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Eugenio Derbez: "mi película tenía el perfil para los Óscar"

El comediante visitó Colombia y elenco tuvo el privilegio de tener una charla íntima con él.

El autor, director y protagonista de ‘No se aceptan devoluciones’ estuvo en Colombia. El mexicano sostuvo una charla íntima con elenco y nos habló de su próxima película, su deseo de trabajar con jeringa y Róbinson Díaz y nos reveló quiénes le cerraron las puertas en México.
Eugenio Derbez, el comediante mexicano que puso a llorar a millones de espectadores en las salas de cine con su película No se aceptan devoluciones, que pasó a la historia como la cinta hispana más taquillera, es un hombre sencillo y siempre estuvo dispuesto a atender a la ‘horda’ de periodistas que querían entrevistarlo. Estuvo promocionando una campaña que adelanta la marca P&G, Fan Trainer, de la que él es la imagen para Latinoamérica y por Colombia es Andrés López. Elenco tuvo el privilegio de tener una charla íntima con él.
¿Había venido a Colombia?
Es la primera vez y estoy muy contento. Mi hija (Aislinn Derbez) estuvo aquí haciendo una serie que se llamó La promesa y me había hablado maravillas. Vine a trabajar, pero logré conocer la Catedral de Sal (Zipaquirá) y Monserrate, y con lo que vi es suficiente. Es muy bello.
Usted entró a las grandes ligas. ¿Está preparado para lo que viene?
No estoy tan listo. Entrar a ese mundo es difícil; le tengo mucho respeto y un poco de miedo porque es aventarme un clavado al vacío. Es salirme de mi zona de confort, dejar mi oficina, mi gente, mi familia, mis amigos. Es irme a otro país (se radicará en Los Ángeles), en donde ahora no tengo casa, no tengo a donde llegar, aunque llegue a un hotel primero. Voy a ver qué pasa. Lo peor que puede pasar es que regrese a mi país. Sería un error no hacerlo cuando se están abriendo las puertas en Estados Unidos.
Fue muy ‘particular’ la forma como se enteró de que iba a ser nuevamente papá…
(Risas). Pues mi esposa no me había dicho nada; estaba planeando decírmelo de una manera muy romántica. Tuvimos que ir a un lugar que estaba a hora y media de México y me mandaron un helicóptero. Mi esposa les tiene mucho miedo a las alturas y era de noche. Nos subimos y empezó la primera turbulencia; no era nada grave, pero ella se espantó mucho y empezó a decir: “Se va a caer. Lo siento mucho, pero te lo tengo que decir, por si nos matamos, no quiero que te mates sin saber la verdad. ¡Estoy embarazada!”. Le digo, “¿es en serio?”. No pudimos hablar durante cinco horas que duró el evento, pero fue especial.
El humor le abrió las puertas a la fama. ¿También se madura en este género?
Es la palabra correcta. En la comedia, cada noche que tú sales a un escenario te das cuentas cómo hay que moverse, qué hay que cambiarle... cada día se madura y se va volviendo más sólida. He aprendido en los escenarios como en TV.
¿Con humor se conquista a mujeres bellas?
¡Es el mejor afrodisiaco del mundo! Aquellos que son feos, si son simpáticos, ¡ya la hicieron! No hay que tener dinero. Las mujeres agradecen el sentido del humor.
Y se conquistan por el oído…
¡Claro! (Risas). La fórmula es hacerla reír y solita llega (risas).
A su película ‘No se aceptan devoluciones’ le cerraron muchas puertas. ¿Quiénes se las cerraron?
La gente del cine en México, la misma Academia Mexicana de Cine me cerró mucho las puertas. Cuando tú vienes de la TV no les gusta, y de repente mi peor enemigo era Eugenio Derbez, porque cuanto más famoso y mejor les fuera a mis programas, era peor para poder entrar al cine. Pero gracias a ese rechazo del medio cinematográfico me senté a escribir mi película porque pensé, si nadie me va a contratar, me voy a tener que dar trabajo. Si no hubiera tenido ese incentivo nunca me hubiera sentado a escribirla. Estuve a punto de poner una dedicatoria al final de la película: “Gracias a ustedes que me rechazaron pude hacer esta película”. Fue una gran lección de vida y ahora que me los encuentro ¡soy muy feliz! (risas).
¿Su película debió estar nominada al Óscar?
Soy el autor y uno trata de dar lo mejor, y está en los demás juzgar si fue un trabajo de Óscar; pero te voy a ser muy sincero, lo único que peleaba con la Academia Mexicana -porque sí hubo una discusión muy fuerte-, era que hay películas para ciertos festivales. A Cannes le gustan las películas oscuras; a los Óscar, no. Mi película era mucho más Hollywood para los Óscar, tenía todo el perfil; no así la que mandaron (Heli dirigida por Amat Escalante) ¡Me dio mucho coraje! porque mi película hubiera representado mucho mejor a México.
Hubo dos posturas de la crítica con respecto a su película. Unos dicen que usted manipuló los sentimientos y otros que en el cine se permite todo…
Hace años escuché el comentario de un gran director, no voy a darte el nombre (risas) porque ahora es amigo mío. Dijo que La misma luna, otra película que hice, era muy manipuladora. Uno va a cine para llorar, reír, pensar, es como estar en una montaña rusa. A mí no me importa que los críticos me tilden de manipulador. Lo hice conscientemente y quise la música más dramática, que retorciera el corazón, y funcionó. No puede venir un crítico de cine y decir que esto es lo correcto cuando la mayoría piensa lo contrario.
Está haciendo otra película…
Sí; y de una vez aviso que voy a volver a manipular (risa). Me gusta esa combinación de humor con drama. No creo poder lograr el mismo efecto de No se aceptan devoluciones porque debo reconocer que es un guion muy especial trabajado durante muchos años; pero si tengo que volver a manipular, lo voy a hacer porque me encanta. Soy manipulador, lo reconozco.
¿Cómo te pareció Andrés López?
¡Maravilloso! No lo conocía, lo había oído de nombre porque tengo un amigo que se llama Jeringa.
Supimos que se reunió con Jeringa y Róbinson Díaz…
Admiro muchísimo tanto a Jeringa como a Róbinson porque se me hacen dos grandes talentos latinoamericanos. Estuvieron en mi oficina y les dije que quería trabajar con ellos en mi programa, pero justamente estaba en lo de mi película y entonces frené todo. Nunca me imaginé que le iba a ir así de bien y me cambió la vida, por eso dejé un poquito en stand by a Róbinson y a Jeringa, pero quiero trabajar con ellos; en lo que sea, pero con ellos.
GLORIA FRANCO
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