la candidatura” que representa (que todo vale).
Pero el Presidente debe sentirse orgulloso de que el segundo más feroz oponente en el esfuerzo para alcanzar la paz haya cambiado radicalmente de parecer y confiese que lo hace por conveniencia porque Santos ha tenido todo el tiempo la razón. Lo que esto significa es que la paz es un anhelo de los colombianos y por eso deben votar por el candidato que ha venido comprometiendo su prestigio y su integridad política, y no por el oportunista que se colincha olímpicamente.
Buena parte de la tarea de un político tradicional consiste en lograr que la gente le atribuya características y virtudes que no tiene y no perciba sus defectos. El candidato Zuluaga nos quiso hacer creer que no conocía al personaje que había contratado para hacer guerra sucia en las redes sociales y para obtener información reservada; luego, que sí lo había visto por ahí y hasta lo había saludado, para aparecer finalmente en una foto con él y en conversaciones que no dejan duda del mal proceder y de sus intenciones. Ahora quiere que le creamos que cuando él decía que Santos estaba entregándole el país a la guerrilla lo que quería decir es que él también iba en ese bus y “ha sido abanderado de la negociación política como la vía adecuada para la concreción de la paz”. ¡Eso es pedir demasiado!
En el discurso con el que celebró su triunfo también realizó grandes esfuerzos para hacerle creer a la gente lo que no es. Se ofreció como la solución a problemas que le atribuye a Santos, como si hubieran surgido en los últimos cuatro años. Dio por hecho que va a ganar también en la segunda vuelta y que va a corregir esos males sin tener en cuenta que muchos de ellos emanan de períodos anteriores. En materia de seguridad, por ejemplo, quiere hacernos creer que cuando Santos llegó al poder estaba todo resuelto. Pero en ese año la gente no podía salir a la calle en varios municipios de la Costa Atlántica, en Tumaco y en otras partes del país, que estaban dominadas por las bandas criminales. Una tía de Juan Gossaín en San Bernardo del Viento había decidido encerrarse y no volver a salir de su casa por miedo a esas bandas. Dos jóvenes estudiantes enamorados acamparon en una playa cercana confiados en el cuento de que el problema de la seguridad estaba resuelto y fueron asesinados por esos mismos criminales porque “no sabían quiénes eran”. Ese era el retrato de la seguridad en el 2010.
RUDOLF HOMMES
Rudolf Hommes
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