¿Qué es lo que tiene la música del juglar bolivarense Andrés Landero (1932-2000) para que, en diversos rincones del mundo, su interpretación sea admirada y valorada, a tal punto que es considerado una especie de dios de la cumbia?
Un repaso breve de los elogios y admiración que ha originado la música de Landero en varios países y entre músicos importantes muestra a las claras la grandeza del hombre que en dos ocasiones provocó disturbios en Valledupar por no habérsele dado el primer puesto en el Festival Vallenato.
Joe Strummer (q. e. p. d.), el famoso vocalista de la banda The Clash (incluida en el Salón de la Fama del Rock), fue admirador de la música de Landero y así se puede apreciar en un video en el que el cantante inglés muestra un casete que tiene la leyenda ‘El rey de la Cumbia’ y se desborda en elogios hacia Landero. El fondo musical es la cumbia Martha Cecilia.
Justamente, esta fue incluida en un álbum recopilatorio que se hizo en el 2002 en homenaje a Strummer para el documental The future is unwritten, del director inglés Julie Temple, al lado de leyendas del rock como Elvis Presley y Bob Dylan, entre otros.
De igual manera, la cumbia Lolita la cumbiambera aparece en el recopilatorio Joe Strummer’s jukebox: Songs that inspired the man.
Will Holland, músico, productor musical y DJ británico, quien hace pocos años compiló medio centenar de canciones colombianas en la antología The Original Sound of Cumbia, editado por Soundway Records, concluyó después de la investigación de varios años que Landero era “el músico más blusero que ha tenido Colombia, uno de sus artistas más influyentes pero menos valorados”.
Según Holland, en entrevista concedida a la revista Arcadia de marzo del 2012, la mayoría de la gente asocia el acordeón con el vallenato, pero advierte que Landero lo llevó a una dimensión más afrocéntrica. “No hay nadie como él”, sostuvo.
La revista Rolling Stone, en un artículo de Víctor Lenore del 23 de mayo del 2012, sobre el boom de la cumbia digital en diversas partes del mundo, la describe como un estilo moderno que se contagia con fuerza a través de blogs, mixtapes y podcasts, y cita como el antecedente más importante al llamado ‘Rey de la Cumbia’, Andrés Landero.
“Basta escuchar el mash up (collage musical) de una cumbia de Landero (La pava congona) con el Music de Madonna. Lo cocinó un talentoso argentino llamado el Remolón y está incluido en el álbum Pibe Cosmo B-Sides. Schteingart, nombre real del Remolón, es una de las estrellas de ZZK Records”, dice la prestigiosa revista.
Y como si fuera poca la aceptación que tiene la música del sanjacintero en todo el mundo, hay que decir que en Buenos Aires (Argentina), en la llamada Ciudad Cultural Konex, se han realizado tres ediciones del Festival Landero, en honor del acordionista nacional.
Sin embargo, la gran mayoría de colombianos poco saben de este humilde artista, que se crió como agricultor en los montes de María y creció correteando venados y conejos cerca del cerro de Maco, en San Jacinto.
Incluso, expertos como Daniel Samper Pizano, desestiman un poco lo que significó Andrés Landero como acordeonista de élite en el olimpo sagrado de la música costeña, no obstante ser Samper un gran defensor del canto sabanero.
En una de sus columnas de EL TIEMPO, destacó a Landero como un “acordeonero menor, con una que otra cumbia rescatable, que interpretó muy bien la música de su compadre Adolfo Pacheco”.
Buscando respuestas
Para Rodrigo Rodríguez, ganador del premio Grammy en el 2012, también acordeonista y paisano de Landero, la diferencia entre el ‘Rey de la Cumbia’ y los demás ejecutantes del acordeón está en que el sanjacintero supo aprovechar el sonido de los pitos de la gaita para adaptarlas a su estilo.
“Landero se inició en el campo escuchando a su padre, que era gaitero; así que desde muy niño fue influenciado por las notas quejumbrosas y melancólicas de la gaita, algo que no todos los que tocamos acordeón podemos hacer”, dijo Rodríguez a EL TIEMPO.
El ganador del premio Grammy, que estuvo tocando varios años al lado de Landero, afirma que no hay ninguno en el país que se equipare a su maestro en la pureza de la nota.
“Como él no ha nacido otro. El sonido que salía de su acordeón era distinto al del resto de colegas; quizá por eso causaba tanta admiración cuando tocaba”, dice.
Rodríguez asegura que en México los seguidores le erigieron un altar, a donde le llevan flores y velas.
La experiencia durante muchos años en el campo como agricultor sería también una gran influencia en el sonido particular de Landero.
En varias cumbias de su autoría, imita con el acordeón el canto de pájaros y aves silvestres de la región. El juan polo, la suiri, la pava congona, entre otros, son parodiados en las notas de su acordeón.
Otro gran conocedor de las canciones de Andrés Landero, el compositor y compadre de sacramento Adolfo Pacheco Anillo, lo describe como el personaje más parecido al ya mitológico Francisco el Hombre. “Landero iba en burro de pueblo en pueblo con su acordeón en las manos, cantaba, componía y era un verseador de gran talento”, afirma Pacheco.
Según este, su compadre tenía una gran versatilidad para ejecutar el instrumento y para componer. “Aprendió a tocar como a los 18 años y en poco tiempo ya estaba sacando los sones de Pacho Rada y los de los viejos gaiteros, y es dueño de una obra musical considerable, unas 400 canciones, de buena calidad y en diferentes ritmos: paseo, cumbia, merengue, porro, fandango, chalupa, chandé, entre otros”, señaló.
Y, lo más importante, según Pacheco, era que no se parecía a ningún otro colega cuando ejecutaba el acordeón. “La nota de Landero era inigualable y se identificaba con solo escuchar los primeros pitos”, agrega.
Pacheco recuerda que aquel aprendió a tocar a escondidas de sus padres y practicaba cuando llovía en el pueblo y la bulla del aguacero sobre el techo de la casa no permitía que ninguno escuchara las incipientes notas del acordeón que su primo Miguel le regaló.
Nunca fue rey
Landero fue ganador de varios festivales, como el de la Cumbia, en El Banco; el Sabanero, en Sincelejo, y el Bolivarense, en Arjona, pero nunca pudo ganar el Festival Vallenato.
En dos oportunidades ocupó el segundo lugar, y en otras quedó de tercero. Héctor Romero, uno de los cajeros que estuvieron más tiempo con el rey de la cumbia, recuerda que la última vez que se presentó obtuvo el tercer puesto, y antes de llegar a San Jacinto le dijo: “No vuelvo al Festival; ahora voy es pa’trás”.
En el Segundo Festival Vallenato, que fue ganado por Nicolás ‘Colacho’ Mendoza, los dos favoritos eran Landero y Lisandro Meza, pero la nota picada del que obtuvo el primer puesto le ganó a la sabanera, lo que generó la protesta del público.
En el Quinto Festival ocurrió algo similar. El sanjacintero fue derrotado por Miguel López, de la dinastía López, de La Paz, quien fue el primero que impuso la moda de llevar cantante, lo que le valió el remoquete de ‘rey mudo’.
El periodista Carlos Alberto Atehortúa, residente en Valledupar, fue testigo de excepción de la tremenda trifulca que se armó cuando el jurado dio el fallo relegando al segundo lugar al gran favorito, Andrés Landero.
“Landero era el que quería la gente, pero el jurado no le dio el triunfo porque la puya no la ejecutó según los cánones del vallenato. Sin embargo, la gente no entendió ese punto y lo que hizo fue apedrear el escenario y lanzar sillas a diestra y siniestra. Yo conté con la mala suerte de recibir una pedrada en la cabeza, y desperté al día siguiente en la clínica del Seguro Social”, le contó Atehortúa a EL TIEMPO.
Luis Alandete, uno de los animadores oficiales del Festival Vallenato, asegura que Landero perdió porque inició la puya con una canción suya y terminó con la de Juan Muñoz La vieja Gabriela.
No obstante, sus derrotas sirvieron para que los músicos de las sabanas se prepararan mejor en el futuro y para que surgieran cantos inmortales de la música del Caribe colombiano, como La hamaca grande, el afectuoso reclamo que Adolfo Pacheco hace al pueblo vallenato.
Después de la derrota de Landero en Valledupar, Alfredo Gutiérrez aprendió la nota vallenata y se coronó tres veces, y algo similar sucedió con el sanjuanero Julio Rojas, quien obtuvo dos veces la corona.
“Cuando Landero iba a tocar a San Juan yo me escapaba para verlo tocar. Era un ídolo para el que quería dedicarse al acordeón. Por más que lo intenten, nadie podrá tocar la nota de cumbia como lo hacía el maestro”, dice Julio Rojas.
Un año antes de su muerte, junto con Lorenzo Morales, Francisco Pacho Rada, Antonio Toño Salas y Abel Antonio Villa, todos juglares, Landero recibió el gran honor que le había sido esquivo en competencia: fue declarado Rey Vitalicio del Festival Vallenato.
Compuso más de 400 canciones
Andrés Landero nació en San Jacinto, montes de María, en el año de 1931 y murió en Cartagena en el año 2000, luego de varios meses de dolencias debidas a un accidente de tránsito que le dejó secuelas.
Hijo de padre gaitero, Isaías Guerra, y de madre campesina, Rosalba Landero, tomó el apellido de la madre por la sonoridad que tenía.
Compuso más de 400 canciones, la mayoría cumbias.
‘La pava congona’, ‘Flamenco’, ‘La muerte de Eduardo Lora’ y ‘Martha Cecilia’ se cuentan entre las las que más huella dejaron.
Juan Carlos Díaz M.
Corresponsal de EL TIEMPO