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Pavos y reyes magos

En reciente entrevista para la revista local ‘Pauta’, Mireya Moscoso, expresidenta de Panamá, dejó ver su tristeza por la llegada de la celebración navideña y recordó sus días de niña pobre, cuando en su pueblo natal, Pedasí, en una de las provincias centrales, ella y sus hermanos se colaban entre los niños para alcanzar algo de los regalos que repartía una señora bondadosa.
Una de estas noches, Mónica Velarde, joven colombiana, sintió dolor mientras escuchaba música colombiana navideña en una pequeña reunión social, al recordar que todos los niños pobrísimos de su pueblo del alma, Supía, en el departamento de Caldas, eran enviados por sus padres a cruzar el río para llegar a la finca de un mafioso que repartía muñecas ‘barbies’.
Mónica descubrió de adulta que en realidad no valió la pena asumir el riesgo de cruzar el río, aguantar sol y esperar con cara de limosnera para recibir una muñeca que no vale más de un dólar y que se la estaban obsequiando con dineros sucios. “Qué humillación”, dijo.
Los latinoamericanos convivimos con la limosna desde hace buen tiempo, si comparamos las diferencias de tiempo entre la niñez de la expresidenta panameña y la joven colombiana.
Para la exmandataria, aquello se quedó en su corazón con un sentimiento de gratitud, mientras que para Mónica es un recuerdo negativo.
Por estos tiempos, en Panamá también se han repartido jamones y pavos, galletas y mercados por cuenta de diputados (legisladores) tanto afectos al Partido de Gobierno Cambio Democrático (CD) –como el caso de un hombre popular y en cierto modo aparatoso, Chello Gálvez, nacido en un barrio marginal, El Chorrillo–, como de legisladores de la oposición (especialmente el PRD, partido que fundó el extinto general Omar Torrijos).
La diferencia entre los pavos de Chello y los del PRD es que los primeros los han entregado en cada casa, edificio y apartamento del sector adonde han llegado, y en cambio los del PRD,se han repartido con base a listados, seguramente electorales.
Los primeros dicen que los compraron con dinero oficial, aunque Chello lo niega, y los segundos deben ser adquiridos con fondos del Partido, provenientes de la financiación oficial y de los aportes de donantes.
La campaña electoral panameña venidera promete mucha guerra sucia, y entre recursos para atraer electores, seguramente habrá mermelada de tejas y otras materias primas para el pueblo, tanto del oficialismo como de la oposición.
Lo que llama la atención es que en la niñez de la expresidenta se trataba de un acto a nombre del espíritu cristiano, y hoy es recurso de clientelas políticas y método de ganar espacios sociales por parte de la cultura traqueta, en el caso de Colombia. ¿Mutación degradante o siempre lo fue?
Los Reyes Magos también traen regalos, y ojalá el presidente Santos y el insurgente Timochencko piensen en la Paz de Colombia. Porque en este caso, la degradación del conflicto es evidente. O es ahora o nunca. ¡Feliz Año!
Jorge Iván Mora
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