Si está a un ladrido del desespero o no se aguanta un sermón más de sus vecinos por el ruido, sepa que su perro está intentando comunicar una necesidad o hasta una enfermedad cuando ladra sin parar.
Ladrar es uno de los medios de comunicación vocales de los perros. Lo hacen por varios motivos y propósitos, como llamar la atención y alertar sobre un peligro, por territorialidad, por socializar y hasta para demostrar una frustración.
“Pero si ladran mucho, se trataría de un comportamiento aberrante anormal –explica Carolina Martínez, médica veterinaria de la clínica Biovemet–. En estos casos, el problema no es del perro sino del dueño, pues es una clara muestra de descuido.”
Entre las principales causas de estas ‘pataletas’ se encuentran el abandono: : “la ‘vocalización excesiva’ es un problema de comportamiento muy frecuente llamado ‘ansiedad por separación’: el animal no tolera estar lejos de una o varias personas de la familia”, dice la etóloga Carolina Alaguna. “Como resultado del pico de ansiedad puede llegar a causar disfonía y desencadenar otros problemas de conducta”. Además está la falta de las caminatas diarias (los perros necesitan ejercitarse todos los días por lo menos a lo largo de tres kilómetros). Con variar estas situaciones, ya verá un cambio, aunque tendrá que dedicarle tiempo a su mascota para reeducarla y, de paso, reeducarse usted también.
Entrenamiento ‘ssshhh’
Son varias las estrategias complementarias del ejercicio y el cariño, pero se debe examinar cada situación. Es posible que su perro, en vez de abandonado, esté demasiado consentido. “Cuando humanizamos a los perros ellos pierden el control por el poder que se les otorga y creen que así es su forma de comunicación”, dice Handerson Villalobos, etólogo y entrenador de Kanes Club.
Aconseja a los dueños reprogramarse para que no ‘corran’ cada vez que el perro ladra. “Es muy importante corregir esas actitudes negativas, bien sea con castigos o sonidos fuertes de desaprobación”, agrega Villalobos.
Si la situación se le sale de las manos, si ya intentó estimularlo afectivamente, reprogramarse como dueño, castigarlo y demás, no dude en acudir a un veterinario para descartar que se trate de una dolencia. Tras hacerlo, acuda a un etólogo (especialista en comportamiento animal) para entrenarlo.
Mano a mano con sus vecinos
Usted tiene una obligación cívica como tenedor y residente con sus vecinos respecto al ruido. Pero sepa también que por el simple hecho de que su perro ladre no pueden ‘echarle’ al celador todo el tiempo. “Propio de la naturaleza de los perros es ladrar y no es razonable exigirle a sus dueños que lo impidan” (sentencia T-119/98 de la Corte Constitucional).
REDACCIÓN EL TIEMPO
@anaisabelagomez