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Golfo de Urabá: tumba de indocumentados que buscan 'sueño americano'

En Turbo, que se ha convertido en punto de encuentro para redes de trata de personas, hay 84 NN.

La primera extranjera que Julio Hernán Henao vio en su vida estaba muerta: “Fue hace dos años. Era una mujer muy linda, parecía como de la India”, recuerda este sepulturero de 51 años, que desde hace cuatro trabaja en el cementerio de Turbo (Antioquia). Desde esa época, ha tenido que acostumbrarse a buscarle sepulcros a los NN de inmigrantes ilegales que en su ruta hacia Estados Unidos pierden la vida en las furiosas aguas del Caribe colombiano.
Los últimos los sepultó entre el 26 y el 28 de diciembre del 2013 en una aséptica diligencia legal donde no hubo ataúdes, ni lágrimas, ni rituales de despedida. “Los entierran en bolsas. Nadie viene. Nadie los visita. Prácticamente el único que les reza soy yo”, dice Julio, quien ora pensando en las familias de quienes los esperan en sus países de origen.
“Más que por los muertos, rezo por sus parientes, que seguramente están pensando que ellos ya están en Estados Unidos y les van a empezar a colaborar”, afirma.
Determinar cuántos de los 84 NN que hay en este cementerio son extranjeros es una tarea casi imposible. Primero, porque las estadísticas de Medicina Legal solo empezaron a distinguir entre NN locales o foráneos a partir del 2013, cuando se registraron 14. Y segundo, porque los cuerpos de los náufragos llegan en avanzado estado de descomposición. Los que han sido identificados ha sido por sus rasgos físicos evidentemente forasteros y porque no son reclamados por nadie en la región.
Así funcionan las redes
Solamente en el 2013 el puesto de control de tránsito de Migración Colombia halló a 151 extranjeros que pretendían pasar ilegalmente a Panamá, un 40 por ciento más que en el 2012.
Lo cierto es que Turbo se ha convertido en un punto de encuentro para las redes de tráfico de personas, pues en este municipio confluyen las rutas de los que buscan llegar a Estados Unidos por América del Sur.
EL TIEMPO habló con uno de los miembros de estas redes que se mueven en la zona y este explicó el modo en el que operan. “Se contrata a un lugareño para que los transporte en lancha. Vamos hacia Acandí o Sapzurro. Por los operativos de la Policía toca sacarlos en la noche, cuando el mar es más pesado y cuando a los guardacostas se les complica la vigilancia. Mandamos a ocho o doce personas (por embarcación), y allá en los límites con Panamá ellos tienen que pasar caminando por la selva. Hasta ahí llegamos nosotros, pues otros los reciben”, dice el hombre que se encarga de contratar a las embarcaciones.
Su trabajo es en la calle. Se disfraza como mototaxista para cumplir sus funciones de ‘campanero’. “Yo les llevo la comida. Hace diez días tenemos a seis africanos en una ‘casa segura’ –así le llaman a las viviendas donde los esconden–. Apenas tengamos oportunidad, los sacamos. Pero ha estado tan fuerte el control (de la Policía) que me ha tocado duro, hasta para llevarles víveres”, añade.
Vínculos con narcotráfico
La Policía lo sabe. Tienen indicios de que en las casas que están alrededor de la bahía de Turbo es donde ocultan a los extranjeros.
“El año pasado hicimos un operativo y encontramos a ocho personas de Bangladés en una casa de familia. Pero también hay residencias y hoteles que se prestan para ello”, asegura el comandante operativo de la Policía de Urabá, el coronel Cristian Escobar.
Los inmigrantes, según el coronel Escobar, pagan entre 1.000 y 2.000 dólares para que los pasen a Panamá. De ese dinero, si mucho 200 dólares por persona, les queda a los propietarios de las embarcaciones que se arriesgan a retar el fuerte oleaje nocturno del mar del golfo de Urabá.
Pero los extranjeros que no tengan el dinero suficiente para pagar esa cantidad –dice Inteligencia de la Policía–, tienen que estar dispuestos a convertirse en mulas de las redes del narcotráfico.
“Cuando los inmigrantes no tienen con qué financiar el viaje, la red no los deja tirados, les dice: ‘Como usted no tiene plata, tiene que pasar este maletín (de Acandí o Zapzurro) hasta Panamá”, revela un alto cargo de la Dijín.
El maletín puede contener entre 2 y 15 kilos de cocaína, una modalidad denominada ‘hormigueo’ con la que los narcotraficantes están evadiendo los operativos policiales en las fronteras con el país centroamericano.
“Usan a los extranjeros que tienen la necesidad de llegar a Estados Unidos, y que no tienen el suficiente dinero, para transportar droga. Esas rutas son protegidas por el frente 57 de las Farc (con incidencia en Chocó). Son innumerables trochas que se extienden por las selvas de Colombia y Panamá”, añade el agente.
La Armada Nacional, a través de la Guardia Costera del Golfo de Urabá, logró en el 2013 la incautación de 3,3 toneladas de cocaína. Lo que demostraría que esa zona es la predilecta para el tráfico de estupefacientes en la región.
Un alto mando de los Guardacostas le aseguró a este diario que los narcotraficantes han perfeccionado el tránsito en los 1.130 kilómetros cuadrados de mar que tiene el golfo.
“Cuando viajan dos o tres personas en una embarcación notamos que es de tráfico de drogas. Casi siempre lo llevan amarrado bajo la balsa para tratar de evadir el operativo. Este se puede hacer tanto en el día como en la noche, a diferencia del tránsito de personas, que siempre es en la noche, cuando nuestros controles se hacen más complejos por la extensión del área”, revela.
Navegar de noche, horario prohibido por la Armada Nacional, hace más peligrosa la última parada de los inmigrantes que cruzan Colombia para lograr llegar a Panamá, debido a las corrientes de aire que se encuentran en el lugar y que ponen en riesgo la embarcación. Por ello, Julio siempre tendrá tumbas y oraciones listas en el cementerio, para pedirle a Dios por los que no sabe quiénes son, de dónde llegaron, ni por qué el destino los trajo a morir a una tierra que no es la suya.
YEISON GUALDRÓN
ENVIADO ESPECIAL DE EL TIEMPO
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