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Mujer que casi pierde una mano se enfrenta a la U. Tadeo Lozano

Diana Sánchez y la institución no conciliaron. Habla docente vinculado.

“Quiero que otras personas me cuenten sus casos y unir fuerzas”, responde Diana Sánchez cuando se le pregunta por su futuro. La realizadora audiovisual de la Universidad Jorge Tadeo Lozano habla con firmeza sobre cómo transformó su vida el accidente que vivió en su casa en el 2010, cuando una reacción química quemó su mano derecha y le impidió mantener vivos sus cinco dedos.
Hace varios meses, Diana, quien hoy tiene 30 años, hizo pública su historia. Relató que no asistió a la clase en la que el docente Erick Suescún explicó cómo realizar el molde de una mano con yeso odontológico, un experimento que –dice el profesor- fue practicado por más de 800 estudiantes durante los siete años que dictó la materia ‘Producción de efectos especiales’.
En diálogo con ELTIEMPO.COM, Diana explica que su quemadura se debió a un error en las proporciones de yeso odontológico y agua. “Fue como si hubiera metido la mano en cemento”, recuerda.
Un tiempo después del accidente, el 23 de marzo del 2011, una junta regional de calificación de invalidez declaró que la joven tiene un porcentaje de pérdida de capacidad laboral mayor al 50 por ciento, un indicador que motivó a Diana a emprender una lucha legal en contra de su universidad. “Es la prueba máxima de que tuve un accidente”, comenta Diana. Por ese dictamen, desde el pasado mes de junio, ella recibe una suma de dinero cada mes.
No obstante, la egresada no se rinde. El pasado 28 de noviembre, ella y la universidad no llegaron a una conciliación, por esa razón, la mujer instaurará en los próximos días una demanda en contra de la institución por daños y perjuicios personales. En su criterio, la universidad no la ha apoyado e incluso la olvidó durante su hospitalización. “Estuve en el hospital un mes y ni el profesor ni la universidad aparecieron nunca”.
“Me dicen que lo que me pasó a mí es un caso aislado. Ellos (la Tadeo) no sienten que tengan algún tipo de responsabilidad, pero la universidad debe dar los instructivos necesarios si se trata de trabajos peligrosos (…) Estoy tan decepcionada (...) Es una institución que no me ha hecho sentir como persona”, alega.
Diana también se refiere al maestro Suescún, a quien –dice- no volvió a ver luego de que sucedió el accidente: “No se puede negar que el profesor sabe cómo se hacen efectos especiales, pero no se tomaba el tiempo de explicar bien las cosas”. Aunque ella reconoce “un poco de culpa por no haber asistido a la clase”, la Tadeo señala que la hoy egresada se ausentó en doce cátedras de esa materia.
Carlos Sánchez, representante legal y secretario general de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, anota que Diana faltó a las cuatro charlas en las que Suescún “hizo la demostración sobre cómo se debía hacer el procedimiento y habló sobre los materiales que se utilizaban”. Sánchez insiste en que la universidad no concilió debido a que sus “prácticas son seguras y los protocolos no establecen ningún riesgo para los estudiantes”.
“Ellos (Diana y su familia) piden indemnizaciones que ascienden a los 2.000 y 3.000 millones de pesos, pero la universidad tiene claro que obró con todas las medidas de seguridad (...) Nuestros recursos son de la sociedad”, precisa el representante legal, quien confiesa que el accidente fue “lamentable” para la Tadeo. Por su lado, Diana asegura que la indemnización solicitada no supera los mil millones de pesos.
En los últimos tres años el caso ha sido contado por Diana y la universidad, pero la voz del maestro Erick Suescún no se ha escuchado en los medios. El docente decidió hablar por primera vez sobre el tema y aclarar cuál fue su actuación como catedrático.
“Se generó un informe sobre cómo se desarrolló durante más o menos cinco años ese tipo de ejercicios. Se explicó que, de lo que se enseñaba a los chicos, no había posibilidad de un accidente. Tuve siete años esa materia, pasaban cuatro grupos cada semestre (...) Hace tres años dejé una recopilación de documentos y fotografías de varios años que mostraban los resultados de los trabajos de los chicos, demostrando lo que se les daba a los ‘pelaos’ y el manejo seguro. En ese momento estuve muy muy estresado”.
Suescún, quien ya no es educador de la Tadeo, admite que vivió unas “condiciones muy incómodas” cuando el caso alcanzó una “gran revolución mediática” y su nombre sonó con fuerza en las redes sociales. “Este caso no dañó mi buen nombre, la gente conoce mi trabajo”, asegura Suescún, quien trabaja de forma independiente, como director de fotografía y arte.
“Lo que ocurrió me cambió mucho. Por ejemplo, frente a lo estricto que era y los tiempos que pedía (para la entrega de trabajos académicos). Cambié en mis condiciones de docente, en las relaciones con los estudiantes frente a las prácticas”, relata el educador, quien aclara que tras el accidente se fortaleció el ya estructurado diseño digital de la materia, es decir, las prácticas físicas hacen parte del pasado.
“Desde el 2012 se cambiaron las prácticas. Ya es todo por computador, no se hace nada físico o análogo. Todo se volvió digital”, explica. Reitera que aunque el “plan de ir hacia los medios interactivos” estaba contemplado antes de que ocurriera el accidente de Diana, su historia permitió que la digitalización fuera “una realidad mucho más rápida”.
Hoy la realizadora audiovisual trabaja en una empresa de relaciones públicas -que lideran su novio y una amiga-, pero no se desempeña en su profesión, ya que actividades como la edición de video necesitan ser realizadas con las dos manos. “Empecé como secretaria, pero ahora estoy haciendo cargos varios”, cuenta la joven.
Diana quiere que su historia trascienda. Sueña con crear una organización o impulsar una ley con el fin de proteger a los estudiantes accidentados en ejercicios académicos. La joven quiere conocer más casos similares al suyo y trabajar “para que esas personas no se sientan vulnerables ante las instituciones”. "Universitarios, exijan las explicaciones necesarias para sus prácticas. Pregunten si tienen dudas, si trabajarán con elementos que nunca han manejado”, dice la profesional, quien no se cansa de decir que, a pesar de no tener completa su mano derecha, es una mujer guerrera.
MARÍA DEL PILAR CAMARGO CRUZ
REDACCIÓN ELTIEMPO.COM
@PilarCCruz
pilcam@eltiempo.com
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