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Vergonzosa reculada republicana

Sergio Muñoz Bata
Ahora resulta que John Boehner, el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, no sabía de qué estaba hablando a finales de enero cuando con bombos y platillos anunció los principios republicanos para debatir la reforma migratoria bipartidista del 2014.
Apenas a fines de enero de este año, Boehner anunció que era la intención de su partido reformar el sistema migratorio nacional mediante un acuerdo bipartidista que contemplaba afianzar la seguridad en la frontera (sur) y en interior del país; documentar a los jóvenes que fueron traídos al país por sus padres sin documentos y legalizar sin opción a la ciudadanía y bajo ciertas condiciones a un número indeterminado de trabajadores indocumentados.
La semana pasada anunció que no habría reforma migratoria este año y, para explicar su vergonzosa reculada, Boehner se inventó el pretexto de que los republicanos no pueden confiar en que el presidente Obama actuaría conforme a derecho para hacer respetar las leyes.
La acusación de que el Presidente de la República es enemigo del Estado de derecho no es nueva. Desde que Obama anunció que para superar el inmovilismo republicano en el Congreso emitiría más “órdenes ejecutivas” la extrema derecha dentro del Partido Republicano dijo que se creía rey, no presidente, y que intentaba gobernar por decreto sin apego a la ley.
Curiosamente, la recriminación denota amnesia, ignorancia o absoluta mala fe de los acusadores, pues a la fecha Obama ha emitido 168 ordenes ejecutivas, mientras que George W. Bush emitió 291, Richard Nixon, 346 y Ronald Reagan, 381, por citar solo algunos casos de presidentes republicanos anteriores.
Entonces, ¿por qué se echó para atrás Boehner? ¿Será porque él y los republicanos piensan que Obama ha sido demasiado gentil con los indocumentados? Los datos de la realidad los contradicen, pues durante su presidencia Obama ha deportado a casi dos millones de personas. Muchísimos más de los que deportó George W. Bush, o cualquier otro presidente desde la Segunda Guerra Mundial. Las aprehensiones en la frontera han caído a su punto más bajo en 40 años; el número de agentes de la patrulla fronteriza se ha duplicado en la última década y la inversión para reforzar la seguridad de la frontera sur no tiene paralelo en la historia del país.
¿Será porque Boehner no tiene control de su partido? ¿Porque no quiere dividirlo más en vísperas de elecciones? ¿Porque sabe que el voto hispano no tiene peso en las elecciones intermedias en los estados y en los distritos que ahora están en juego?
La verdad es que en ciertos estados de la Unión todavía hay gente que sigue pensando que la composición étnica del país no ha cambiado radicalmente. Votantes que no se han percatado de que el voto de las minorías negra, latina y asiática fue determinante en la elección presidencial del 2012 y sigue pensando que con el voto blanco basta para ganar elecciones. Que no se han dado cuenta de que no habrá autodeportación ni salida voluntaria de los trabajadores que dejaron su patria para labrarse un futuro económico mejor. Que no han entendido que para la mayoría de los latinos nacidos en este país cada ataque a la comunidad indocumentada es un ataque a la familia o a las amistades. Que no saben que “sin inmigrantes el país no tiene futuro”, como bien dijo el exalcalde de Nueva York, antes republicano y hoy independiente, Michael Bloomberg.
Hoy, el voto latino solo cuenta en elecciones presidenciales apretadas, pero como bien señala Bloomberg, “Si estás en contra del grupo de votantes de mayor crecimiento en todo el país, ni tú ni tu partido tienen futuro”. Y esa es la lección que republicanos y latinos deben aprender. La comprensión de las realidades políticas con votos entra.
Sergio Muñoz Bata
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